Este blog busca difundir algunas fuentes de la obra vygotskiana publicada en español, así como traducir algunos artículos editados en revistas y libros o bajados de la red; todo relacionado con Vygotski.

miércoles, 13 de julio de 2016

González Rey


Avanzar más en la historia de la psicología soviética a partir de las representaciones dominantes de la psicología occidental y soviética
Fernando L. González Rey
History of Psychology 2014, Vol. 17, No. 1, 60–78

Traducción: Efraín Aguilar

En este artículo se pretende avanzar en la representación de la psicología soviética tal como ha prevalecido en occidente. Esta representación corresponde también a la que ha dominado en la psicología soviética. Algunas posturas teóricas y autores han monopolizado la situación política, al ganar reconocimiento injustificado en diferentes periodos históricos de la psicología. El creciente número de publicaciones, tanto en Rusia como en occidente, ha sufrido distorsiones resultantes de la censura, y esta situación nos permite en este momento hacer nuevas interpretaciones de la psicología soviética así como de sus principales protagonistas.

Para lograr este propósito comenzamos con la manera como la psicología soviética empezó a ser conocida en Estados Unidos, debido a la relevancia de las interpretaciones estadunidenses y a la publicación de la recepción de Vygotskiy y de la psicología soviética en todo el mundo. Nos ocupamos más de los momentos, hechos y autores de esa psicología y sus interrelaciones, lo que permite nuevas interpretaciones de la psicología soviética. También discutimos los hechos teóricos y metodológicos y los autores que han permanecido en la oscuridad o han sido poco discutidos por décadas tanto en la psicología soviética como en la occidental.

Llamamos la atención sobre aquellos momentos cronológicos que consideramos relevantes, donde consideramos los hechos para cada momento histórico sin pretensión alguna, con el fin de convertirlos en la mejor periodización para la psicología. En nuestras divisiones, nos centramos en las discusiones, eventos y figuras que están muy relacionadas con algunos momentos cualitativos y rupturas dentro de la psicología soviética. Debido a los contextos históricos e institucionales dentro de los que se desarrolló esa psicología, los cambios, contradicciones y heterogeneidad merecen una atención cuidadosa.

Al poner de lado las presiones políticas que impactaron la psicología soviética, este artículo  discutirá a profundidad los dos momentos que afectaron particularmente la vía tomada por la psicología soviética. El primero se relaciona con la eliminación de los filósofos y psicólogos idealistas que jugaron un papel importante en el advenimiento de aquella psicología, un hecho que ha sido por completo omitido de esa historia y de sus interpretaciones. El segundo se refiere al pico de las presiones políticas sobre la psicología que tuvieron lugar a fines de los años 1940 como resultado de las purgas dentro de la ciencia soviética, impulsadas por las acusaciones planteadas por Lysenko contra las desviaciones burguesas de la genética soviética. Como resultado de aquel periodo, por vez primera en la historia, fue impuesta una psicología marxista basada en la doctrina de Pávlov.

Después de examinar aquellos momentos históricos, este artículo discute a profundidad el momento post estalinista de la psicología soviética, que preserva la idea de identificar la psicología marxista por su objetividad. Luego de la muerte de Stalin, al ser superado el reduccionismo fisiológico pavloviano impuesto oficialmente por un corto lapso durante los años 1950, se produjo un punto de inflexión. Aquí la atención se fijó en la actividad basada en el objeto, en la que los objetos concretos vinieron a ser la esencia de la definición para una psicología marxista soviética. El ascenso y la caída de la teoría de la actividad son discutidos dentro de esta compleja red de la teoría psicológica en ambos momentos.

Representación de la psicología soviética y de Vygotskiy en occidente

Los primeros trabajos dedicados a la psicología rusa en inglés fueron publicados a inicios del siglo 20. Entonces la figura más conocida era Pávlov, el primer autor en ser publicado en inglés durante la primera mitad de ese siglo. Como los estudios de Pávlov estaban centrados en los reflejos condicionales, hay cierta confusión al identificarlos como reflejología. “Reflejología” fue un término desarrollado por Biéjtieriev, otra gran figura de la neurofisiología rusa, con el propósito explícito de sustituir a la psicología en su explicación de la conducta humana. La errónea identificación de Pávlov con la reflejología se ha extendido hasta hace poco. Bruner (1995), uno de los pioneros de la relación soviética-estadunidense en los años 1960 dijo, “Cuando Stalin tomó el poder en 1925, se convocó a realizar Congresos en la línea de la doctrina marxista, incluido uno para llevar la psicología y las ciencias del cerebro en la línea del marxismo en general y de ‘Pávlov’ en particular” (p. 76).

Si un psicólogo bien informado como Bruner expresaba tal idea, significa que no era una posición aislada, sino una representación social de la psicología soviética que permaneció viva en occidente hasta los años 1990. Hasta los 1970s las publicaciones de los psicólogos soviéticos eran escasas en inglés y aparecían sin las contextualizaciones históricas. De acuerdo con Luria, la línea más fuerte de la psicología rusa era en los 1920s la reactología de Kornílov y no la postura teórica de Pávlov (Luria, 1928). Luria era miembro del consejo  editorial de Journal of Genetic Psychology en aquel tiempo, y abrió el camino para que dos de sus colegas, Vygotskiy y Leóntiev, también publicaran artículos en esa revista en 1929 y  1932, respectivamente (A. N. Leontiev, 1932; Vygotsky, 1929). A pesar de esas tempranas publicaciones en inglés, los autores no tuvieron gran impacto entre los psicólogos estadunidenses debido a la falta de referencias para seguir esas tendencias.

Entre 1930 y 1960, aparte de los artículos antes referidos, los trabajos originales de los psicólogos soviéticos permanecieron relativamente desconocidos y para obtener información, los estadunidenses dependían de los autores que sabían ruso (Cole, 1963). Esta situación explica el escaso interés en la psicología soviética en los Estados Unidos de aquella época. A inicios de los 1960s, Bruner, ya muy conocido, inició una correspondencia cada vez mayor con Luria y como resultado hizo su primer viaje a Moscú. A través de Luria estuvo en contacto con el Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Moscú, encabezado por Leóntiev.1 Estos intercambios entre Bruner y Luria y Leóntiev abrieron el camino para una creciente curiosidad en la psicología soviética entre los psicólogos cercanos a Bruner. Como resultado de aquella primera visita a Moscú,
Bruner dijo, “Encontré a aquellos jóvenes académicos rusos en ciencias cognitivas, quienes estaban batallando contra Pávlov del mismo modo como yo lo estaba contra el enfoque eskinneriano” (Amrein-Beardsley, 2012, p. 5).

1 La información acerca de la primera visita de Bruner a Moscú fue tomada de la entrevista de Audrey Amrein-Beardsley con Bruner, obtenida por el autor del sitio http://www.insidetheacademy.asu.edu/wp-content/uploads/2012/08/transcriptBruner.pdf

Las primeras impresiones de Bruner propiciaron la llegada de una nueva representación de la psicología soviética en los Estados Unidos. Como se desprende de la declaración previamente citada de Bruner, esta nueva representación fue modelada sobre todo a través de Leóntiev y su estrecho círculo de seguidores, cuyas posiciones fueron tomadas por Bruner a través de su propia lente cognitiva que representaba una subversión a las posturas eskinnerianas dominantes. Las primeras impresiones de Bruner sobre la psicología soviética fueron como sigue:

Mientras tanto —el giro más irónico de todos— el segundo sistema de señales dio a Vygotskiy y seguidores a fines de los años 1930 (principalmente Luria, Leóntiev, Sokolov y Zinchenko; Vygotskiy había muerto de tuberculosis en 1934) la sombrilla ideológica que necesitaban para sacar la teoría histórico-cultural a la lluvia. Era la época de “la batalla por la consciencia” a fines de los años 1940 y los 1950. (Bruner, 1995, p. 78)

Bruner presentó erróneamente al grupo de Leóntiev como los luchadores de la “batalla por la consciencia”, término que, en ese tiempo, fue reducido por ese grupo a un mero  epifenómeno de las operaciones prácticas externas concretas con los objetos materiales.

En 1962, Michael Cole, un joven psicólogo estadunidense interesado en la psicología cultural, pasó un año de post doctorado como estudiante de Luria en la Universidad Estatal de Moscú. Cole también compartió la representación de Bruner quien, de paso, benefició mucho a Luria y Leóntiev; ellos encarnaban para el psicólogo estadunidense el valor simbólico de haber sido los luchadores por una nueva psicología, de la cual Vygotskiy era el pionero. La capitalización de tal legado simbólico era una fuente inigualable de prestigio para ese grupo, lo que fue una de las razones de su popularidad en los países occidentales. Partes importantes de la historia entre Leóntiev, Luria y Vygotskiy no habían sido publicadas en Rusia durante aquellos años. Cuando fue publicado el primer volumen de la obra de  Vygotskiy, Pensamiento y Habla, en inglés (en 1962), tuvo un mínimo impacto en la psicología estadunidense. Según Glick (2011), después de esa publicación, Piaget seguía  monopolizando las referencias de la psicología estadunidense en educación y desarrollo infantil.

La popularidad de Vygotskiy se debe más a Mente en Sociedad  (Grijalbo) que a la edición en inglés de Pensamiento y Habla. Mente en Sociedad fue editada por un grupo de autores (Cole, Steiner, Scribner, & Souberman, 1978). Desde aquel momento este libro fue por décadas la referencia más relevante a Vygotskiy en occidente.

Antes de la publicación de Mente en Sociedad, el libro A Handbook of Contemporary Soviet Psychology, editado por Cole y Maltzan, fue publicado en 1969 después del regreso de  Cole de Moscú. El prólogo fue escrito por Leóntiev, Luria y Smirnov. El interés por la psicología soviética creció rápido a inicios de los años 1970 como resultado de los puntos de convergencia entre la psicología soviética y un grupo de psicólogos estadunidenses con su revolución cognitiva tan anunciada, en la que Bruner estaba a la vanguardia. Como resultado de todos esos procesos en los años 1960 y 1970 Mente en Sociedad tuvo un alto  impacto.

La etiqueta “teoría histórico-cultural de la actividad” aún no había sido formulada en aquellos años, pero el modo como Vygotskiy, Leóntiev y Luria aparecían como parte del mismo movimiento teórico era una fuerte premisa para esa definición. En los años 1980, Vygotskiy llegó a ser una celebridad en la psicología occidental y muchos trabajos estuvieron dedicados a sus similitudes teóricas con autores como Mead, Dewey y Bartlett, lo que inició una nueva psicología en los Estados Unidos. El cuadro de Vygotskiy dado por los autores norteamericanos fue a través de las lentes de sus intérpretes. En 1985, Wertsch publicó Vygotsky y la Formación Social de la Mente (Paidós), haciendo una notable contribución a la  interpretación del proceso de Vygotskiy que avanzó como resultado de los eventos antes mencionados.

El peso dado al instrumentalismo en ciertos momentos de la teoría de Vygotskiy fue un punto fuerte para identificar a Vygotskiy con el pragmatismo. La siguiente afirmación de Bruner (1985) fue su declaración sobre la lectura de Vygotskiy en relación con el instrumentalismo: “Para empezar, me gustó su instrumentalismo. Es decir, yo admiraba su modo de interpretar el pensamiento y el lenguaje como instrumentos para planificar y llevar a cabo la acción” (p. 23).

La censura y las prioridades dadas por diferentes grupos de poder que monopolizaron la psicología soviética en diferentes momentos de su historia, no permiten seguir el orden  cronológico de los escritos de las publicaciones psicológicas de Vygotskiy. Muchos de sus trabajos permanecieron en los archivos familiares hasta los 1980s, cuando sus Obras Escogidas fueron publicadas en ruso. Lo mismo sucedió con otros autores, muchos de los cuales nunca fueron traducidos al inglés, como Shpet, Chelpánov, Ananiev, Miasischev y Abuljánova.

Desde el principio las interpretaciones norteamericanas de Vygotskiy trataron a Leóntiev y  Luria como los seguidores que mejoraron este legado. En las décadas de 1980 y 1990, la formulación de Vygotskiy sobre el enfoque histórico-cultural se convirtió en psicología sociocultural. Este término fue usado en referencias importantes a los estudios vygotskianos en los 1990s (ver Bruner, 1995). En los años 1990, Cole avanzó en la discusión de una psicología cultural (Cole, 1998; Cole & Gajdamaschko, 2010).

Más recientemente, Cole y Wertsch (2011) dijeron, respecto a su apropiación de las ideas de Zinchenko, algo que, en mi opinión, es válido para caracterizar la interpretación general de la psicología soviética por los autores norteamericanos: “Con claridad, muchos factores pueden ser legítimamente invocados para explicar nuestro limitada comprensión de las ideas de Vladímir Pietróvich. Nuestro propio fondo académico limitado hace difícil seguir los detalles necesarios para interpretar la investigación en dominios culturales aparentemente muy separados, especializados” (p. 6).

En los 1980s, sin embargo, el término “teoría de la actividad” ganó relevancia particular entre los autores europeos —así fue creada la International Society for Cultural Research on Activity Theory en 1986 (Engestrom, Jantzen, Ruckriem, Hedegaard y Veggeti, entre otros). La sociedad publicó los Multidisciplinary Newsletter for Activity Theory como su órgano oficial. Sin embargo, a fines de los 1990s, la teoría de la actividad comenzó a ser más relacionada con el enfoque histórico-cultural en el que se convirtió como teoría de la actividad histórico-cultural, que es el término más usado actualmente en occidente para referirse a Vygotskiy, Luria y Leóntiev.

A pesar del esfuerzo hecho por publicaciones como Soviet Psychology y Journal of Russian and East European Psychology para sacar a la luz a diferentes autores, la representación  dominante que iguala a Vygotskiy, Leóntiev y Luria como los principales representantes de la psicología soviética devino fuerte barrera para la discusión de nuevas ideas dentro de los círculos de estudios vygotskianos. Más recientemente han sido publicados artículos muy interesantes de las viejas y nuevas generaciones de psicólogos rusos en el Journal of Russian & East European Psychology.

Hace poco fueron publicadas obras importantes en Rusia y en occidente que han puesto de manifiesto nuevas vías dentro de esta tradición (Abuljánova, 1973, 1980; Bakhurst, 2007; Bruschlinskiy, 2001, 2002; Chudnovskiy, 2006, 2009; Cole & Gajdamaschko, 2010; Cole & Wertsch, 2011; Daniels, 2012; Davuídov, 2002; González Rey, 2009, 2011; Koshmánova, 2007; Kudriavtsev, 2006; A. A. Leóntiev, 1992, 2001; Orlov, 2003; Vassilieva, 2010; Yaroshevskiy, 2007; Yasnitsky, 2009, 2010, 2012; Zinchenko, 1993, 1995, 2002, 2007). Las interpretaciones y omisiones unilaterales con respecto a la psicología soviética no sucedieron exclusivamente en la psicología occidental sino también en la soviética (Zavershneva, 2009; Zavershneva & Osipov, 2010).

Con base en los hechos antes mencionados, no hay duda que un nuevo inicio en la interpretación de la psicología soviética está sucediendo; como resultado la interpretación de su historia será transformada y muchos de los conceptos y temas identificados como sus pilares teóricos serán revisitados.

Mi presentación de la psicología soviética no intenta ser completa, lo cual es imposible en un estudio histórico. Mi principal intención es presentar algunos momentos, autores y hechos en su interrelación y desarrollo teórico, en un intento de enfocar nuevas interpretaciones de la psicología soviética y algunos de sus autores. Este artículo ignora cualquier versión congruente y monolítica de los hechos analizados en un esfuerzo por  desmitificar algunas de las “interpretaciones correctas” establecidas de esa historia y sus  protagonistas. La psicología soviética era un movimiento vivo y, como tal, estaba lleno de contradicciones, de las que son posibles diferentes interpretaciones.

Debido a la complejidad de la materia, este artículo comienza por presentar los temas clave de la psicología soviética en diferentes momentos históricos, varios de los cuales se mantuvieron ocultos por mucho tiempo debido a la represión política y disputas teóricas dentro de la psicología. Una interpretación histórica no debería ser considerada solo en relación a hechos históricos reales; toda interpretación histórica es parte de un más complejo paradigma a través del cual algunos fenómenos ganan más visibilidad sobre otros.

La lucha para definir una psicología marxista: los años 1920 y su relevancia para las vías posteriores de la psicología soviética

Aunque la revolución rusa había ejercido una mayor represión desde su inicio, hecho que se manifestó muy pronto en la represión de la revuelta de los marineros en Kronshtadt, la revolución rusa también representó, al inicio, una era de creación en las más diversas áreas de la vida social. La psicología no fue la excepción. Hasta mediados los años 1920, el desarrollo de la psicología representaba un periodo muy rico y plural, dentro del cual creció activamente la polémica como resultado de la busca activa de una psicología marxista. Desde inicios de los 1920s, las posturas idealistas en psicología comenzaron a llevar hacia una connotación ideológica. Sin embargo, los científicos idealistas, quienes contribuyeron a un avance de la psicología rusa desde fines del siglo XIX, continuaron la libre defensa de sus puntos de vista durante los primeros años de la revolución.

La influencia de la neurofisiología y de la filosofía idealista representaron los dos polos de influencia principales en la psicología soviética hasta la mitad de los años 1920. A pesar de su relevancia para la psicología en Rusia y el extranjero, Pávlov no era un psicólogo y nunca intentó serlo. La reflejología, propuesta por Biéjtieriev, emergió como alternativa a la psicología como una disciplina. Biéjtieriev inauguró el Instituto de Petrogrado para el Estudio del Cerebro y la Actividad Mental donde se rodeó de un grupo de discípulos, algunos de ellos psicólogos que devendrían relevantes en los años posteriores, tales como  Lazurskiy, Ananiev y Miasischev.

La influencia de la filosofía idealista rusa fue suprimida en la psicología soviética desde la primera mitad de los 1920s hasta los 1980s. Los primeros profesores de  psicología dentro de los departamentos de filosofía ejercieron posturas teóricas idealistas y aparecieron simultáneamente en las universidades de Moscú y Leningrado en 1863 (Budilova, 1983). Entre los filósofos idealistas dedicados a enseñar psicología estaba M. M. Troitskiy, quien ocupó la cátedra de psicología en la Universidad de Moscú. De acuerdo con Budilova, “su tesis doctoral fue la primera obra de psicología rusa en tener un carácter histórico” (p. 19). Los filósofos idealistas rusos fueron los primeros en remarcar la cultura como base para entender el desarrollo de la consciencia humana.

El filósofo idealista Chelpánov fundó el Instituto de Psicología de la Universidad Estatal de Moscú, inaugurado oficialmente en 1914. Otros psicólogos que más tarde llegaron a ser sobresalientes psicólogos soviéticos tales como Blonskiy y Kornílov, fueron sus discípulos en aquel tiempo. Chelpánov invitó a su discípulo y colaborador Gustav Shpet, uno de los más brillantes psicólogos rusos, a trabajar con él en el Instituto de Psicología desde su inicio.

En 1920, Shpet organizó el Departamento de Psicología Étnica. Este fue un importante paso hacia la integración orgánica de la cultura en la enseñanza de la psicología. De acuerdo con Zinchenko (2007), “Vygotskiy era estudiante de Shpet en la Universidad Popular Shanyavskiy y asistió a sus seminarios durante dos años” (p. 212). Debido a esos autores idealistas, los temas de cultura, lenguaje y consciencia fueron relevantes para la psicología soviética algunos años después, particularmente en la obra de Vygotskiy.

A inicios de los años 1920, la reflejología y la psicología progresaron en paralelo en Petrogrado y Moscú. Sin embargo, la base idealista sobre la que avanzó la psicología en  Moscú fue dirigida por Chelpánov, quien halló fuerte resistencia en sus propios discípulos, principalmente Kornílov y Blonskiy. La polémica Kornílov–Chelpánov tuvo su pico en el Primer Congreso Ruso de Psiconeurología, en 1923, cuando Kornílov defendió con firmeza la necesidad de avanzar más allá de la definición de una psicología marxista. Después del congreso, Chelpánov fue reemplazado por Kornílov como director del Instituto de Psicología. Kornílov ganó espacio político e institucional en la temprana psicología soviética. Fundó la reactología, que, a diferencia de la reflejología, se enfocó en las diferencias externas como base de la conducta. Luria y Leóntiev fueron parte del grupo de Kornilov en ese momento. Un año más tarde, Vygotskiy formó parte del grupo a invitación de Kornílov.

Luria (1928) comentaba sobre la psicología soviética de aquel tiempo del siguiente modo:

Los psicólogos como regla comparten las posturas objetivas de los fisiólogos pero llevan a cabo su trabajo sobre bases mucho más amplias, al abordar la psicología desde el punto de vista de aquella conducta estructural que está determinada por las condiciones sociales. A esa rama pertenece la mayoría de los psicólogos rusos que no aceptan el punto de vista  mecanicista de los reflejólogos. Será suficiente al respecto mencionar los nombres del Profesor Kornílov, Profesor Blonskiy (su obra psicológica es de un carácter genético distinto), Profesor Básov y L. S. Vygotskiy. (p. 347)

Notar que Luria no mencionó a Leóntiev, quien estaba en el Instituto antes que Vygotskiy. La elevada opinión de Luria sobre Vygotsky se puede ver aquí, pues él solo tenía 4 años de ser miembro del laboratorio. La cita deja en claro que la conducta es entendida dentro de un esquema estímulo–reacción, similar al defendido por el conductismo al mismo tiempo. Después de la misteriosa muerte de Biéjtieriev en 1927, el poder institucional y político de la reflejología comenzó a disminuir en la Unión Soviética, mientras Kornílov y su grupo ganaban creciente relevancia.

Las divergencias, discusiones abiertas y orientaciones diferentes que caracterizaron a la psicología soviética durante la primera mitad de los años 1920 comenzaron a cambiar en la segunda mitad de aquella década cuando los representantes idealistas de la psicología fueron excluidos de la psicología soviética. La posición teórica objetiva defendida por Kornílov, dentro de la cual lo social parecía ser identificado como un estímulo externo, fue el inicio de una psicología objetiva gobernada por un determinismo social de la conducta como sinónimo de la psicología marxista. La postura de Kornílov influyó en sus jóvenes colaboradores, una marca que estaba presente en ciertos momentos de la obra de  Vygotskiy y que vino a caracterizar y dominar la concepción de Leóntiev de la teoría de la  actividad. Esta influencia es clara en la siguiente declaración de Vygotskiy (1995):

Es verdad que el signo al principio es un medio de comunicación y solo después deviene un medio de la conducta personal, es por completo evidente que el desarrollo cultural, basado en el uso de signos y la inclusión del signo en el sistema de conducta general inicialmente tiene lugar de un modo social, externo. . .  La psicología principal de la función de la palabra es una psicología social y si queremos saber cómo la palabra funciona en la conducta  individual, deberíamos analizar, primero y sobre todo, su función previa en la  conducta social de la persona. (p. 147; énfasis agregado)

La frecuencia con que la palabra “conducta” es usada en la cita muestra la relevancia dada a ese concepto, sobre si es social o individual.

Sin embargo, el pensamiento de Vygotskiy era más contradictorio y creativo que el de sus  compañeros dentro del grupo de Kornílov debido, en gran parte, al rico fondo cultural, filosófico y psicosocial de Vygotskiy. Entre las influencias teóricas de Vygotskiy, la de su  profesor y después colega Shpet, merece una especial atención. Shpet pareció ser la principal influencia teórica en la representación de Vygotskiy de la psicología. El nombre de Shpet ha salido a la luz solo recientemente (Zaviálov, 2009; Zinchenko, 2002, 2007, 2009). Como dice Zinchenko (2007),

A pesar de todas esas conexiones, solo hay una referencia a Shpet en las obras de Vygotskiy (en Psicología del Arte), y esto solo es de paso. Y los libros de Shpet Fenómeno y Significado (1914), Fragmentos Estéticos (1922) y La forma interna de la palabra (1927), en los que discute el pensamiento y el lenguaje, pensamiento y palabra, significado y sentido así como las formas externa e interna de una palabra, fueron todos publicados mucho antes que Pensamiento y Habla de Vygotskiy (1934). (p. 212)

El nexo entre Shpet y Vygotskiy ha sido bastante ignorado por los representantes soviéticos y occidentales del pensamiento de Vygotskiy. Este nexo representa un hecho histórico y también es un punto teórico muy importante que refleja las raíces del pensamiento de Vygotskiy. Esto puede asociarse con las posturas avanzadas al final de su vida en relación con el periodo definido por sus seguidores como la “teoría histórico-cultural” (González Rey, 2011; A. A. Leóntiev, 1992; Miller, 2011; Yasnitsky, 2012). Los hechos y eventos históricos relacionados con ese cambio permanecieron desconocidos. Sin embargo, es un hecho muy curioso que Rubinshtéin invitara a Vygotskiy a enseñar en el Instituto Pedagógico Hertzen, mientras los demás seguidores permanecieron en Járkov.

A fines de los años 1920 y al comenzar 1930, una nueva representación teórica estaba en proceso en la psicología soviética, sobre todo a través de las publicaciones de Vygotskiy y  Rubinshtéin. Parece como si estos autores, por diferentes vías, intentaran ir más allá de la interpretación prevaleciente de la psicología marxista como una psicología objetiva basada en la conducta. Rubinshtéin (1964) y Bozhóvich (1968) fueron los primeros psicólogos soviéticos en señalar que Vygotskiy y Leóntiev no podían ser igualados como parte de un paradigma teórico similar:

Últimamente este concepto surge entre nosotros como una “línea de Vygotskiy” [el autor se refiere al concepto de internalización] mientras la densa y variada concepción teórica de  Vygotskiy de ningún modo puede ser reducida a la internalización. . .  Este concepto es usado en este momento por Leóntiev y seguidores en la psicología soviética, quienes entienden “internalización” como el “mecanismo” por el cual nuestra actividad psicológica  interna es formada por nuestra actividad material externa. (Rubinstein, 1964, pp. 338–339; mi observación está entre paréntesis)

Esta cita y los otros puntos formulados hasta aquí ilustran la complejidad y los principales  movimientos que existían en aquel momento. Para dar un cuadro más balanceado del desarrollo de la psicología soviética en los años 1920, es importante resaltar los siguientes aspectos que resumen algunos de los principales argumentos que requieren ser tomados en cuenta:

• Desde el inicio de esta década, la apertura y diversidad que caracterizaron a la psicología en los primeros años después de la Revolución de Octubre comenzaron a sufrir la presión política resultante de considerar a los pensadores idealistas como enemigos de la revolución. La construcción simbólica del enemigo con sus terribles consecuencias para la sociedad soviética había comenzado. Como resultado, los filósofos y psicólogos idealistas fueron desterrados de las instituciones científicas y, en consecuencia, de la historia.
• En ese tiempo Vygotskiy no era un luchador aislado, pues Leóntiev y Luria se le unieron. Los tres fueron parte del grupo de Kornílov y apoyaron su identificación de la psicología marxista como una psicología objetiva. También apoyaron su determinismo socioconductual mecánico. Las dos fuerzas en disputa que fueron definiendo la psicología marxista en esa década fueron la reflejología de Biéjtieriev y la reactología de Kornílov.
• En la segunda mitad de esa década Vygotskiy abandonó su énfasis en las emociones, las fantasías, la voluntad, la personalidad y la imaginación, las que caracterizaron a “Psicología del Arte” y a sus primeros trabajos en defectología. Luego pasó a centrarse en el signo, la mediación, la internalización y las funciones mentales superiores lo que supuso un “punto de inflexión cognitivo-instrumental” en su obra.
• En esta década no se asumió una postura oficial en psicología. La psicología todavía estaba gobernada por sus protagonistas, como puede verse en las diferentes posturas psicológicas que, dentro del materialismo, continuaban sus movimientos  contradictorios en aquellos años.

Nuevas vías de la psicología soviética en las décadas 1930 y 1940: Consecuencias de las  purgas de Stalin sobre las instituciones científicas de psicología

A inicios de los años 1930, la psicología seguía siendo pluralista, pero de diferente modo a la de los tempranos 1920s. La diversidad estaba alienada dentro de una definición marxista de la psicología. A fines de los años 1920, emergió una nueva fuerza en la figura de Rubinshtéin. Éste regresó de Alemania en 1913 y trabajó primero como profesor y después como Catedrático de Psicología en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Odessa. En 1930 Rubinshtéin fue invitado a dirigir la Cátedra de Psicología en el Instituto Pedagógico  Hertzen de Leningrado.

Los años 1930 vieron el auge de la represión estalinista. La colectivización forzada de los  kulaks, las purgas dentro de la armada y el partido, y la deportación masiva de gente a Siberia para trabajos forzados caracterizaron esta década. La situación creó un clima de miedo y  suspicacia, lo que perjudicó todas las esferas de la sociedad soviética. En consecuencia muchas personas e instituciones sociales de la Unión Soviética devinieron extrañamente motivadas hacia la represión de sus colegas. Las instituciones científicas no fueron la excepción.

En los años 1930, el Politburó del Partido Comunista comenzó a dirigir directamente todas las esferas sociales en la “correcta postura ideológica”. En psicología, esta postura se concretó a través de los decretos por los que el Partido Comunista intervino constantemente en el desarrollo de la psicología, al hacer así una enorme presión sobre la disciplina. El decreto que más afectó la psicología en esta década fue contra la paidología en 1936, como resultado del cual Vygotskiy y otros importantes psicólogos soviéticos como Basov fueron muy criticados por sus colegas, y la paidología fue desterrada de la psicología soviética. Leóntiev fue uno de los que criticó severamente a Vygotsky (A. N. Leóntiev, 1937/1998). Cada decreto del Partido demandó una reorientación de la psicología y produjo serias dificultades en su desarrollo.

En 1930 Leóntiev renunció a la Academia de la Educación Comunista del Instituto Estatal Comunista. En 1932 Luria fue designado como jefe de Sección del Instituto Psicológico Ukraniano en Járkov y Leóntiev jefe del Departamento de Psicología Infantil y del Desarrollo (Botsmánova, Gúsieva, & Ravich-Schervo, 1994). Poco después que Leóntiev y Luria se fueron a Járkov, Bozhóvich y Zaporózhets les siguieron para formar el grupo de Járkov. Las razones por las que Vygotskiy permaneció en Moscú separado de sus discípulos permanecen oscuras y existen diferentes explicaciones hipotéticas —materia que está más allá del objetivo de este artículo. Hoy, las profundas contradicciones teóricas entre la posición del grupo de Járkov y Vygotskiy en su momento son bastante reconocidas (Galperin, 1995; A. A. Leóntiev, 1992; Zaporózhets, 1995). En el último periodo de su vida Vygotskiy enfatizó el habla, el sentido, las emociones, la consciencia y la perezhivanie (experiencia emocional) más que la actividad práctica, lo que fue criticado por Leóntiev y el grupo de Járkov.

Al mismo tiempo, el prestigio de Rubinshtéin aumentó. Paradójicamente, su posición teórica tenía importantes puntos de contacto con los que defendía Vygotskiy en sus últimas obras. Como declaró Brushlinskiy (1997),

En sus “Cuadernos filosóficos” Lenin, en particular, llegó a la importante conclusión que la  “consciencia humana no solo refleja el mundo objetivo, sino que lo crea”. Tal conclusión de  Lenin (que de inmediato comenzaron a mencionar Vygotskiy, Rubinshtéin y otros psicólogos soviéticos) causó no poco disgusto en los filósofos e ideólogos soviéticos oficiales, porque claramente contradecía la primitiva teoría dogmática del reflejo, al impedir su concretización en la ciencia. (p. 6)

El principio del reflejo era uno de los pilares que sostenía la definición marxista dominante de la psicología. Fue la piedra angular de la teoría de la actividad de Leóntiev quien, al defender la identidad entre la estructura interna y externa de la actividad, subrayaba la actividad interna como reflejo de la externa. A diferencia de Leóntiev, tanto Vygotskiy como Rubinshtéin transcendieron, en ciertos momentos de su obra, las limitaciones del concepto de reflejo mientras intentaban crear un sistema teórico psicológico sobre nuevas bases, algo que ninguno de ellos logró terminar en vida.

A inicios de los años 1940, a pesar del creciente clima de represión como resultado del estalinismo, un nuevo enfoque de la psicología, en el que sujeto y consciencia fueron tomados en cuenta con seriedad, ganó fuerza institucional. Esto sucedió cuando  Rubinshtéin fue nominado como jefe del Departamento de Psicología de la Universidad de Moscú en 1942 y, 3 años después, en 1945, como jefe del Departamento de Psicología del  Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, puestos que ocupó simultáneamente.2 Una vez en Moscú, Rubinshtéin invitó a algunos de sus estudiantes de  Leningrado, como Yaroshevskiy y Komm, a unírsele en el Departamento de Psicología de la universidad. Al mismo tiempo, invitó a Leóntiev y otros del grupo de Járkov, como Galpierin y Zaporózhets (Bruschlinskiy, 2001; Archivos de la Universidad Estatal de Moscú sobre cómo Rubinshtéin fue expulsado, 1989).

El libro Bases de Psicología de Rubinshtéin, originalmente publicado en 1935, fue muy apreciado por los psicólogos soviéticos de la época, tal como se ve por los comentarios de casi todos los científicos que revisaron el libro. Sin embargo, desde la primera edición hubo comentarios críticos sobre sus problemas ideológicos (Bogdánshikov, 2008; Archivos de la Universidad de Moscú, 1989). La edición de 1946 fue objeto de severas críticas, que ganaron nuevo significado como resultado de las purgas en curso en las instituciones científicas. El punto de partida fue la acusación de Lysenko de las desviaciones burguesas de la genética soviética, de donde inició una verdadera “limpieza ideológica” en todas las ciencias soviéticas, conocida como lysenkoísmo.3

2 Rubinshtéin fue el primer psicólogo soviético electo como Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Después de él, solo Kravkov en 1946 y Lómov en 1976, lograron este status. La Academia de Ciencias era el centro en el que las decisiones académicas y políticas tenían lugar en la Unión Soviética, las que, desde luego, siempre eran mediadas por los círculos políticos soviéticos.
3 Este término es atribuido a la expansión de la postura de Lysenko orientada hacia la definición de una genética marxista, lo que llevó a una purga ideológica en todas las ciencias soviéticas de aquel tiempo. Como resultado, el brillante académico soviético Vávilov fue quitado como director del Instituto de Genética de la  Academia de Ciencias. Fue acusado de hacer una separación reaccionaria entre teoría y práctica (Sheehan, 1985).

Las purgas impulsadas por el lysenkoísmo alcanzaron la cima a fines de los años 1940. Rubinshtéin fue la principal víctima en psicología, acusado por su cosmopolitismo, término de moda en el discurso de Lysenko. La acusación contra Rubinshtéin se basaba en “la desviación ideológica” del libro y en el camino tomado por la Cátedra de Psicología de la Universidad Estatal de Moscú bajo su dirección. Se llevó a cabo una sesión del Consejo Científico de la Facultad de Filosofía para discutir las acusaciones contra Rubinshtéin. Éste fue removido de sus cargos institucionales más tarde. El oportunismo entre los psicólogos soviéticos fue evidente por el tipo de argumentos usados contra Rubinshtéin (Archivos de la Universidad Estatal Lomonósov). Llamo la atención sobre las críticas de Galpierin y Leóntiev en esa histórica sesión. El primero dijo,

El freudismo no fue políticamente evaluado con relación a su papel actual en América. . . . pero en vez de que el autor hiciera una crítica radical de Freud, de hecho usó algunas de las concepciones más relevantes de Freud en lo que respecta a la pasión. (Rubinstein, 1989, p. 58)

Leóntiev, a su vez, señaló,

que en la Cátedra de Psicología no son discutidos importantes documentos políticos nacionales o conceptos . . . esto es, ellos no han discutido los materiales publicados en periódicos nacionales relevantes como Pravda y Cultura y Vida acerca de las cuestiones discutidas hoy aquí, el cosmopolitismo. (Archivos de la Universidad Estatal de Moscú sobre cómo Rubinshtéin fue expulsado, 1989, p. 61)

Ambas posiciones estaban basadas en el lenguaje del lysenkoísmo; en vez de plantear cuestiones científicas y administrativas, abordaron problemas ideológicos, algo que debió tener terrible consecuencias en ese momento, como se demostró claramente en el trágico destino sufrido por Shpet, quien había recibido la pena de muerte unos años antes (Zinchenko, 1999).

Aunque la teoría de Leóntiev fue también criticada por sus desviaciones ideológicas en la misma sesión, sus críticas contra Vygotskiy respecto a la paidología (A. N. Leóntiev, 1937/1998), junto con sus posturas contra Rubinshtéin, es un importante antecedente para juzgar el papel que jugó unos años después en la psicología soviética. Después de la destitución de Rubinshtéin en 1949, Tióplov lo reemplazó por un corto tiempo como jefe de la Cátedra de Psicología de la Facultad de Filosofía. En 1951, esa responsabilidad pasó a  Leóntiev, quien inició su carrera política meteórica en la psicología soviética (Archivos de la Universidad Estatal de Moscú, 1989).

Una parte importante del grupo de Járkov se organizó alrededor de Leóntiev, quien ocupaba la Cátedra de Psicología en la Facultad de Filosofía. Teóricamente, Rubinshtéin se enfocó en la personalidad y la consciencia en un intento de llevar luz a la persona como un sistema complejo. Este era el principal tema para definir la psicología como marxista. Esta cuestión había sido largo tiempo ignorada en la psicología soviética. Después de la destitución de Rubinshtéin, esto fue omitido una vez más de la agenda de Leóntiev.

Como Radzijovskiy (1988) señaló,

toda la riqueza expresada en las ideas de los autores clásicos marxistas con respecto al tema de la “perezhivanie” subjetiva4 no fue interpretada de modo adecuado por los filósofos soviéticos; no fue creada una antropología marxista entre nosotros; el concepto de  “perezhivanie” subjetiva no existía en nuestro lenguaje filosófico. Precisamente por esta razón el tránsito de la filosofía a la psicología fue muy difícil. (p. 126)

4 Este concepto ha sido traducido al inglés como “experiencia emocional”. Sin embargo, el término tiene un significado más amplio. En la definición de Vygotskiy, representa una unidad compleja dentro de la cual el medio ambiente y la estructura de la personalidad del niño emergen como una unidad psicológica auto-reguladora del desarrollo, en la cual las dimensiones cognitiva y afectiva integran una nueva cualidad de la personalidad (ver Yaroshevskiy, 2007).

La convergencia de la obra de Vygotskiy y Rubinshtéin entre 1931 y 1934, cuando ambos se enfocaban en la persona en vez de las funciones psicológicas de la persona, no recibió suficiente atención en la psicología rusa y en la occidental. La representación prevaleciente de la incompatibilidad entre ellos fue estimulada en gran medida por Leóntiev y por algunos de sus más cercanos seguidores en los años 1960.

En suma, los años 1930 y 1940 vieron a la psicología padecer una creciente presión e intervención del poder político. Primero fue el decreto contra la paidología, que resultó en que muchos trabajos de pensadores como Vygotskiy y Básov permanecieron sin publicar y sus obras sin ser usadas en los programas oficiales de psicología, tales como la psicología del arte. En los programas para estudios de doctorado en psicología, la única referencia a Vygotskiy hasta los años 1970 era La Historia del Desarrollo de las Funciones Mentales Superiores, en la cual Vygotskiy estaba más cercano a Leóntiev que en sus otras obras. La representación hegemónica sobre Vygotskiy en la psicología soviética fue definida por Leóntiev y su grupo. La teoría de la actividad comenzó a ganar fuerza creciente y visibilidad dentro de la psicología soviética a fines de los años 1940. La llegada de un momento nuevo en la psicología estaba cerca.

Las décadas de 1950 y 1960: Emergencia de la teoría de la actividad como la nueva psicología marxista

La “definición marxista de genética” de Lysenko llevó al apoyo oficial de la definición de una “versión marxista” en todas las ciencias soviéticas. Con base en un Decreto del Partido a inicios de los años 1950, se llevó a cabo una reunión entre la Academia de Ciencias de la Unión Soviética y la Academia de Ciencias Médicas, conocida como la “Sesión de Pávlov”. La reunión definió la teoría de Pávlov sobre los reflejos condicionales como la base científica sobre la cual debía ser construida la psicología marxista (Botsmánova et al., 1994).

La jerga fisiológica quedó grabada de nuevo en las obras psicológicas publicadas. La reacción contra la psicología como ciencia fue tan pronunciada en la “Sesión de Pávlov” que Budilova, Lómov y Shorójova (1975) observaron, “En la discusión muchos de los  participantes rechazaron la alternativa de un estudio objetivo de la mente, lo que les llevó a proponer la sustitución de la psicología por la fisiología de la actividad nerviosa superior” (p. 12).

Los temas subjetivos desarrollados por Vygotskiy y Rubinshtéin, tales como las emociones, la imaginación, el sentimiento y la personalidad, desaparecieron posteriormente de la psicología soviética. Solo el equipo de Bozhóvich, los discípulos de Rubinshtéin en Moscú y Anániev y Miasischev en Leningrado continuaron la teorización de la personalidad, pero hasta ellos retuvieron la jerga fisiológica en su escritos.

Como Abuljánova y Brushlinskiy (1989) dijeron,

Enfocados en las discusiones acerca del objeto de la psicología en su relación con la teoría del reflejo y con la fisiología, los psicólogos no tomaron en cuenta la personalidad en lo teórico o en lo metodológico como base para definir el objeto de la psicología: la mente como cualidad del cerebro y el reflejo del mundo dejó de ser vista como cualidad de la persona, como personalidad. (p. 15)

Simultáneamente convergieron dos tipos de reduccionismo en la psicología soviética durante esos años: (a) un reduccionismo fisiológico, oficialmente establecido en ese momento; y (b) un reduccionismo centrado en la actividad orientada al objeto, que progresó a través del poderoso Departamento de Psicología liderado por Leóntiev. Esta orientación generalizada hacia una ciencia natural objetiva representó un gran obstáculo para avanzar más hacia una nueva definición ontológica5 de la mente humana, como lo habían intentado Vygotskiy, Rubinshtéin, Anániev, Bozhóvich y Miasischev.

5 Para evitar la connotación metafísica del término “ontología” como la esencia universal del ser, el concepto es aquí usado para enfatizar diferentes cualidades de los temas que llegaron a ser inteligibles a través de las construcciones teóricas resultantes de los diferentes  ámbitos científicos. El modo como es usado el término en esta obra no tiene ninguna pretensión en definir el conocimiento como una representación de un ser externo dado. El conocimiento representa una forma de inteligibilidad, que permite un camino de nuevos conceptos y prácticas en que se basa la legitimización de las teorías científicas. Al mismo tiempo, el reconocimiento de diferentes definiciones teóricas que coexisten en cualquier ámbito científico impide un nuevo regreso a la metafísica, ya que la posición se basa en un principio único y universal. Parece que ha tenido lugar en las posturas mantenidas por algunos construccionistas sociales radicales para quienes todos los fenómenos humanos se explican como prácticas discursivas (Gergen, 2006).

Después de la muerte de Stalin en 1956, el 20 Congreso del Partido Comunista decretó la reestructuración de la vida soviética que puso nuevas demandas a la psicología soviética y vio una nueva era en su desarrollo. Lo que se hizo evidente después de la muerte de Stalin fue un periodo de menor interferencia política directa en la ciencia por el Politburó del Partido Comunista. Sin embargo, las resoluciones y prioridades establecidas en esa época como resultado de tales interferencias continuaron su influencia en psicología por un tiempo. Como las instituciones sociales eran más resistentes al cambio que otras áreas de la vida social, y como los mecanismos institucionales permanecieron vivos durante los tiempos de las interferencias políticas, el estalinismo sobrevivió.

Las nuevas agendas políticas priorizaron la mejoría de la educación y la calidad de los especialistas en las diferentes áreas de la esfera productiva. Además, el fantasma de la vigilancia ideológica de la desviación idealista y burguesa permaneció como referencia para la función científica de las instituciones.

La reorientación de la psicología hacia la educación y el énfasis en temas como la preparación moral y profesional recibieron alta prioridad. Como consecuencia, temas como personalidad, aprendizaje y desarrollo estuvieron de nuevo en el primer plano dentro de la psicología soviética. Sin embargo, el materialismo como doctrina todavía prevaleció sobre la  dialéctica, un hecho que, junto con la subjetividad social dominante de las instituciones psicológicas, ayudó a la representación de una psicología objetiva que permaneció como sinónimo de psicología marxista. La cultura soviética tradicional, gobernada por su interés a permanecer en una “correcta postura ideológica”, se movió del reduccionismo reflejológico —que llegó a ser un símbolo de los “viejos tiempos”— a la nueva vía que sostiene el ideal de una ciencia objetiva, a través de entender la psique humana como un reflejo de una realidad concreta dada. Nada fue más sensible a esta representación que la idea de la actividad práctica con objetos introducida por la teoría de la actividad de Leóntiev:

A primera vista parece que la representación de la naturaleza de la mente basada en objetos se refiere solo a la esfera particular de los procesos cognitivos; que en relación a las esferas de las necesidades y las emociones, esta representación no se extiende. Esto, sin embargo, no es así. (A. N. Leontiev, 1975, p. 86) 6

6 La traducción al inglés iguala el término objetivo a la naturaleza basada en objetos. El segundo término es el usado en la versión original en ruso y que yo considero más apropiado porque Leóntiev se refirió a una objetividad primaria definida por los objetos materiales concretos.

La teoría de la actividad ganó progresivamente un status institucional y político central en el rápido ascenso político de Leóntiev. Su carrera despuntó en 1963 cuando recibió el premio Lenin, una distinción que reforzó su fuerza política. Fue entonces que Bruner, Cole y, después, Wertsch visitaron la Unión Soviética por vez primera.

Aunque Basov y Rubinshtéin fueron los primeros psicólogos soviéticos en incursionar en el concepto de actividad, Leóntiev transformó un tipo específico de actividad, la actividad práctica con objetos, en el principio central de su teoría. En vez de enfocarse en la unidad de la consciencia y la actividad como recíproca, momentos entretejidos como hizo  Rubinshtéin, Leóntiev interpretó esa unidad, es decir, en su movimiento de la actividad hacia la consciencia, como un reflejo de la realidad (Zinchenko, 2002).

En los años 1960, la teoría de la actividad se consolidó como una versión madura de una  “psicología marxista”. La nueva terminología teórica como resultado del dominio de la teoría de la actividad en la década de 1960 reemplazó a la jerga fisiológica que había sido dominante. Una nueva jerga psicológica emergió como base de una psicología objetiva marxista. Los trabajos psicológicos miméticamente emplearon los términos institucionalizados de la teoría de la actividad. Conceptos como objeto, acción, objetivo e internalización reemplazaron a los términos fisiológicos como los principios fundacionales de la psicología marxista. Los procesos mentales comenzaron a ser tratados como operaciones intelectuales originadas de las operaciones externas. Este tratamiento persistió a través de la trayectoria teórica de Leóntiev, incluso en su última publicación relevante, Actividad, Consciencia y Personalidad:

“Aún más, se ha demostrado que los procesos de pensamiento interno no son sino el resultado de la internalización y de la transformación específica de la actividad práctica externa, y que un tránsito estable desde una forma de actividad a la otra existe” (A. N. Leóntiev, 1975, p. 44; traducción mía del ruso).

Estas pocas líneas resumen, de modo significativo, el foco sobre las acciones prácticas externas como la fuente de los procesos psicológicos, entendido por Leóntiev como actividad interna. Este enfoque no solo tiene una base teórica sino un fondo ideológico tal como lo remarcó Galpierin (1984) claramente:

“En ese momento estábamos confrontados por dos peligros: el conductismo y el subjetivismo. Para evitar el subjetivismo era necesario tener todo el tiempo en mente la primacía de la actividad externa” (p. 59).7

7 La versión rusa de este artículo fue publicada en 1983 como un capítulo del libro A. N. Leóntiev y la psicología moderna: Una colección de artículos en memoria de A. N. Leóntiev (pp. 240–244; tomado de la nota que apareció en la versión al inglés publicada en la Unión Soviética).

El énfasis en la actividad práctica, externa, que transformó la tesis de Leóntiev en un principio ideológico para el desarrollo de la psicología marxista fue atribuido a Marx. A través de esta metamorfosis ideológica, la actividad llegó a ser un concepto ontológico, sagradamente situado en el centro de la psicología marxista. Aunque Marx enfatizó la actividad práctica, específicamente la actividad del trabajo, lo hizo con respecto a un tipo de problema diferente. A diferencia de Leóntiev, su énfasis no pretendía reducir la génesis de la mente humana a operaciones prácticas con objetos. La obra de Leóntiev estaba caracterizada por su intento de importar, miméticamente, los conceptos filosóficos de Marx en la psicología. Es interesante cómo Leóntiev progresivamente citó a Marx y Lenin, dejando a un lado las referencias a Vygotskiy y otras teorías psicológicas. Esta tendencia fue especialmente muy fuerte en su último libro, Actividad, Consciencia y Personalidad, en el cual no hay virtualmente referencias a Vygotskiy.

Leóntiev (1975) declaró, “En esto radica la idea del requisito de Lenin [acerca del reflejo], que no vamos de la sensación al mundo externo sino de la palabra externa hacia la sensación, de la palabra externa como primaria al fenómeno psicológico subjetivo como secundario” (p. 49).8

8 De la edición en inglés (Leontiev, 1978, p. 30). El pasaje en inglés no fue citado por completo debido al significado distorsionado de una palabra que, a su vez, alteró el significado de todo el pasaje.

La actividad designada por Leóntiev, dada su capacidad para explicar la psique en términos de operaciones externas, era el único medio exclusivo para lograr una representación  materialista de los procesos psicológicos. Hacer eso le permitió adherirse por completo a la formulación del reflejo de Lenin, un principio ontológico que llevó a entender las funciones mentales por su naturaleza como idénticas a la operación externa en la que hallan su génesis a través de la internalización.

Koshmánova (2007) señaló una diferencia importante entre Vygotskiy y Leóntiev:

“Sin embargo, a mi entender, la noción vygotskiana de la actividad parece diferente. En aquellos raros casos cuando Vygotskiy hablaba de la actividad humana, usaba la noción solo como un principio explicativo, pero Leóntiev la usó como objeto de investigación” (p. 69).

La evidencia indica que la definición concreta de actividad por Leóntiev está cautiva dentro de un círculo muy estrecho de acciones prácticas; cualquier proceso, función o estructura psicológica se origina en las actividades prácticas con objetos. La teoría de la actividad no explicaba cómo las operaciones internalizadas llegaban a ser parte de un sistema subjetivo. Este carácter objetivo que Leóntiev adscribe a su teoría fue criticado por algunos de sus más cercanos seguidores y colaboradores:

Esencialmente, por un largo tiempo estuvimos forzados a estar contentos con el hecho que algunas correlaciones externas eran establecidas entre la actividad y los procesos mentales, por ejemplo, al notar que dadas tales y tales características específicas de la actividad, o tal y tal estructura, tal y tal motivación de la actividad, y así en lo sucesivo, tales y tales cambios ocurren en los procesos mentales, aunque el mecanismo de estos cambios y la naturaleza misma de estos procesos mentales nunca fueron estudiados en particular. (Zaporózhets, 1995, p. 14)

La falta de atención a la parte subjetiva de los procesos mentales fue una característica  definitoria de la teoría de la actividad de Leóntiev; la actividad a la que él se refería está basada en operaciones concretas con objetos concretos.

Aunque Leóntiev se centró en una definición estrictamente instrumental de la función psíquica, cayó en una trampa naturalista cuando quiso explicar la motivación humana. Como él no reconocía un carácter ontológico específico de la mente, al identificar la psique como operaciones internalizadas, no podía explicar las necesidades humanas como psicológicas, lo que le forzó a identificar la necesidad como un estado natural del organismo. El esquema dominante “actividad-objeto” excluyó completamente al sujeto de la actividad y su función generadora: “La necesidad solo es un estado de necesidad del  organismo que en sí misma no es capaz de dar lugar a cualquier actividad específica. . . Solo como resultado de su  encuentro con el objeto correspondiente, es capaz de llegar a dirigir y regular la actividad” (A. N. Leóntiev, 1975, p. 87). Esa definición permanece cautiva dentro de una dicotomía naturalista-social, en que la necesidad es entendida biológicamente por la génesis, mientras el objeto es social, pero dado a priori por la actividad humana. El autor buscó resolver esta dicotomía a través de una vía mecánica, por el hallazgo de una necesidad dada a priori con el objeto dado también a priori, como resultado de lo cual la necesidad deviene mental.

Solo después del encuentro de la necesidad con su objeto ésta deviene un motivo sin referencia alguna al cambio de su estructura. Basado en esto, Leóntiev definió el motivo como el objeto de la actividad. La creatividad humana, la fantasía y la imaginación no configuran actividad mental, la que, de acuerdo con Leóntiev, es reducida, en la comprensión del motivo, a ser un mero dispositivo instrumental; la actividad es entendida en esta definición como el nexo entre el objeto y la necesidad y como el modo a través del cual las operaciones externas devienen internas como resultado de la internalización. La actividad es un sistema auto regulado que remplaza a la persona como sujeto, como resultado del cual los procesos subjetivos del sujeto no son tomados en cuenta. Por esta razón, el ser humano es una creatura biológica cuyos procesos mentales tienen lugar en términos de sus actividades. Como lo señaló con claridad Davuídov (1981), “Los objetos por sí mismos (énfasis de Davuídov) guían las transformaciones de esta actividad en el proceso de los contactos prácticos del sujeto con ellos” (p. 14).

El concepto de actividad, definido por Leóntiev, marca la piedra angular de un sistema teórico fuera del cual su aplicación no tiene sentido. El carácter objetivo del concepto de actividad fue estrechamente seguido por los más fieles seguidores de Leóntiev. Elkonin (1995) declaró,

La idea de esta llamada actividad interna — o, mejor debería decir— actividad intelectual ha devenido confundida en la cuestión de la división de cualquier actividad, incluida la actividad intelectual, con un componente orientador y ejecutivo. Esta división parece ser real no solo por su actividad externa, práctica, esto es, por una actividad que acompaña alguna tarea práctica de cambiar las cosas hacia el exterior, sino también por una actividad que llamamos intelectual. (p. 32)

En la cita de Elkonin, es posible ver dos principales características del reduccionismo objetivo de Leóntiev: primero, la relación directa entre actividad externa e interna, y segundo, la reducción de la actividad interna a operaciones intelectuales sin relación con las funciones psicológicas afectivas. Tal reduccionismo en la comprensión de la actividad interna alimentó el enfoque desproporcionado en el estudio de las funciones cognitivas que prevaleció hasta la mitad de los años 1970 en las investigaciones empíricas ancladas en la teoría de la actividad. Desde fines de los 1950s, renombrados psicólogos soviéticos  (Rubinshtéin, Anániev, Bozhóvich y Miasischev entre otros) habían criticado a Leóntiev. Rubinshtéin (1964) escribió,

Ellos [Leóntiev y su grupo] entienden como internalización el “mecanismo” por el cual nuestra actividad mental interna resulta de nuestra actividad externa material. Los principios [en la definición de Vygotskiy] que hemos formulado arriba sufren aquí una distorsión de la cual esos principios resultan interesantes e importantes acerca de la prioridad de la actividad práctica, y su papel en la formulación de una actividad mental teórica adquiere un carácter inapropiado. . . Cualquier actividad material externa del hombre ya contiene en sí misma los componentes psicológicos mediante los cuales esa actividad es regulada (pp. 339–349).

La observación de Rubinshtéin toca una importante idea pasada por alto durante mucho tiempo en la psicología soviética: cualquier actividad externa es en sí misma una actividad psicológica, porque contiene componentes psicológicos responsables para su sentido psicológico. Esta idea constituyó el núcleo de su famoso principio concerniente a la unidad entre consciencia y actividad: la actividad es un concepto psicológico no porque signifique la piedra angular para definir todos los procesos psicológicos —como propuso Leóntiev—sino porque incorpora los procesos subjetivos de la consciencia.

Las consecuencias del carácter ideológico de la teoría de la actividad hasta mediados  los años 1970 están revelados en los temas y lenguajes empleados en los artículos publicados desde los inicios de los 1960 en las principales revistas soviéticas de psicología, como Problemas de Psicología. En su análisis sobre aquella producción, Matiushkin y Kúzmina (1983) afirmaron,

En la categoría de actividad fue incluido todo: necesidades y motivación, estados psicológicos y cualidades psicológicas de la personalidad, así como los diferentes tipos de conducta y acciones humanas. . .  La actividad es tomada como la única categoría de la psicología marxista. Otros conceptos psicológicos como la comunicación, personalidad y consciencia son solo considerados a través del prisma de la actividad. (p. 9)

En ese tiempo, investigaciones mínimas en los campos de la psicología clínica, de la salud y social eran evidentes. Estos campos eran incompatibles con el lenguaje de la teoría de la actividad. Sin embargo, algunos grupos—específicamente aquellos dirigidos por Anániev y Miasischev en Leningrado que estaban orientados al estudio de la psicología social, de la ingeniería e institucional— se opusieron a este reduccionismo. Miasischev (1960) también generó importantes conocimientos a la psicología clínica. El grupo de Bozhóvich estudió la motivación y la personalidad con base en los principios teóricos de Vygotskiy. Otro grupo  importante dedicado el estudio de la personalidad y la motivación fue el formado por los discípulos de Rubinshtéin, encabezado por Antsifiérova, Abuljánova y Bruschlinskiy.

Al esbozar la situación de la psicología soviética por décadas, Abuljánova (1973) subrayó,

A pesar de las feroces polémicas entre aquellos adictos a una explicación  sociopsicológica de la mente y los partidarios de la explicación cibernética o fisiológica, la postura de ambos grupos es idéntica. El intento de materializar la mente o asignarle materialidad mediante su identificación con algo diferente revela el carácter anti dialéctico de esta forma de conocimiento, la inhabilidad de aplicar la dialéctica al descubrimiento de la especificidad del fenómeno mental (p. 49).

La postura unilateral de la teoría de la actividad implica un punto de vista reduccionista de la subjetividad, que es reducida a las imágenes subjetivas de los objetos externos dados. Como Leóntiev (1975) subrayó, “En el proceso generado por esas relaciones, los objetos son postulados como imágenes subjetivas en el cerebro humano, como consciencia” (p. 31). La ambigüedad de tal afirmación es alta, ya que tiene todo lo que tiene que ver con la subjetividad en la obra de Leóntiev. La consciencia parece reducirse en esta reivindicación de lo subjetivo al cerebro humano. El énfasis de la consciencia sobre la actividad que ha caracterizado los trabajos de Zinchenko en los últimos años de lucha no ha sido casual, aunque él había sido un colaborador cercano a Leóntiev.

A mitad de los años 1970, la psicología soviética comenzó un importante nuevo capítulo como resultado de varios eventos que tuvieron lugar en aquel momento, entre los cuales está la muerte de Leóntiev y el desplazamiento del poder político de la Universidad Estatal de Moscú al Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias Soviética. La última institución estaba encabezada por un discípulo de Anániev, B. F. Lómov quien, rodeado por los discípulos de Rubinshtéin, representó un importante nuevo polo de poder político y teórico en la psicología soviética. Además de esos dos eventos, otros cambios importantes en la sociedad soviética y en el orden político soviético también influyeron la psicología.

Un nuevo momento en la psicología soviética: la caída de la actividad como el principal concepto de la psicología soviética

Como fue el caso en la historia después de largos periodos de hegemonía, los cambios en la psicología soviética y en la sociedad desde los años 1970 forjaron un fecundo momento para cuestionar las limitaciones de la teoría de la actividad en los amplios círculos de la psicología soviética. En 1977, el V Congreso de la Sociedad de Psicólogos de la Unión Soviética hizo del “problema de la actividad en la psicología soviética” su tema central. El congreso desató una discusión sin precedentes al recordar las limitaciones conceptuales de imputar la génesis del fenómeno psicológico a la actividad concreta con objetos que Leóntiev había avanzado durante las dos décadas precedentes. Muchos de los más relevantes psicólogos soviéticos de ese tiempo, incluidos Bruschlinskiy, Galpierin, Pushkin, Menchískaya, Tijomírov, Nepomníschaya y Farapónova, entre otros, participaron en las actas del congreso.

En su presentación, Nepomníschaya (1977) destacó,

La realización del “enfoque de la actividad” que tuvo gran relevancia para el desarrollo de una psicología materialista se desarrolló de tal modo que llevó a una representación unilateral y limitada del objeto de la psicología. El objeto de la psicología se divide en diferentes partes; el pensamiento, los procesos sensoriales y la actividad de la personalidad dividida y la personalidad fueron empleados de un modo estrecho, reduciéndose a los motivos y dejando de lado otras dimensiones importantes del sujeto considerado como un todo. (pp. 72–73)

El concepto de personalidad mantuvo un estatus notablemente secundario e irrelevante dentro de la teoría de la actividad hasta la publicación en 1975 de Actividad, Consciencia y  Personalidad, donde Leóntiev establecía nuevas vías teóricas para entender su previa  definición del sentido personal. Estas vías eran promisorias para el estudio de la personalidad e introducían una nueva “vida” a las investigaciones subsecuentes de la  personalidad en los años 1980 dentro de este enfoque teórico (Asmolov, 1984; Stolin, 1983). Sin embargo, debido a que el estudio de la personalidad exigió que los principios generales de la teoría de la actividad, en más de un concepto, fueran modificados, esta línea prometedora no podía avanzar más, pues como matriz conceptual de la teoría de la actividad no había dado oportunidad para avanzar en el estudio de la personalidad.

El tema de la personalidad no representaba solo una categoría específica. Dentro del concepto de personalidad había cuestiones teóricas generales que aparecían indirecta y parcialmente en la psicología soviética por las presiones ideológicas. Los temas del sujeto —subjetividad, consciencia y sociedad— comenzaron a ser tratados abiertamente por un círculo restringido de psicólogos soviéticos en los años 1970 y 1980 (Abuljánova, 1973, 1980; Bruschlinskiy, 1994; Chudnovskiy, 1988). Sin embargo, unos años después en la psicología rusa esos temas emergieron con particular fuerza (Bruschlinskiy, 1994, 2002; Chudnovskiy, 2006; Serguienko, 2009; Skotnikova, 2009; Tólstyj, 2008; Zinchenko, 2002, 2007, 2009).

Otra categoría que tuvo un estatus distintivo en aquellos años y del mismo modo trascendió los límites de la teoría de la actividad, como lo definió Leóntiev, fue la comunicación. Las discusiones iniciales de este concepto buscaron asimilarse dentro del clásico esquema de la actividad orientada al objeto. En consecuencia, Lómov (1978) criticó la lógica de A. A. Leóntiev en su artículo “Actividad y Comunicación” (1978). Él defendió la comunicación como una categoría psicológica particular irreductible a la terminología de la teoría de la actividad. La comunicación era entendida por Lómov como un proceso dialógico más que uno instrumental. La crítica de Lómov tuvo eco en ciertos seguidores de Leóntiev unos años después (Davuídov, 2002; Smirnov, 1993; Zinchenko, 1995, 2002).

Como escribió Lómov:

La representación psicológica general de la actividad, los esquemas de su análisis y su correspondiente aparato conceptual estaban organizados en relación con el estudio de la actividad individual, que naturalmente se define por la propia problemática de la psicología general. . . Por esta razón, a veces fueron aplicados a las posturas de la actividad individual que fueron elaboradas por el marxismo para el análisis de la actividad de la sociedad, y por otro lado los procesos mentales son tratados como tipos particulares de actividad (Lómov, 1978).

Al fallar en percibir la necesidad de un nuevo paradigma teórico, los propulsores de la teoría de la actividad trabajaron al mínimo para desarrollar nuevos conceptos y aterrizaron nuevos fenómenos psicológicos solo a través de la formulación original de la actividad práctica concreta, en un proceso en el cual llegó a ser casi un dogma metafísico nuevo.

El concepto de comunicación especifica la dinámica y los efectos de los contactos emocionales entre las personas que no pueden ser descritos por el carácter unilateral  “sujeto– objeto” apoyado por el marco teórico de la actividad. La comunicación como un proceso dialógico de modo simultáneo incluye las posturas generadoras y activas de las personas involucradas, cuyas fantasías e imaginación y la expresión abierta de sus subjetividades son inseparables de la comunicación. Ellos no son objetos concretos en ese  proceso, porque el otro es irreductible a ser un objeto; aún cuando actúe como un escucha él subjetivamente produce lo que escuchó. Hubo un muy inocente intento de presentar al otro como un escucha a través del concepto de objeto.

Las nuevas vías teóricas abiertas en los años 1970 fueron decisivas en la posterior apertura de la psicología soviética a una agenda nueva, que incluyó a psicólogos que jugaron un papel definitivo en la fundación de la psicología soviética pero que fueron acusados como idealistas. El movimiento que comenzó en los últimos años de la psicología soviética y que continúa hoy en la psicología rusa, ha tenido poco impacto en las interpretaciones tradicionales de los investigadores occidentales acerca de los autores soviéticos.

Como observaron recientemente Cole y Gajdamaschko (2010),

Al mismo tiempo ha habido un amplio reconocimiento de la apropiación intercultural de las ideas de Vygotskiy. Las dificultades resultantes requieren una aproximación crítica a todas las demandas de autenticidad sobre adhesiones a las presuntas ideas originales o la fidelidad de su aplicación en la investigación contemporánea del aprendizaje y el desarrollo. (p. 253)

Tales dificultades relativas a la apropiación intercultural de las ideas de Vygotskiy por autores occidentales puede extenderse por lo general a la interpretación de estos autores sobre la psicología soviética. Tales apropiaciones han omitido los contextos histórico-culturales y los distintos momentos del desarrollo en la obra de los psicólogos soviéticos.

Algunos comentarios finales

La psicología soviética representó un movimiento amplio y heterogéneo cuyas diferentes tendencias compartieron ciertos principios generales que le permitieron ser definida como psicología histórico-cultural. Sin embargo, las profundas contradicciones entre esas tendencias también existieron pero no habían sido estudiadas a profundidad por los psicólogos rusos y occidentales hasta hace muy poco. Las vías tomadas por la psicología soviética durante su corta vida estuvieron muy influidas por los dramáticos cambios  políticos, históricos y sociales que caracterizaron la era soviética.

El descubrimiento de Vygotskiy por los psicólogos estadunidenses en el momento en que esta psicología pasaba por cruciales procesos de cambio, como resultado de las críticas al conductismo eskinneriano y el advenimiento de la psicología cognitiva, fue decisivo para el creciente interés en Vygotskiy, que surgió de un grupo de vanguardia de psicólogos estadunidenses activamente involucrados en los cambios que tenían lugar en la psicología estadunidense. Una nueva representación de la psicología soviética por los trabajos occidentales hasta hoy igualaron, a través de diferentes etiquetas, a Vygotsky, Leóntiev y  Luria como parte del mismo paradigma teórico. Esta representación fue cultivada por  Leóntiev y su grupo en los años 1960, quienes trataron monopolizar el legado de Vygotskiy. Un pequeño grupo de psicólogos estadunidenses  comenzó en este periodo una estrecha relación con el grupo liderado por Leóntiev.

La teoría de la actividad de Leóntiev incorporó la tradición prevaleciente en la psicología soviética, al identificar el carácter marxista de la psicología con su objetividad como ciencia. Se hizo una gran diferencia con los intentos de Vygotskiy y Rubinshtéin, en diferentes vías, al plantear la consciencia y la persona en el centro de la psicología. Tal punto de convergencia entre estos autores permitió que algunos de sus discípulos contactaran entre sí cuando discutían la personalidad y la posición activa de la persona (Abuljánova, 1973, 1980; Bozhóvich, 1968; Bruschlinskiy, 1994).

Muchas ideas y temas desarrollados en la psicología soviética que fueron pasados por alto durante mucho tiempo entre psicólogos soviéticos y occidentales están comenzando a ganar la atención. Ha habido una profunda transformación en la interpretación de la psicología soviética y sus principales autores, tanto en occidente como en Rusia, que es evidente en un creciente número de trabajos dirigidos a la consciencia, la subjetividad y el sujeto (Bruschlinskiy, 2002; Davuídov, 2002; Kudriavtsev, 2006; Serguienko, 2009; Skotnikova, 2009; Yasnitsky, 2012; Zinchenko, 2002).

Diferentes momentos históricos y tendencias que caracterizaron el desarrollo de las psicologías soviética y actual están complejamente interconectados unos con otros, y muchos de los aspectos teóricos y epistemológicos de la psicología soviética podrían ser interpretados hoy a través de las vías actuales de la psicología rusa. La atención a este movimiento desarrollada en este artículo abre la posibilidad de  avanzar nuevas interpretaciones acerca de la psicología soviética las que, a su vez, pueden contribuir hoy a nuevas interpretaciones de su legado.

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