Este blog busca difundir algunas fuentes de la obra vygotskiana publicada en español, así como traducir algunos artículos editados en revistas y libros o bajados de la red; todo relacionado con Vygotski.

domingo, 19 de julio de 2015

Machado, Facci y Barroco


TEORÍA DE LAS EMOCIONES EN VYGOTSKI
Letícia Vier Machado, Marilda Gonçalves Dias Facci, Sonia Mari Shima Barroco
En: Psicologia em Estudo, Maringá, v. 16, n. 4, p. 647-657, out./dez. 2011

Traducción: Efraín Aguilar

La psicología de Liev Semiónovich Vygotski viene progresivamente ganando visibilidad en el contemporáneo escenario científico. En Brasil, eso puede ser comprobado por el número creciente de publicaciones en revistas científicas, como también por medio del registro de grupos de investigación en el Directorio de Pesquisas del CNPq. La vasta e intensa producción del autor y la dificultad de acceso a ella - tomada aquí como fuente primaria en la lengua de origen, el ruso – y las diferentes traducciones e interpretaciones de la obra no agotarían el estudio acerca de los diversos temas abordados por el autor. En esas producciones Vygotski da lugar al problema del desarrollo ontogenético, de la triangulación biológico-histórico-cultural y de la cuestión pensamiento-lenguaje, además de temas que subyacen a esos temas centrales, como la constitución y el desarrollo de las funciones psicológicas superiores, como imaginación, memoria, atención, abstracción y emoción. Aunque el tema de la emoción ha impregnado toda la producción del autor, desde sus primeros trabajos de cuño no psicológico y la redacción de Psicología del Arte (Vigotski, 2001) en la cual el autor analiza el fenómeno de la emoción estética provocada ante una obra de arte, hay pocas evidencias de estudios sobre las emociones en Vygotski.

Se nota que no es común en los cursos de graduación en psicología que esta obra sea reunida en las referencias como bibliografía de disciplinas que abordan los fundamentos de la psicología. De la misma forma, tampoco ha sido recurrente que ese tema o esa producción vygotskiana específica reciban la atención que merecen dentro del propósito de  explicarse la formación social de la mente. Sobre aquellos autores que analizaron el tema de las emociones en Vygotski, se registra que ensayaron una aproximación a otros teóricos, como Jean-Paul Sartre (Maheirie & Diogo, 2007), Norbert Elias (Oliveira, 2009) Sigmund Freud (Magiolino & Smolka, 2010) y Gilles Deleuze (Mostafa, 2008), para citar algunos. Así podemos considerar que, aunque los autores traigan subsidios para estudiar el tema, todavía es necesario un análisis detenido de la obra Teoría de las emociones, de Vygotski, un análisis que tome en cuenta que esa obra tiene como guía la base materialista generalmente adoptada por el autor en sus elaboraciones.

En este sentido nos gustaría contribuir al estudio de este tema. Nuestro objetivo, en este artículo, es presentar datos de un estudio de la emoción basado en la obra de Vygotski realizado en los años 2009-2010, teniendo como obra central la Teoría de las emociones (Vygotsky, 1998; Vigotsky, 2004). Ello requiere que no solo nos refiramos a sus escritos, sino que destaquemos la importancia de autores contemporáneos suyos o de siglos anteriores, para comprender sus bases filosóficas y su aprehensión de aquello que la psicología ya había producido acerca del tema elegido, así como de sus oposiciones.

En un primer momento, abordaremos dos conferencias de Vygotski que dirigieron el tema de su estudio posterior sobre la emoción, a fin de elucidar la concepción de emoción que ya subyacía a sus escritos. En seguida profundizaremos en el estudio de la Teoría de las emociones, para rescatar sus bases filosóficas y la dialéctica de los factores biológicos y culturales en el desarrollo emocional.

EL CAMINO DE VYGOTSKI POR LAS EMOCIONES

En busca realizada con la base de datos Scielo (Scientific Eletronic Library Online), el 26 de marzo de 2010, con los descriptores emoción, educación y psicología, fue hallado un total de 43 producciones científicas, y de este total, dos artículos discurrían sobre la emoción en Vygotski. Como posibles causas de la insuficiencia de estudios en ese ámbito, (González Rey, 2000) estarían el desarrollo de la psicología cognitiva en los años 1950, las influencias de la lingüística y de la semiótica en la psicología de la postguerra, que conducirán las emociones a un epifenómeno en medio de los demás fenómenos psicológicos, como el lenguaje y el pensamiento, y la ausencia de un marco teórico sólido para la construcción de un conocimiento científico del tema.

No obstante Vygotski escribió Teoría de las emociones (Vigotsky, 2004) entre 1931 y 1933, época anterior al año de su fallecimiento, y al haber dejado la obra incompleta, ampliando las posibilidades de interpretación ambigua o errónea del contenido por él ilustrado, sus estudios dejaron contribuciones al tema. El libro tuvo su primera publicación en Rusia tardíamente, en 1984 (Zavialoff, 1998). En un diálogo con el filósofo holandés Baruch de Espinosa, del siglo XVII, en oposición al filósofo René Descartes, el autor procura demostrar que las psicologías de su contexto, que se decían espinosistas en sus teorías de las emociones, eran, fundamentalmente, cartesianas y dualistas.

En Psicología del Arte (Vigotski, 2001) el autor anticipa algunas de las consideraciones sobre la emoción que serían desarrolladas ocho años más tarde, en Teoría de las emociones. Sobre esas consideraciones, Toassa (2009, p. 99) resalta que Vygotski

(...) niega las teorías que reducen el arte a la sensación o a la emoción común. Admite, además la existencia de emociones desencadenadas por hechos que no dependen meramente del estímulo perceptual –difiriendo, en este punto, de las emociones animales. Tenemos, ahí, un antecedente histórico para su dura crítica a las psicologías que adoptaban el binomio estímulo-reacción como paradigma de investigación de la psicología humana.

Vygotski se refería a aquellas psicologías cuyas teorías de las emociones se basaban en el dualismo cartesiano, marco de la filosofía del siglo XVI. Esas psicologías, entre ellas la psicología de Carl Lange (1834-1900), se suponían herederas del monismo de Baruch [Benedicto] Espinosa (1632-1677), lo que servirá como instigador en la tarea que Vygotski emprendió para elucidar las verdaderas bases filosóficas sobre las cuales se erigirán las teorías de las emociones de su tiempo.

En la década de 1930 Vygotski emprende la redacción de dos conferencias que abordan o dirigen el tema de las emociones en su sistema de pensamiento: La imaginación y su desarrollo en la infancia y Las emociones y su desarrollo en el niño, esta última publicada por primera vez en 1932 (Clot, 1997).

En La imaginación y su desarrollo en la infancia (Vigotski, 1998) el autor hace una breve explicación de cómo la imaginación es abordada en la psicología de Sigmund Freud (1856-1939), de Jean Piaget (1896-1980) y de otros autores. Para Vygotski, en la vieja psicología, o sea, en la psicología tradicional de su época, que ora privilegiaba estudios sobre el comportamiento, ora destacaba la consciencia (ésta, no es raro, estaba estrechamente vinculada a la fisiología); la imaginación era reducida a otras funciones psicológicas, subdividiéndose en imaginación reproductora, como análoga a la memoria, e imaginación creadora. Haciendo frente a ese modo de concebir la imaginación – característica propiamente humana –, el autor la aborda sobre esas dos formas, pero no solo describiéndolas, sino elaborando una explicación que pone aspectos biológicos e histórico-culturales en intrínseca relación.

El proceso creativo, a su vez, era entendido solo como asociación de elementos pre existentes que se combinaban en un número de posibilidades finitas, como se observa en Wundt y en psicólogos de la época, que “consideraban que la fantasía del hombre está limitada, en principio, por la cantidad de imágenes obtenidas por asociación y que ninguna nueva conexión no vivida entre los elementos se puede sumar al proceso de la actividad de la imaginación” (Vigotski, 1998, p. 111).

Esa concepción asociacionista de la imaginación no abre posibilidades de creación más allá de lo que pre existe en el psiquismo, o sea, más allá de la casualidad. Añade que, así como ocurre con la emoción en la psicología - que, de acuerdo con Vygotski (1998), fue un proceso psicológico poco estudiado y clasificado como epifenómeno, es decir, un fenómeno psicológico secundario – ocurre también con la imaginación, sobre todo en lo que dice respecto a la imaginación creativa. El autor enuncia la importancia de la imaginación creativa para la historia de la psicología, como hará con las emociones en Teoría de las emociones, enalteciendo la importancia de ese fenómeno para la división de las corrientes filosóficas y psicológicas en psicología causal o explicativa (punto de vista atomista) y psicología descriptiva (intuitiva).

Para Vygotski (1998, p. 113), ambas corrientes resolverán la cuestión de la imaginación de manera metafísica: “(...) al tomar como original la actividad reproductora de la consciencia, cerraban el camino para explicar cómo surge la actividad creativa en el proceso del desarrollo”. En contrapartida, la concepción vygotskiana de la imaginación creativa difiere de esas psicologías, pues Vygotski concibe el desarrollo de la imaginación y su capacidad de conexiones dispares como no casuales y sujetas a las condiciones histórico-sociales, como veremos en el curso del texto.

La experiencia de la imaginación concebida por Vygotski (1998) es un pensamiento que al mismo tiempo se aparta de la realidad inmediata y se orienta a ella, una vez que se acopla con aspectos emocionales. En este sentido, la emoción desempeña el papel de mediadora, que conecta realidad inmediata e imaginación, y no es solo la imaginación que es rica en momentos emocionales, sino también lo es el pensamiento realista:

Si tomamos el pensamiento realista de un revolucionario, que refleja una complicada situación política o la estudia, que penetra en ella, en suma, si tomamos el pensamiento orientado a la resolución de una tarea de importancia vital para el individuo, veremos que las emociones relacionadas con tal pensamiento realista son, con mucha frecuencia, inconmensurablemente más profundas, más fuertes, más móviles y más significativas en el sistema del pensamiento que las emociones relacionadas con las visiones. Lo importante aquí es otro procedimiento de unión de los procesos emocionales con el pensamiento [cursivas nuestras] (Vigotski, 1998, p. 126).

Se anticipa aquí la posición teórica de Vygotski que será adoptada en Teoría de las emociones, en lo que dice respecto a la relación entre cognición y afecto, dos esferas no sobrepuestas, pero interdependientes del psiquismo humano. Las emociones, en Vygotski, y específicamente en esa conferencia, aparecen costurando otros fenómenos psicológicos, como la imaginación y el pensamiento, mas no como epifenómenos o fenómenos auxiliares: asumen un papel  activo, que desencadena acciones y no solamente son desencadenadas por ellas. Se eliminan, así, las contradicciones entre lo interno y lo externo y entre imaginación y pensamiento realista, para crear vínculos entre esas dos realidades emocionalmente experimentadas.

En suma, la conferencia sobre la imaginación es también una redacción sobre la emoción, en la medida que ambas funciones son clasificadas como superiores, culturalizadas, y asumen papeles semejantes en la historia de la psicología: fueron relegadas  a la condición de epifenómenos, al mismo tiempo en que la manera como fueron estudiadas por la psicología demarca la escisión de las corrientes psicológicas en psicología causal y psicología descriptiva. Uno de los puntos que Vygotski procuró destacar en ese texto fue la participación activa de la vida emocional en la esfera cognitiva del pensamiento y en el movimiento creador, que es la imaginación.

En la conferencia siguiente, intitulada Las emociones y su desarrollo en el niño, Vygotski (1997) teje algunas críticas a las concepciones tradicionales de la emoción en la psicología y anticipa algunas ideas desarrolladas en Teoría de las emociones. Inicia su exposición afirmando el predominio del naturalismo en la doctrina de las emociones, lo cual es comparado a los demás dominios de la psicología.

Ese naturalismo del cual habla el autor cubre desde la concepción darwiniana de las emociones hasta el conductismo de su época. De acuerdo con la teoría del evolucionista Charles Darwin (1809-1882), hay un vínculo entre las emociones humanas y las reacciones animales instintivas, y los sentimientos humanos son de origen biológico-animal, inclusive aquellos relacionados a las pasiones terrenas, al cuerpo, al egoísmo (Vigotski, 1997). Esa teoría influenció a los psicólogos del contexto de Vygotski, dando origen a teorías psicológicas que llenan los manuales soviéticos de psicología, resaltando el carácter instintivo de las emociones.

Este fue el destino de la psicología inglesa, la teoría del darwiniano Herbert Spencer (1820-1903), así como del psicólogo francés Théodule Ribot (1823-1891) y de la psicología alemana de orientación biológica, la cual, a despecho de las idiosincrasias de cada una, contenía una base naturalista-darwiniana de las emociones (Vigotsky, 1997). La concepción de la emoción común a esas teorías apuntaba al hecho de que las emociones humanas eran vestigios de las reacciones animales instintivas, debilitadas en su expresión y en su desarrollo.

Se trata, pues, de una especie de involución del desarrollo emocional humano. De acuerdo con Vygotski (1997, p. 125),1 “(...) la curva del desarrollo de las emociones es descendente (...), con el progreso del desarrollo las emociones se retiraron a segundo plano (...), el hombre del futuro es un hombre desprovisto de emociones”. Con eso, Vygotski (1997) destaca la imposibilidad de estudiar las particularidades de las emociones exclusivamente humanas, una vez que el avance del psiquismo implicaba en ello el retiro de la parcela emocional de la vida psíquica. Los protagonistas de esa concepción de la emoción como debida a reacciones orgánicas, a los cuales Vygotski dedica parte de su estudio en Teoría de las Emociones, eran el fisiólogo Carl Lange y el psicólogo William James (1842-1910).

1 Las traducciones del español al portugués y del francés al portugués son responsabilidad de las autoras.

Las críticas vygotskianas a James-Lange afirman que esos autores consideran las emociones como una parte aislada del psiquismo, ya que las consideraban como procesos de  naturaleza totalmente distinta y peculiar, separándolas, así, tanto del pensamiento como de la consciencia (Vigotsky, 1997). Están puestas así las condiciones para el retorno al dualismo cartesiano mente-cuerpo, cognición-afecto. Esa teoría imposibilita concebir un  desarrollo emocional o la aparición de nuevas emociones, una vez que, para William James, las emociones estaban asociadas a los órganos internos, poco o nada variables en el curso del desarrollo humano. En palabras del autor, “(...) la teoría de James y Lange cerraba todas las puertas, más herméticamente que todos los precedentes, a la cuestión del desarrollo de la vía emocional” (Vigotsky, 1997, p. 131).

Avanzando un poco en el desarrollo de las teorías de las emociones de ese período, Vygotsky (1997) discurre sobre las contribuciones del fisiólogo Walter Cannon, que, en la década de 1920, por medio de sus pesquisas en laboratorios con animales, refutó la existencia de una correspondencia unívoca entre emoción y expresión corporal, lo que indica que, para Cannon, la emoción transciende su expresión fisiológica, considerando que emociones tan distintas, como miedo y alegría, pueden resultar en una misma expresión.

Otra contribución de Cannon, de acuerdo con Vygotski (1997), fue reconectar las emociones al cerebro, pues en James-Lange las emociones estaban ligadas a los órganos internos y a la periferia del cuerpo. Para Cannon, la vida emocional dependía del centro cerebral, sin embargo para Vygotski (1997), la limitación de Cannon consistía en seguir la teoría de James cuando consideró las emociones como epifenómenos, reflejos en la consciencia de alteraciones en el organismo. Para Vygotski, las emociones son funciones psicológicas superiores, por tanto, culturalizadas y posibles de desarrollo, transformación o nuevas apariciones. Además de eso, la concepción vygotskiana de la emoción coloca ese proceso psicológico en estrecha relación con otros del psiquismo humano.

Vygotsky (1997) además menciona las contribuciones de Sigmund Freud al estudio de las emociones. No obstante haber permanecido un naturalista, Freud, por medio del análisis de las psicopatologías, elucidó que la naturaleza psicológica no podría ser comprendida solo por sus mecanismos causales y fisiológicos. Además de introducir la concepción de  desarrollo emocional, mostró que las emociones son diferentes en los niños y adultos.

Vygotski llegó a la siguiente conclusión:

Las dos líneas que traté examinar en el curso de esa conferencia son, por un lado, las pesquisas anatómicas y fisiológicas que desplazaron el centro de la vida emocional de mecanismos fuera del cerebro hacia un mecanismo cerebral, y, por otro, las pesquisas psicológicas que movían las emociones del segundo plano del psiquismo humano al primer plano, retirándolas de su aislamiento (...) para insertarlas en la estructura de todos los otros procesos psíquicos (Vigotsky, 1997, p. 149).

Como veremos en el próximo ítem, el autor ruso busca ir más allá de estas concepciones, entendiendo las emociones como formadas a partir de condiciones histórico-sociales, por tanto, aprendidas en determinado contexto.

LA OBRA TEORÍA DE LAS EMOCIONES

Entre 1931 y 1933 Vygotski escribió lo que iba a ser, posteriormente, el libro Teoría de las emociones. En el período en que el autor escribió esa obra, los manuales soviéticos de psicología, en lo que se refiere al tema de las emociones, todavía estaban guiados por la reflejología de Pávlov y en las “(...) relaciones entre el reflejo condicionado y el comportamiento consciente del hombre” (Zavialoff, 1998, p. 05), o basados en el naturalismo heredero de la perspectiva evolucionista de Charles Darwin.

En una busca de producciones soviéticas de ese período que abordasen el tema de las  emociones, encontramos un capítulo de A. A. Smírnov titulado Las emociones y los sentimientos (Smirnov et al., 1969), que coincide con muchas de las ideas de Vygotski sobre el tema. En este, el autor procura elucidar sus argumentos acerca de la visión central de que las emociones y los sentimientos son sociales, históricos y determinados por las relaciones sociales entre los hombres, por clases sociales y por exigencias sociales. Antes de dar continuidad al análisis de la Teoría de las emociones vamos a discutir sobre la diferencia entre sentimiento y emoción.

Para Smírnov (1969), las emociones y los sentimientos se desarrollan y se modifican, son constitutivos de la personalidad y permeados por vivencias y por la historia. El hombre debería ser educado para los sentimientos, para desarrollar una posición ante la realidad y construir nuevas formas de actuar en ella, nuevos sentimientos y una nueva moral: la moral del hombre soviético, el sentimiento de la colectividad y la valoración del trabajo.

De acuerdo con la Teoría Histórico-Cultural, el hombre actúa en la realidad y también reacciona a ella. Para Smírnov (1969), la manera de reaccionar del hombre ante las cosas, los acontecimientos y las personas es definida por emociones y sentimientos. Estos consisten, así, en una actitud subjetiva de sentir del hombre que se origina a partir de la realidad objetiva, de las relaciones establecidas en la realidad objetiva con otros hombres. Las emociones y los sentimientos son, al mismo tiempo, subjetivos para aquél que siente y objetivos en su génesis. El autor aclara que no todo en la realidad objetiva provoca una reacción, mas solo aquello que corresponde a una necesidad o motivo de la actividad del sujeto, que actúa sobre él. De  acuerdo con el significado de los objetos que motivan al sujeto, los cuales dependen de los fenómenos y de las actividades que este desarrolla para cumplir las exigencias sociales a las cuales debe responder, se tiene la variación de intensidad de las emociones y de los sentimientos (Smirnov, 1969).

La diferencia entre emociones y sentimientos, para Smirnov (1969), se da a partir de la siguiente declaración: las emociones corresponden más a la satisfacción de necesidades orgánicas, relacionadas con las sensaciones, mientras los sentimientos corresponden a necesidades culturales y espirituales, las cuales aparecerán durante el desarrollo histórico de la humanidad. Los sentimientos dependen de las condiciones de vida del hombre, de sus relaciones y necesidades, pero el carácter social no es exclusivo de ellas, pues el autor considera que las emociones, más que asociadas a fenómenos orgánicos, son siempre e inevitablemente reacciones de un ser social, ligadas a las exigencias sociales de cada período histórico de la humanidad.

Para Vygotski, la historicidad es también una de las cualidades de las funciones superiores de la emoción y del sentimiento. Además, la historicidad presupone el desarrollo emocional, una vez que la historia camina con el desarrollo de la humanidad y, con eso, se modifican los significados y sentidos de los sentimientos y emociones: “Aquello que en una época histórica provocaba sentimientos especiales en los miembros de una clase social determinada, puede provocar sentimientos opuestos en los miembros de otra clase social y en otra época histórica” (Smirnov, 1969, p. 359).

Además de su carácter histórico, las emociones y los sentimientos también dependen de la manera de vivir de la sociedad, de la clase social a que el individuo pertenece y de su educación. Conforme a Smírnov (1969, p. 364), “En los diferentes medios sociales los sentimientos se manifiestan de manera distinta”. La manera como la sociedad se organiza da origen también a los sentimientos morales, a las normas y a los sentimientos estéticos de sus hombres, que dependen también de las relaciones establecidas durante el desarrollo emocional del niño, el cual, en mayor o menor grado, enriquecerá sus experiencias emocionales.

Hecha esa distinción entre emoción y sentimiento, daremos continuidad al estudio de las emociones en la obra vygotskiana. Escrito por Nicolas Zavialoff, el prefacio de la edición francesa de Teoría de las emociones hace una aproximación de Vygotski con Bajtín por medio de la semiótica, del lenguaje y de los signos, y a partir de esa relación aborda el tema de las emociones. A pesar de caracterizar a Vygotski como un interacionista,2 concepción que diverge de la orientación de la investigación, Zavialoff (1998), el redactor del prefacio hace una coherente introducción a la Teoría de las emociones.

2 De acuerdo con Tuleski (2008, p. 51), “Vygotski nunca se denominó interaccionista o sociointeraccionista”, como lo clasifican autores contemporáneos que se apropian de su teoría de manera tergiversada. La misma autora también subraya que las relaciones sociales a las que Vygotski se refería eran aquellas relaciones sociales de producción, como acuñó Karl Marx, y que en la concepción interaccionista se transforman en meras “interacciones sociales, lo que, frecuentemente, adquiere la connotación de relaciones interpersonales o grupales” (Tuleski, 2008, p. 51).

Para Zavialoff (1998), el cuestionamiento que hacía Vygotski en el estudio de las emociones se refería a la relación entre sentimiento y conocimiento, entre la esfera afectiva y cognitiva en el psiquismo humano. Para el autor, separar esas dos esferas es uno de los mayores defectos de la psicología tradicional: “El pensamiento entonces se transforma inevitablemente en una corriente autónoma de ideas que se piensan a sí mismas, es separado de toda la plenitud de la vida real, de los impulsos, de los intereses, tendencias reales del hombre que piensa” (Zavialoff, 1998, p. 6).

Zavialoff (1998) procura demostrar cómo Vygotski efectuó la complementariedad entre lo biológico y lo social en los sentimientos: sin excluir las reacciones instintivas, pero también sin reducirlos a ellas, no privilegiando ninguno de los polos, el social o el biológico; mas si una emoción se expresa por un signo (palabra, gesto), ella perdura en la interactividad lingüística, en un plano intersubjetivo – por tanto, social. El autor del prefacio aclara el papel del lenguaje como organizador de emociones y medio para expresarlas, como conector de los planos fisiológico y psicológico. Para él, la necesidad de Vygotski de abordar el tema de las emociones surge a partir de sus estudios sobre el pensamiento y el lenguaje ya que las concepciones de lenguaje y emoción están imbricadas por el colorido emocional que  acompaña a cada palabra, situado en el tiempo y en la historia.

En cuanto función psicológica superior, las emociones son tratadas como procesos mutables, como sistemas abiertos que están “(...) al servicio de una transformación no solamente del mundo, sino también del sujeto, de acuerdo con ciertas estrategias cognitivas y emocionales específicas” (Zavialoff, 1998, p. 24). El mismo carácter biológico de las emociones no es permanente, pues se concibe el sistema nervioso como en constante formación y transformación. Vygotski apuesta a las relaciones complejas entre lo cognitivo y lo emotivo, conectadas a la cuestión del aprendizaje, que está directamente imbricado con las normas y los valores culturales; o sea, la manifestación fisiológica de las emociones también está determinada socialmente. Para ilustrar esto, Vygotsky (2004) da el ejemplo de la visión de una serpiente en medio del camino, que puede provocar reacciones de fuga, si la serpiente es asociada culturalmente con el peligro, como ocurre en gran parte de occidente, o no, como es el caso de algunas culturas orientales. El carácter social del sentimiento, a su vez, está ligado a su cualidad de signo intersubjetivo, interiorizado y transformado en signo intrasubjetivo (Zavialoff, 1998).

Según Zavialoff (1998), en Teoría de las emociones, la preocupación de Vygotski con el análisis minucioso de las teorías neurobiológicas de las emociones se debe, en parte, a una preocupación científica que evitaría caer en un determinismo o reduccionismo social. El redactor del prefacio además destaca que la concepción vygotskiana innova respecto a las psicologías de su tiempo al enfatizar los procesos, la mutabilidad y el desarrollo de las funciones psicológicas. Esa innovación concurre con dos principales corrientes de la psicología en los años 1910-1920 en Rusia:

1) la psicología idealista de Chelpánov (para esa psicología, las leyes del alma no se confunden con las funciones del cerebro si ellas sirven para ejercer su autonomía), 2) el abordaje naturalista y mecanicista (reactológico) de Kornílov [alumno de Chelpánov y director del Instituto de Psicología de Moscú en 1923] que, durante un tiempo, sedujo a Vygotski (Zavialoff, 1998, p. 45).

En oposición a esas corrientes dominantes de su contexto, en su teoría Vygotski sitúa las emociones en el mismo plano de las demás funciones psicológicas, no en ellas – como hace la teoría organicista – ni más allá, como una transcendencia afectiva. Además, el elemento del desarrollo ocupa un papel central en sus escritos: se refiere a las innovaciones del psiquismo humano, las revoluciones que ocurren en el psiquismo. En este sentido, el desarrollo y la consecuente mutabilidad del psiquismo humano revelan la  adaptabilidad de sus funciones superiores.

Los aspectos fundamentales de la Teoría de las emociones se resumen en desarrollo, transformación, procesos en oposición a las estructuras estáticas e interdependencia entre emoción y cognición. La actualidad de la obra de Vygotski es valorada por Zavialoff (1998) principalmente en los temas de la neurobiología y neuropsicología actuales. Las emociones son situadas en relación a la historia individual y social, posibles de transformación y desarrollo; son funciones superiores que parten de componentes biológico-instintivos e histórico-sociales.

Vygotsky (2004) ratifica su estudio histórico-psicológico en función del retraso presente en el capítulo de las emociones en la psicología, lo que afirmaba ya desde la redacción de las conferencias. También subraya la importancia del tema en la psicología y cómo este fue olvidado a lo largo del desarrollo de las teorías psicológicas. Le cupo aclarar que las teorías psicológicas que abordaban el tema de las emociones hasta entonces estaban basadas en la filosofía de René Descartes. Los críticos de la época asociaban equivocadamente esas teorías a la doctrina filosófica de Espinosa, como lo hizo Carl Lange (citado por Vigotsky, 2004) en relación a su propia teoría, al afirmar que Espinosa daba continuidad a la teoría de las pasiones de Descartes.

La teoría de James-Lange, con pequeñas divergencias, realiza la inversión clásica en la relación causal entre las emociones y sus modificaciones fisiológicas, sintetizada en el ejemplo: no lloramos porque estamos tristes, sino estamos tristes porque lloramos. De ese modo, la emoción es posterior a su reacción fisiológica, es el resultado directo de lo que anteriormente eran solo manifestaciones corporales (Vigotsky, 2004). Con eso, tales teóricos entendían que la emoción en sí no podría existir sin que fuese antecedida o acompañada de  modificaciones corporales. Para William James, las emociones sin el acompañamiento de modificaciones corporales consisten de meras percepciones intelectuales.

Esa teoría y las que de ella derivaron fueron el gran suceso y reverberan en la época contemporánea. Su éxito, de acuerdo con Vygotsky (2004), se relaciona con el abordaje del aspecto objetivo de la naturaleza de las emociones, partiendo de la fisiología y también desarrollado por otras corrientes, como la psicología norteamericana del comportamiento, la psicología objetiva rusa y otras tendencias de la psicología soviética. La conclusión común a que llegaron todos esos teóricos apunta a una discontinuidad entre la expresión orgánica de las emociones, su manifestación externa y su vivencia interna (emoción en-sí), afirmando que las manifestaciones corporales no sintetizan una emoción.

Aunque han sido muchas y difusas, las críticas a la teoría organicista se mostraron insuficientes para detener el suceso James-Lange. Según Vygotsky (2004), las críticas fueron insatisfactorias porque siguieron la misma base organicista para la psicología de los afectos, se mostraron incapaces para destruir la base patológica sobre la cual se erigieron las teorías de las emociones, además de no conseguir que se desvincularan de la filosofía de Descartes, que con base en la creación de la teoría organicista, no revelaron los errores psicológicos de la teoría de James-Lange, al no contribuir a “(...) la construcción de una psicología de los afectos en el hombre (…)” (Vigotsky, 2004, p. 53).

La obra sobre emociones de Descartes y el Tratado de las Pasiones, publicado en 1649 (Vigotsky, 2004). En esta obra el filósofo define que existen seis pasiones primordiales: admiración, odio, deseo, amor, alegría y tristeza. Con eso, procura encontrar un conjunto de estados orgánicos que caracterizan la aparición de cada una de ellas. La base metodológica de Descartes, de acuerdo con Vygotsky (2004), es la inauguración del mecanicismo en la psicología, a-histórica y espiritualista en la interacción alma-cuerpo en el mecanismo de la pasión, y el filósofo adopta una concepción teológica del problema psicofísico de las emociones.

Esa concepción teológica es consecuencia de la doble naturaleza de las pasiones para Descartes, que define tres tipos de percepciones humanas: las ligadas únicamente al cuerpo; aquellas ligadas solo al espíritu; y las pasiones, grupo de percepciones pasivas que se ligan simultáneamente al cuerpo y al espíritu.  Así, atribuye a las pasiones la expresión de la doble naturaleza humana, la espiritual y la corporal, un mecanismo automático y las percepciones mentales de las funciones de ese mecanismo. Es exclusivamente por medio de las pasiones que esa doble naturaleza se expresa en Descartes, o sea, las pasiones constituyen el único fenómeno en que substancias completamente distintas se reúnen (Vigotsky, 2004).

Con esa teoría, Descartes innovó los sistemas de pensamiento de su tiempo, una vez que su enfoque físico y mecanicista de las pasiones retiró las emociones de sus aspectos únicamente psicológicos y estableció para ellas una naturaleza corporal antes ausente. El mecanicismo en Descartes trajo consecuencias a las teorías de las emociones: estableció como principio que la experiencia emocional carece de sentido, equiparó las emociones a las sensaciones y percepciones, les delegó un carácter pasivo y excluyó de su análisis el desarrollo emocional (Vigotsky, 2004).

Vygotsky (2004, p. 113) enuncia a Descartes como “(…) el verdadero fundador de la teoría visceral, en la medida en que reduce la emoción a la sensación de las modificaciones viscerales”. El autor no cuestiona la existencia de las modificaciones orgánicas durante las emociones, sin embargo se pregunta, sobre la relación entre esas modificaciones y el contenido psíquico de las emociones, así como de su significado funcional, cuál es la relación de los fenómenos fisiológicos con las emociones en sí. Sin respuesta inmediata para ese cuestionamiento, Vygotsky (2004) da continuidad al estudio, aclarando la magnitud de Espinosa para la construcción de una nueva psicología de los afectos.

No obstante la consistencia de las críticas vygotskianas a Descartes en Teoría de las emociones, la misma claridad no se presenta cuando el autor se refiere a Espinosa, en medio de críticas y elogios; con todo, no hay cómo comprender las emociones en Vygotski sin tener bien definida su base espinosiana: el título original de la obra de ese estudio fue concebido por Vygotski como Espinosa y su teoría de los afectos, prolegómenos a la Psicología del Hombre, pero no fue llevado a cabo, como tampoco fue desarrollado el  discurso sobre el filósofo en Teoría de las Emociones, pues la obra fue dejada inacabada (Sawaia, 2000).

Sawaia (2000) señala que Espinosa era el filósofo preferido de Vygotski, visto por este como la llave para la construcción de su proyecto de una nueva psicología. Para la autora, la importancia del tema de las emociones en Vygotski es su semejanza – me atrevo a decir identidad – con el proyecto de una psicología general idealizado por el psicólogo ruso, visto detrás de la luz del dualismo que impregnó la historia de la psicología y sus posibilidades de superación. El propio Vygotski, en su breve análisis de la filosofía de Espinosa, apropiándose de ella dialécticamente, afirma que su opción por éste se justifica por ser un defensor del conocimiento científico de los sentimientos humanos y representar un marco en la historia de la psicología que, eliminadas las contradicciones de la teoría, será capaz de superar “(...) los problemas fundamentales a los que el conocimiento de la naturaleza psicológica de las pasiones y de toda la psicología del hombre han dado preponderancia (...)” (Vigotsky, 2004, p. 59).

El Tratado Breve de Espinosa, escrito alrededor de 1661, fue su primer esbozo de la teoría de las pasiones, desarrollada posteriormente en la Ética, publicada en 1677, obra sobre la cual Vygotsky (2004) se inclinó. En Espinosa Vygotski encontró el enlace que buscaba  entre cognición y afecto. A diferencia de Descartes, que consideraba el problema de las pasiones como fisiológico, así como la interacción cuerpo-alma, Espinosa daba rienda suelta a la relación existente entre pensamiento y afecto, concepto y pasión (Vigotsky, 2004).

Vygotsky (2004) procura argumentar a favor de los aspectos anti cartesianos de la doctrina de Espinosa, más evidentes en la Ética. En el artículo Del poder del entendimiento o de la libertad humana, Espinosa (citado por Vigotsky, 2004) destaca la idea errónea de Descartes de que los afectos y el conocimiento dependen totalmente de la voluntad y pueden ser gobernados de manera ilimitada.

Vygotsky (2004) también considera un error que los críticos de su época afirmaran que Espinosa consideraba los afectos como fenómenos exclusivamente psíquicos para abordarlo desde el espiritualismo. Al contrario, para el autor soviético, Espinosa fue un filósofo materialista, aunque su teoría tuviese limitaciones. La apropiación de la filosofía espinosista por Vygotski y su superación ocurrirán, para Gomes (2008), en el momento en que el psicólogo enunció el carácter histórico de los sentidos humanos, guiados por la  actividad humana práctica del trabajo. Según Gomes (2008, p. 82), la contribución de Espinosa a la teoría de los afectos fue la apertura de posibilidades “para una explicación materialista de las emociones humanas”. En contrapartida, la filosofía de Descartes era explicativa, causal y naturalista.

CONSIDERACIONES FINALES

El objetivo mayor de Vygotsky (2004) en el esclarecimiento de las bases filosóficas de las teorías psicológicas de la emoción de su contexto, consistió en el análisis de las psicologías de su época, divididas en psicología explicativa (causal) y descriptiva (teleológica) dentro de un propósito mayor de edificación de la psicología general sobre nuevas bases. Esta sucedió a aquella, debido a la insuficiencia de la psicología explicativa para esclarecer adecuadamente los procesos psicológicos superiores, específicos del hombre. La finalidad de ese análisis es evidenciar que ambas corrientes psicológicas poseían raíces en la doctrina cartesiana: aunque se propusieran objetivos contrarios, eran complementarias, cada cual tomando como base un aspecto de la filosofía cartesiana de doble naturaleza – la psicología explicativa, basándose en el mecanicismo de Descartes, y la descriptiva, en su espiritualismo.

Ante eso, no hay dudas de la prevalencia de Descartes en la psicología contemporánea y, consecuentemente, en la psicología de los afectos. No se trata más del embate filosófico entre Descartes y Espinosa, sino de las contradicciones intrínsecas a la doctrina cartesiana, las cuales se pulverizarían en la psicología actual de los afectos. Por un lado, la psicología explicativa o causal se ocupa de los problemas de las emociones inferiores, unidas indirectamente al objeto, inaccesibles a la lógica y carentes de sentido, admitiendo nexos causales; por otro, la psicología descriptiva se ocupa de los sentimientos superiores, que demandan un análisis teleológico de sus nexos y dependencias racionales. Se conserva el dualismo, con un doble análisis de las emociones en sus aspectos racionales y mecánicos de las causas corporales (Vigotsky, 2004). Ese dualismo es ampliamente discutido por Vygotski (1996) cuando trata del significado histórico de la psicología, en 1927. Para el autor, en la realidad, en aquel contexto del final de la década de los 20s del siglo pasado solo existían dos psicologías: una idealista y una materialista, ambas prescindiendo del método dialéctico en los estudios de los hechos de la vida humana.

De acuerdo con Toassa (2009, p. 161), los objetivos de Vygotski establecidos en la obra en cuestión coinciden con su proyecto de creación de una psicología general, “(...) cuyos conceptos contemplasen lo que seria propio de lo humano”. No obstante, Teoría de las emociones deja que desear en el cumplimiento de sus metas: la base filosófica cartesiana y dualista de las teorías psicológicas es elucidada minuciosamente, pero el proyecto de construcción de la nueva doctrina de los afectos a partir de otras bases no es llevado a cabo, probablemente en función de la inacabado de la obra, escrita en los tres años anteriores a la muerte del autor. Para Toassa (2009), las emociones en Vygotski no llegan a constituir una teoría, son apenas una concepción.

Para Vygotski, la explicación causal o descriptiva de las emociones es igualmente insuficiente. En el capítulo de las emociones, el dilema de la psicología es optar por el humano, con emociones y sentimientos biológicos, sociales, históricos, o por el hombre-máquina. Hasta hoy, la psicología ha estado mucho más próxima del hombre-máquina, de las explicaciones causales, en que la meta de la educación es enseñar al individuo a controlar sus impulsos inmediatos,  inadmisibles en las relaciones sociales y en una sociedad educada, preparando el hombre desde la infancia a dominar sus reflejos emocionales.

Se elimina, así, toda la complejidad de la vida emocional, sus posibilidades de desarrollo y transformación, su función de conocimiento, y se cumple el ideal de los sabios de la antigüedad para el hombre puramente racional, intelectual. En contrapartida, Vygotski (2004) pone en jaque el valor psicológico y científico de las explicaciones causales de los sentimientos humanos, pues afirma que estas no suplen las necesidades de la psicología. No obstante, el problema de la causalidad no solo no afecta los sentimientos, en la realidad, es condición de toda ciencia. Con eso, Vygotsky (2004, p. 174) encuentra la llave de la propia crisis psicológica en el problema de la causalidad, al afirmar que esta se tornó “(...) la piedra angular de toda la crisis psicológica. Un verdadero conocimiento no es posible sino como conocimiento causal”. Partiendo de esa constatación, la superación de la crisis en el capítulo de las emociones en psicología solo se podría tornar efectiva, de acuerdo con el autor, con la superación de los principios cartesianos que apoyaran las teorías de los afectos, pues el fenómeno de la emoción no puede ser explicado por la causalidad.

Así, Vygotsky (2004) afirma la necesidad de una reconstrucción del capítulo de las emociones en la psicología. En sus moldes, la emoción es un proceso, es sujeto del desarrollo y de la transformación. El autor critica las teorías de las emociones que le antecedieron, afirmando que estas no contemplaban una teoría del desarrollo – la teoría organicista excluía a priori la posibilidad de cualquier desarrollo de las emociones, en la medida que las emociones reflejas y periféricas son estables en el comportamiento –, y negaban las relaciones entre estados emocionales y estados intelectuales, excluyendo las emociones del desarrollo de la consciencia.

Además, la emoción es concomitantemente biológica y social, por tanto no puede ser sintetizada en su clasificación, como proponen Descartes y Carl Lange (citado por Vigotsky, 2004), o reducida a una idea o percepción intelectual, como propuso James acerca de las emociones superiores (citado por Vigotsky, 2004). En contrapartida, para Vygotsky (2004), la cuestión que emerge de esas consideraciones es saber si existe una explicación natural para lo que hay de superior en el hombre, sin reducir esos complejos fenómenos a fenómenos inferiores y mecánicos. Zavialoff (1998, p. 67) sintetiza así las críticas de Vygotski a ese respecto, dirigidas a las teorías que le precedieron:

Él [Vygotski] no reduce la experiencia subjetiva, los estados mentales a estados cerebrales  determinados a estructuras bien delimitadas, tampoco a un centro particular de integración o a un cerebro-espíritu autónomo que determina una acción: en Théorie des émotions, él critica a ese respecto las proposiciones de Wundt, de James y de Bergson: una emoción no es una idea, no es intelectual, producto de un conocimiento intuitivo o de un órgano capaz de crear automatismos motores.

Por último, de acuerdo con Sawaia (2000, p. 6), el mérito de Vygotski en el capítulo de las emociones proviene del simultáneo cambio y conservación de los afectos que el autor efectuó, “[...] del campo de los instintos al del conocimiento, de la ética y de la política, sin negarle el carácter de afección corporal”. En ese sentido, Sawaia (2000, p. 6) aclara el cambio que Vygotski provocó en psicología al considerar la emoción no solo en sus formas instintivas, rudimentarias y patológicas, sino como positividad epistemológica:

[Vygotski] introdujo en la psicología: la emoción como positividad epistemológica, superando el tradicional abordaje negativo, propio de las teorías que analizan al hombre en el remolque de la sociedad. En esas teorías, la afectividad es peligrosa porque está asociada a la individualidad, a la creatividad y a lo incontrolable, por eso, la presencia de las emociones en la explicación del comportamiento solo puede ser por la negatividad y por la patología.

Se concluye que el autor ruso reafirmó en su estudio de las emociones la concepción del hombre y la sociedad subyacente a toda su obra: hombre histórico-social y también biológicamente constituido, pero sobre el cual triunfarían las leyes sociales y culturales. Esa visión permite que Vygotski conciba el desarrollo ontogenético y filogenético como un proceso revolucionario, que contiene la posibilidad inminente de transformación social por un hombre que se modifica y aprende constantemente en relación a su mundo objetivo, de acuerdo con los recursos que le son proporcionados por medio de la transformación de la naturaleza, por medio del trabajo. El hombre, en su aspecto emocional, precisa ser comprendido como síntesis de las relaciones sociales, y en este sentido, las emociones son fechadas históricamente y son construidas a partir de las condiciones materiales de producción.

REFERENCIAS

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