Este blog busca difundir algunas fuentes de la obra vygotskiana publicada en español, así como traducir algunos artículos editados en revistas y libros o bajados de la red; todo relacionado con Vygotski.

lunes, 8 de octubre de 2012

Delari Junior


¿FREUD EN LA TEORÍA DE LAS EMOCIONES DE VYGOTSKIY?*
Algunas dudas en cuanto a tal posibilidad

Achilles Delari Junior**
http://www.delari.net/ec-delari-2009_emocoes-vigotski-freud.pdf

Traducción: Efraín Aguilar

“El psicoanálisis muestra sus tendencias profundamente estáticas y no dinámicas, conservadoras, anti-dialécticas y anti-históricas”.
L. S. Vigotski (1927/1991, p. 299)

CONTEXTO DE LA INDAGACIÓN

Este texto es una versión ampliada de un comentario que hice en la página XMCA (eXtended Mind, Culture and Activity [1]) del LCHC (Laboratory of Comparative Human Cognition), en la madrugada del 2 de diciembre de 2009. Tal comentario se refería a que, en el tópico “sobre emociones” (about emotions), se hiciera mención a la idea de que Vygotskiy tenía simpatía por Freud debido a su abordaje “histórico” del ser humano. Lo que tal vez se basaba en una noción de la “historia” como curso cíclico de la vida mental individual, en la cual el ser humano pasa por diferentes fases psicosexuales y/o las repite –en la visión del psicoanalista. Con todo, como dije en aquel foro, tengo algunas dudas iniciales en cuanto al papel que Freud podría ocupar en la “teoría de las emociones” de Vygotskiy, las cuales deseo compartir con el lector, solicitando su crítica para profundizar en el tema. Tales dudas son reflejo y refracción de mi propia trayectoria de estudio de los dos autores, uno de ellos (Freud) bastante leído y enseñado en el curso de psicología, en varias disciplinas obligatorias, y el otro (Vygotskiy) referido siempre parcialmente en un curso autodidacta a espaldas de las instituciones de enseñanza. Lo cual, por cierto, evidencia mis límites personales e históricos en la formulación del problema y da espacio a las correcciones necesarias por parte del lector con mayor dominio de la teoría histórico-cultural. Siendo así, expondré primero los motivos de mi “desconfianza”, al mostrar indicios de profunda oposición teórica y metodológica de Vygotskiy frente a Freud (parte I). En un segundo momento, retomaré algunas áreas de contacto entre los dos autores, las cuales no muestran tener, así mismo, cualquier acuerdo metodológico central entre ellas (parte II). Por último, retomaré posiciones de dos diferentes momentos históricos del propio Vygotskiy sobre lo que él mismo pensaba si era o no “histórico” el abordaje psicoanalítico (parte III).

* Este texto tiene el carácter de un ensayo, en el sentido de exploración inicial y de problematización. Pasará por revisiones posteriores.
** Psicólogo por la UFPR desde 1993; maestro en Educación por la Unicamp desde 2000, en el área “Educación, conocimiento, lenguaje y arte”; investigador en el Grupo de Pesquisa Pensamiento y Lenguaje, desde 2009. E-mail: delari@uol.com.br.
1 Se trata de una página de discusión vía internet, por e-mail, en la cual participan investigadores de diferentes países, sobre todo algunos ligados a la llamada CHAT (Cultural Historical Activity Theory), entre otros participantes. El sitio de la lista se halla en: http://lchc.ucsd.edu/MCA/index.html

No es imposible un diálogo póstumo entre estos autores que ellos no hayan sugerido o deseado en vida. Conexiones inusitadas son posibles y deseables, ya que los significados sociales de lo que dijeron no podían quedar todos bajo su proprio dominio. La réplica social a sus palabras repercute en el “gran tiempo” y en el diálogo ellas nunca mueren. Pero vale recordar, en primer lugar, que el diálogo no es algo que hagamos solo cuando deseamos concordar o recibir aprobación. Vygotskiy, por ejemplo, se muestra siempre atento a sus oponentes intelectuales, más que estos a su obra, pero en eso, como regla, procede por antítesis y con ironía –sea “socrática” o no (2). En segundo lugar, ya se ha propuesto varios “diálogos de muertos” (3), críticos o ingenuos, entre Vygotskiy y otros autores, desde los más “cuestionados” (entre Vygotskiy y Piaget) hasta los más “consensuales” (entre Vygotskiy y Bajtín) –no debiéndonos oponer a tal práctica. Sea como fuere, la cuestión aquí no es determinar, a cualquier costo, si la metafísica de Freud tiene, objetivamente, algo que añadir a la dialéctica de Vygotskiy o no. Partamos del principio de que si el deseo del investigador fuera crear convergencias en las condiciones históricas de las ciencias humanas hoy, siempre podrá realizarlo en un cuadro teórico autosuficiente. Pero no me propongo dar contraprueba de posibilidad o legitimidad de fusiones ecléticas, sino apenas explorar algo de lo que el psicólogo bielo-ruso pensaba sobre ellas. De tal modo, al ser el propio pensamiento vygotskiano el objeto de nuestra curiosidad, el lector no encontrará aquí una revisión de las obras de Freud, lo cual puede obtener en abundantes fuentes de sus seguidores y/o admiradores –en su gran mayoría totalmente ajenos a las contribuciones de Vygotskiy y del materialismo dialéctico.

2 Wertsch (1985) relata que Vygotskiy tuvo un tutor llamado Solomon Markovich Ashpiz, versado en la dialéctica (arte del diálogo) socrática. Esta, a su vez, está compuesta de “mayéutica” e “ironía”. En la “mayéutica” Sócrates trabaja como “partero”, auxiliando al interlocutor a llegar a nuevas conclusiones “por sí mismo”. En cuanto a la “ironía” presenta errores lógicos en su propia habla, llevando al interlocutor a percibir que, pensando así, caerá en contradicción. No se puede decir que las ironías de Vygotskiy sean siempre tan generosas. A veces, son un recurso retórico asimismo áspero, al estilo de Marx, Engels o Lenin. Por ejemplo: “Esa habla revelada con claridad en el estudio de Dostoiévskiy, descrito por Neufeld: ‘Tanto la vida como la obra de Dostoiévskiy son enigmas... Mas la llave mágica del psicoanálisis elucida todas las contradicciones y enigmas: el eterno complejo de Edipo vive en ese hombre y crea esas obras.’ (76, p. 12) ¡Genial en efecto! No es la llave mágica, sino cierta llave falsa del psicoanálisis con la que se puede descubrir decididamente los misterios y enigmas de la obra” (VIGOTSKI, 1925/1999 – p. 95). Claro que ese “genial” no es un elogio, ya que la “llave mágica” seria “llave falsa”. En otros lugares la ironía es más sutil, como veremos adelante (p. 11 de este texto).
3 “Diálogos de muertos” son obras de cierto género literario, propio de la cosmovisión carnavalesca, cuya génesis histórica es estudiada por Bajtín en “Problemas de la poética de Dostoiévskiy” (BAKHTIN, 1929/1997). En estas obras, los autores ponen a conversar a personas que no lo hicieron en vida; que vivieron en épocas diferentes; y también a figuras históricas con personajes mítico-literarios. Un clásico de ese género es el propio “Diálogo de los muertos” de Luciano (1998), una sátira menipea del siglo II de nuestra era.

Como dice la psicóloga social Lucília Reboredo: “para haber diálogo es preciso que haya diferencia”. Acentuar diferencias es el modo que encuentro aquí para evitar cierta tendencia a omitir nuestra ubicación ideológica en el debate entre posturas epistemológicas distintas, por no decir antagónicas, ya común en el eclético y conservador escenario posmoderno –noche política y cultural, en la cual todos los discursos son pardos.


PARTE I

ALGUNAS POSICIONES CENTRALES ANTAGÓNICAS DE VYGOTSKIY CON RESPECTO A FREUD

1 - EN 1931-33 – "Teoría de las emociones – un estudio histórico-psicológico”.

La obra “Teoría de las emociones” fue escrita y reescrita por Vygotskiy a lo largo de varios años, entre 1931 y 1933, al contemplar la crítica de algunas de las principales concepciones sobre este tema en su época. Entretanto, es interesante recordar que en todo el texto, cuya edición hoy conocida (4) contiene veinte capítulos, Freud es citado en apenas dos ocasiones: (1.1) en el capítulo 18, como un “discípulo involuntario de Descartes”; y (1.2) en el capítulo 19, en una alusión alegórica a un chiste relatado por aquél.

1.1 – En el capítulo 18 Vygotskiy recuerda que para Descartes las “pasiones del alma” son exclusivamente humanas, ausentes en los animales, desprovistos de alma. En seguida, critica diferentes tendencias que continúan viendo las emociones propiamente humanas como algo disociado del cuerpo, de los procesos fisiológicos (5). Dentro de ellas están el organicismo de James/Lange y las proposiciones metafísicas de Freud y Scheler/Lotze, todos considerados, cada cual a su modo, “discípulos involuntarios de Descartes” (6) (VIGOTSKI, 1931-33/2004 – p. 211).

4 Una primera publicación de la versión completa de la obra está prevista para el “volumen 12” de la nueva edición rusa de las Obras de Vygotskiy en 15 volúmenes. Con todo, no hay fecha para el lanzamiento. Para una lista completa de la nueva edición de las obras, ver: http://delari.sites.uol.com.br/vigotski_15.htm#volume12
5 Como dice Rubinshtéin “el principio de la unidad psicofísica es el principio más importante de la psicología soviética” (1940/1967, p. 34). Lo cual también se puede deducir de la posición monista de Vygotskiy al afirmar que “la psique no aparece aislada del mundo o de los procesos del organismo ni por una milésima de segundo” (1926/1991, p. 150). Dediqué una sesión a este principio, al discutir algunos “principios de psicología general en un abordaje histórico-cultural” (DELARI JR. 2009b – p. 12-13).
6 Detallé esa discusión de Vygotskiy en un trabajo aparte, producido como material didáctico para nuestro grupo de estudios en Umuarama (ver DELARI JR., 2009a).

Algo del dualismo de Freud residiría en su entendimiento de que no es necesario conocer las vías nerviosas para comprender, por ejemplo, lo que es el miedo. En este autor se halla el reconocimiento de características orgánicas que proporcionan los tonos fundamentales del afecto, mas no se deduce que sean la “substancia” del afecto. Por tanto, se deduce que la “psicología profunda de los afectos”, representada por Freud, los definiría como de orden de otra substancia que no es la materia. Según Vygotskiy, “la intuición de preservar un examen puramente causal de los hechos psicológicos y, al mismo tiempo, de no llevar a la ruina la psicología considerada como una ciencia autónoma y de no poner sus problemas en manos de la fisiología; obliga a la psicología profunda a reconocer la absoluta independencia substancial de los procesos psíquicos y la autonomía de la causalidad psíquica” (VIGOTSKI, 1931-33/2004 – p. 215). En cierto momento, la búsqueda inicial de Freud por un determinismo orgánico habría sido substituida por la postulación de un determinismo psíquico, prescindiendo de explicaciones neurofisiológicas, tornándose para él inclusive innecesario debatir con James y Lange (ver VIGOTSKI, idem). En suma, Freud es visto por Vygotskiy tan metafísico como Scheler y Lotze. Con todo, si estos representan una metafísica “teísta”, la del psicoanalista sería “pan demoniaca”, valiéndose de “imágenes del reino subterráneo, del infierno y de las profundidades extremas” (VIGOTSKI, 1931-33/2004 – p. 217). Su psicología buscaría “elucidar el enigma (...) en las profundidades metafísicas del espíritu humano –en la voluntad (7) de Schopenhauer” (idem, p. 216). Aquí tenemos la impresión de que la teoría de las emociones de Freud no está siendo elogiada, tampoco aceptada. Mucho más crédito se le da, en este capítulo, al anónimo Chabrier (8), por ejemplo, con sus pistas sobre las relaciones entre emociones y consciencia, ideología, cultura, historia y personalidad (ver VIGOTSKI, 1931-33/2004, p. 212, 213 y 218).

7 Según Rubens Rodrigues Torres Filho, traductor brasileño de las obras de Schopenhauer, en el sistema de este pensador “la voluntad es la raíz metafísica del mundo y de la conducta humana; al mismo tiempo, es la fuente de todos los sufrimientos. Su filosofía es, así, profundamente pesimista, pues la voluntad es concebida en su sistema como algo sin meta o finalidad, un querer irracional e inconsciente. Al ser un mal inherente a la existencia del hombre, ella genera el dolor necesaria e inevitablemente; aquello que se conoce como felicidad sería apenas una interrupción temporal de un proceso de infelicidad y solamente la memoria de un sufrimiento pasado crearía la ilusión de un bien presente. Para Schopenhauer, el placer es un momento fugaz de ausencia de dolor y no existe satisfacción durable” (TORRES FILHO, 1980 – p. XII). Para quien ya leyó a Freud, no tendrá dificultad en reconocer semejanzas con este modo trágico de retratar la existencia humana en su perpetuo “malestar”. Ver también la nota “11”, en la página 6 de este trabajo.
8 Probablemente Joseph François Chabrier (? – ?), autor de “Les emotións et les etáts organiques”, obra publicada en Paris por Alcan en 1911. No se sabe qué le sucedió a este estudioso, por tal motivo es tan poco conocido. No hay registros biográficos de él, ni títulos de otras obras suyas. Este libro de 1911 está registrado en el sitio “Google books”, indicando que se trata de un volumen de 157 páginas –pero no está disponible para venta o consulta. Las principales apreciaciones positivas de Vygotskiy con relación a este autor en el capítulo 18 de “Teoría de las emociones” fueron compiladas en un texto mío de cuño didáctico (DELARI JR., 2009a). En algunos momentos no se sabe hasta qué punto las palabras son de Vygotskiy o paráfrasis de Chabrier.

1.2 – En el capítulo 19 Freud es citado de modo puramente alegórico por Vygotskiy, cuando éste se refiere al caso de un chiste relatado por aquél, para dar seguimiento a un argumento más general criticando a Dilthey por mezclar tesis de contenido distinto. “Así, la mezcla de tres afirmaciones distintas en cuanto a su contenido recuerda de manera sorprendente la lógica de la historia a que se refiere Freud en su estudio sobre el chiste. Una mujer a quien su vecina acusa de haber quebrado una olla que le había prestado expone, para justificarse y para ser más convincente, tres argumentos de una vez: ‘en primer lugar –dice– no te pedí prestada ninguna olla; en segundo lugar, cuando la llevé ya estaba rota; en tercer lugar, la devolví perfectamente intacta’” (VIGOSKI, 1931-33/2004 – P. 226-227). Ninguna explicación y/o contribución teórica freudianas son asumidas, en este pasaje, para la comprensión del funcionamiento psíquico del chiste como tal. Y las contribuciones de Freud sobre las emociones al menos son puestas en evidencia, en ese momento. La mención es hecha apenas de pasada, como recurso retórico, una figura de analogía entre la inconsistencia de la lógica del pensamiento de la mujer acusada por la vecina y la lógica del pensamiento teórico de Dilthey, al tratar la psicología de los sentimientos.

Se constata que en un trabajo de veinte capítulos sobre la teoría de las emociones Vygotskiy sólo menciona el pensamiento del propio Freud cuando lo coloca entre los “discípulos involuntarios de Descartes”. O sea, sólo lo trae al baile como uno entre otros importantes ejemplos de la postura metodológica dualista que está criticando, a lo largo de toda la obra, a partir de otras referencias, sobre todo las del monismo de Espinosa. No sabemos decir exactamente cuándo, entre 1931 y 1933, los capítulos 18 y 19 fueron escritos. Podemos apenas constatar que este sea un momento histórico ya avanzado en el desarrollo del pensamiento de Vygotskiy. Entretanto, desde antes él ya venía definiendo algunas bases epistemológicas para tal posicionamiento crítico, como veremos en seguida.

2 - En 1927 - "El significado histórico de la crisis en la psicología”

En la obra “El significado (9) histórico de la crisis en la psicología”, de 1927, Vygotskiy menciona a Freud varias veces. Con todo, podemos notar que, en la mayoría de ellas, lo hace en función no tanto de criticarlo directamente, cuanto de rechazar metodológicamente varias tentativas de fusión epistemológica entre marxismo y psicoanálisis –una de ellas del propio Luria, en artículo de 1925 publicado en la colección “Psicología y marxismo”, organizada por Konstantín Kornílov (ver LURIA, 1925/2002). El rechazo categórico a tales tentativas ocurre con base en los siguientes argumentos, entre otros: (2.1) la inconsistencia de tratar la obra de Freud como “monista” y/o “materialista”; (2.2) la presencia de una fuerte adhesión de Freud a concepciones metafísicas; y (2.3) la presencia de un destacado reduccionismo del psicoanálisis en el campo práctico.

9 En ruso la palabra es “smysl” (смысл), más comúnmente traducida como “sentido” entre los conceptos vygotskianos. Como en el capítulo 7 de “Pensamiento y lenguaje”, en que Vygotskiy (1934/2001) diferencia “sentido” de “significado” –respectivamente “smysl” (смысл) y “znachenie” (значение).

2.1 – Para mostrar el carácter frágil de los argumentos a favor de un supuesto “monismo” en Freud, Vygotskiy destaca que su “materialismo médico” es muy distinto del “materialismo dialéctico” propio de la psicología marxista. El primero puede convivir con las concepciones metafísicas, el segundo busca superarlas. Así, rechaza abiertamente la posición de Zalkind: “Pero veamos el supuesto monismo del psicoanálisis con el cual Freud no habría estado de acuerdo. ¿Dónde, en qué palabras, con qué motivo, se pasó al terreno del monismo filosófico a que se refiere el artículo [de Zalkind]? ¿Será que la reducción de un cierto grupo de hechos a la unidad empírica es monismo? Al contrario, Freud reconoce siempre lo psíquico, es decir, lo inconsciente como una fuerza especial que no puede reducirse a ninguna otra. ¿Además, por qué este monismo [sería] ‘materialista’ en sentido filosófico? El materialismo médico (que reconoce la influencia de órganos aislados, etc., en las formaciones psíquicas) está todavía en el terreno de la filosofía idealista” (VIGOTSKI, 1927/1991 –p. 229). Que Freud, como médico, reconozca el carácter material de los procesos orgánicos elementales, no lo hace “materialista” ni “monista” en el sentido filosófico, ontológico y epistemológico. Vygotskiy no cree que Freud sea un pensador monista, ya que él no se lo propone, pero coloca en el cheque el argumento freudomarxista de que es posible incorporar a Freud con base en el precepto equivocado de su supuesto “monismo”. Se ve que el dualismo de Freud enfatizado en “Teoría de las emociones” ya era abiertamente constatado en 1927.

2.2 – En cuanto a las bases metafísicas de Freud, en el texto sobre la “Crisis” se destacan principalmente las influencias de Lipps (10) y de Schopenhauer. Con respecto al primero, Vygotskiy señala que “todos los conceptos principales del sistema psicológico de Freud se remontan a T. Lipps. Los conceptos de ‘inconsciente’, de ‘energía psíquica ligada a determinadas representaciones’, de las pulsiones como base de la psique, de la lucha de las pulsiones y de las transferencias, de la naturaleza afectiva de la consciencia, etc. En otras palabras, las raíces psicológicas de Freud se adentran en las capas espiritualistas de la psicología de Lipps. ¿Cómo no tener esto en cuenta al hablar de la metodología de Freud?” (VIGOTSKI, 1927/1991, p. 300). Con relación a Schopenhauer la advertencia epistemológica no es menos severa: “Es un hecho (no sólo no desmentido, sino para ser analizado por los autores de la ‘coincidencia’) que la doctrina de Freud sobre el papel primario de las pasiones ciegas, papel que se refleja de forma inconsciente y desvirtuada en la consciencia; se remonta directamente a la metafísica idealista de la voluntad de las representaciones de Schopenhauer. En sus conclusiones más extremas, el propio Freud señala que se halla cerca de Schopenhauer (11). Pero también en sus premisas fundamentales, así como en las líneas determinantes de su sistema, está ligado a la filosofía del gran pesimista, como se pone de manifiesto en análisis más simples”. (VIGOTSKI, 1927/1991, p. 299). Vygotskiy, de este modo, busca mostrar que varias ideas tomadas como innovaciones trazadas por Freud no son tan originales, y que tal autor no se cuestiona si se opone a la tradición metafísica a la cual se afilia; sin embargo algunos marxistas rusos lo quisieran colocar en un lugar que él mismo no desearía asumir.

10 Esto no sólo es señalado por Vygotskiy, sino que ha sido reconocido y asimismo elogiado por estudiosos contemporáneos de Freud, como el profesor Zeljko Loparic (ver LOPARIC, 2001).
11 En palabras del propio Freud, en la “Historia del movimiento psicoanalítico”: “Otto Rank (1911a) nos mostró un trecho de la obra de Schopenhauer World as Will and Idea en la cual el filósofo procura dar una explicación de la locura. Lo que él dice sobre la lucha contra la aceptación de la parte dolorosa de la realidad coincide tan exactamente con mi concepto de represión que, más de una vez, debo la oportunidad de hacer un descubrimiento al hecho de no ser una persona muy leída” (FREUD, 1914/1978 – p. 45). De modo jocoso, el autor sugiere que por ignorar el carácter social de sus propias ideas, puede imaginárselas como “descubrimiento”.

2.3 – Por último, Vygotskiy también cuestiona los campos de aplicación “práctica” del psicoanálisis, tanto de sus técnicas terapéuticas como de las aplicaciones de las especulaciones generadas para intentar dar cuenta de ellas, cuando se las traslada indiscriminadamente a los más diferentes campos de la cultura y de la vida social. De esa manera: “también en sus trabajos ‘prácticos’, el psicoanálisis muestra sus tendencias profundamente estáticas y no dinámicas (12), conservadoras, anti-dialécticas y anti-históricas. Reduce los procesos psíquicos superiores –individuales y colectivos– directamente a raíces que evolucionan poco, primitivas, en esencia pre-históricas, pre-humanas, sin dejar espacio a la historia. La obra de F. M. Dostoiévskiy se analiza del mismo modo que los tótems y tabús de las tribus primitivas; la iglesia cristiana, el comunismo, la horda primitiva, todo eso procede, en psicoanálisis, de la misma fuente. Que tales tendencias se encuentran en el psicoanálisis lo testimonian todos los trabajos de esta escuela que tratan los problemas de la cultura, de la sociología, de la historia. Comprobamos, por tanto, que no sigue, sino niega, la metodología del marxismo. Pero sobre esto, ni una palabra más” (VIGOTSKI, 1927/1991, p. 299-300). Como veremos abajo, ese profundo rechazo de Vygotskiy al reduccionismo freudiano ya era anunciado, dos años antes, en su libro “La psicología del arte”, de 1925.

12 En cuanto al carácter “no dinámico” del psicoanálisis, Vygotski retrocede en “Las emociones y su desarrollo en la edad infantil” con la hipérbole de que “Freud muestra la extraordinaria dinámica de la vida emocional” (VIGOTSKI, 1932/1998 – P. 96). Dice que la “muestra”, mas en seguida agrega que “una conclusión puramente formal de sus pesquisas es, a mi ver, correcta, a pesar de la falsedad, en esencia, de la afirmación fundamental de Freud”. La ambivalencia de las emociones en las primeras etapas del desarrollo es la constatación que Vygotski acepta “a pesar del carácter equivocado de la explicación que [Freud] da sobre la emoción ambivalente” (idem). Como en el tema de la relación “vida y muerte” (ver página 11 de este trabajo), acoge el problema concreto, pero rechaza la explicación metafísica –falsa “en esencia”. Y en cuanto a lo “anti-histórico”, mantendrá su posición –ver página 15 de este trabajo.

Concluyendo nuestras consideraciones sobre esta obra de 1927, cabe recordar que ella puede, grosso modo, ser situada en un período intermedio en el desarrollo del pensamiento de Vygotskiy. Entretanto, aquí se nota que algunas directrices epistemológicas importantes ya son señaladas. Y el lugar dado entonces a la teoría de Freud en la psicología marxista, en la visión de Vygotskiy, es el de un franco oponente en el campo epistemológico. Aunque una u otra cuestión surgida de él puede ser bien recibida por Vygotskiy, las respuestas dadas a ellas dentro del sistema filosófico general del psicoanálisis, su visión del mundo, no son acogidas con el mismo entusiasmo. Lo que será retomado con más detalles en la “parte II”.

3 - En 1925 – en “Psicología del arte”

Al regresar un poco más en el tiempo notaremos que Freud fue citado más en “Psicología del arte” que en “Teoría de las emociones”. El primero también fue un trabajo de muchos años, concluido en 1925, período en que según algunos autores, la referencia principal de Vygotskiy en psicología era “reflejológica” (13) (ver VERESOV, 1999). Además, aunque se sitúe este libro en un momento poco maduro de la producción teórica de Vygotskiy, ya encontramos en él críticas severas a Freud alrededor de cuestiones teóricas importantes. Vygotskiy rechaza de modo enfático algunos principios fundamentales del cuadro referencial freudiano, como, por ejemplo: (3.1) el pan-sexualismo; (3.2) el infantilismo; y (3.3) la interpretación energética.

13 Como decimos en otro lugar (DELARI JR. y BOBROVA PASSOS, 2009) –no nos adherimos totalmente a las periodizaciones comunes de la obra de Vygotskiy. Cabe notar diferencias cualitativas entre obras como “Psicología del arte” (VIGOTSKI, 1925/1999) y “Psicología pedagógica” (VIGOTSKI, 1926/2003; 1926/2004), ambas de un “mismo período”. Pero es importante admitir que en 1925 Vygotskiy todavía no concebía la psicología mediante la “teoría histórico-cultural”, cuyos contornos más nítidos serían definidos en 1928 (ver VALSINER y VAN DER VEER, 1991/1996; VERESOV, 1999). Se puede así ver algo de reflejológico en la “Psicología del arte”, cuando los sentimientos proporcionados por la obra son vistos como “reacciones estéticas” y su culminación catártica como “descarga de energía nerviosa”. Con todo, Vygotskiy también busca lo que diferencia las relaciones forma/contenido de cada obra y no solo un mecanismo genérico que iguale a todas –lo que critica en el pan-sexualismo, infantilismo e interpretación energética de los psicoanalistas.

3.1 – “Pan-sexualismo” es la tendencia a concebir cualquier aspecto del funcionamiento psíquico como manifestación de una sola “energía” llamada “sexual” (14). Algunos lectores de Freud alegan, en su defensa, que para tal autor “no todo es sexual”, en el sentido de “genital” –lo que es obvio, pues ni siquiera él llegaría a tal punto. Pero es una salida ingenua pues la crítica no es a un “pan-genitalismo”, sino a la visión de que experiencias vitales muy diferentes de las genitales sean entendidas como de naturaleza igualmente “sexual” –por la “energización” de “zonas erógenas” distintas, por ejemplo. De ese modo, todo el psiquismo humano podría ser concebido en términos de la dinámica de una energía “sexual”, su represión y su canalización, saludable o patológica, para las más diversas u opuestas actividades. En ese tipo de generalización habría incurrido Freud en su análisis de las obras de arte. Según Vygotskiy, “surge así una impresionante laguna en la teoría psicológica (...). ¿Cómo se puede interpretar la música, la pintura decorativa, la arquitectura, todo en lo que es imposible hacer la traducción erótica simple y directa del lenguaje de la forma, al lenguaje de la sexualidad?” (VIGOTSKI, 1925/1999 –p. 96). Más tarde, Vygotskiy dirá que un error en el desarrollo de los conceptos psicológicos reside justamente en este proceso por el cual una explicación válida para situaciones particulares, como algunos casos clínicos de Freud, se generaliza para las más diversas realidades (15) (arte, religión, política, quizá la pedagogía...) y se hace ley universal, se torna en una “ideología” (VIGOTSKI, 1927/1991 – 271 y 272).

14 Al final de su vida, Freud sugerirá que la “pulsión de muerte” no es de la misma naturaleza que la libido –en algún momento concebida como “sexual”. En este período el propio concepto de energía psíquica se torna más abstracto y misterioso: “Presumimos (...) que en la vida mental actúa alguna especie de energía, mas no tenemos nada en qué basarnos que nos capacite a aproximarnos a un conocimiento de ella a través de analogías con otras formas de energía” (FREUD, 1938/1978 – p. 212). Esta declaración es de 1938. Freud muere en 1939. No se puede decir que fuese un “desvío metafísico de juventud”.
15 Varios ejemplos de ese reduccionismo podrían ser dados, uno de los más notorios está en “El futuro de una ilusión”, de 1927, en el cual la religión es tratada no como realidad antropológica con sus especificidades simbólicas para cada sociedad en diferentes realidades geográficas y tiempos históricos, sino tan solo como una “neurosis obsesiva universal de la humanidad”. En palabras del propio autor: “Así, la religión sería la neurosis obsesiva universal de la humanidad; tal como la neurosis obsesiva de las criaturas surge del complejo de Edipo, de la relación con el padre” (FREUD, 1927/1978 – p. 117). Freud ya tenía 71 años cuando escribió eso –lo que también sugiere no ser ningún “descuido juvenil”, aunque el error sea aquí más grave que el de la nota anterior.

3.2 – “Infantilismo” es la tendencia a reducir la explicación de los actos humanos a estructuras mentales definidas en la infancia, sobre todo por la estructuración del “complejo de Edipo” –concepto de Freud en el cual el mito griego es leído de acuerdo con su visión e intereses (16). Vygotskiy entiende que “en su estudio sobre Leonardo da Vinci, Freud intenta deducir todo el destino y toda la obra de este artista en las emociones [pieriezhivania] básicas de la infancia” (VIGOSTKI, 1925/1999 –p. 94). Sugiriendo que para tal autor “cada individuo está preso en su complejo de Edipo y que, en las más complejas y elevadas formas de nuestra actividad somos forzados a vivenciar más y más nuestro infantilismo y, así, la más elevada creación está fijada en el pasado remoto. Es como si el hombre fuese esclavo de su infancia, como si pasara toda la vida resolviendo aquellos conflictos que se crearon en sus primeros meses de vida” (idem –p. 94-95). Tal impugnación aumenta cuando la relación entre creación artística y trayectoria biográfica de Dostoiévskiy es comentada. Pues para algunos psicoanalistas “en Dostoiévskiy vive y crece un eterno Edipo. Acontece, pues, que se considera como ley fundamental del psicoanálisis la afirmación de que Edipo vive en cada individuo. ¿Significa esto que, mencionando a Edipo, resolvemos el enigma de Dostoiévskiy? ¿Por qué debemos admitir que los conflictos de la sexualidad infantil o los choques de la criatura con el padre, fueron más influyentes en la vida de Dostoiévskiy que todos los traumas y emociones [pieriezhivania] más tardíos? ¿Por que no podemos admitir, por ejemplo, que emociones [pieriezhivania] como la espera de la ejecución, los trabajos forzados, etc. no podrían servir de fuente para nuevas, complejas y angustiantes emociones [pieriezhivania]?” (VIGOTSKI, 1925/1999 – p. 95). Tanto el pan-sexualismo como el infantilismo psicoanalíticos nos impiden ver y resaltar qué es lo propio de la creación artística singular de Dostoiévskiy o da Vinci, nivelándolas con cualesquiera producciones comunes.

16 Mitólogos como Junito Brandão (1992) muestran que la lectura que Freud hace de Edipo es cuestionable. Pues Edipo, en la lógica de la tragedia, no mata al padre por el deseo de estar (tampoco “permanecer”) con la madre, sino para tornarse rey. La reina es sólo un premio secundario que viene con el trono, pues la cultura griega antigua daba muy poco valor a la mujer. Freud, a su vez, tiende a hacer de su Edipo un principio arcaico y válido para cualquier tiempo histórico, sin considerar las características culturales y políticas del pueblo que creó la obra literaria. Tomó su propia ideología y la “proyectó”, para usar sus propios términos, sobre el pasado distorsionando el carácter original del mito, leyéndolo como convenía a sus intereses teóricos. Su versión particular se tornó tan difundida y de sentido común al punto de pasar hoy como algo “universal”, estructurante de la personalidad de todo ser humano, en cualquier tiempo y espacio.

3.3 – La “interpretación energética” dice, respecto a la tendencia meta-teórica freudiana ligada al pan-sexualismo, tratar cuestiones relativas al funcionamiento del psiquismo humano como reducibles a su aspecto energético inespecífico, universal, del que no siempre se tenía claro de qué naturaleza sería tal “energía” en su materialidad (17). Entre tanto, al ser todo en el psiquismo humano cuestión de “energía”, los procesos semánticos más distintos serían diferentes manifestaciones de una sola realidad. Vygotskiy en ese momento histórico no deja de concordar, por ejemplo, con que hay una contribución de Freud en relación a determinadas vivencias [pieriezhivania], con lo cual sondearía su propio entendimiento en cuanto al papel de la catarsis en la reacción estética (lo que retomaré en la parte II). Entre tanto, una corrección fundamental sería hecha a Freud: “abandonar su interpretación energética”. “Son más interesantes los resultados del chiste, del humor y de la comicidad obtenidos por Freud. Hallamos un tanto arbitraria su interpretación energética de las tres modalidades de emociones [pieriezhivania], que acaba por reducirlas a cierta economía, la pérdida de energía; pero si abandonamos esa interpretación energética no podremos dejar de concordar con la grandiosa precisión de análisis de Freud” (VIGOTSKI, 1925/1999 – p. 295). A despecho de la hipérbole de la “grandiosa precisión”, aquí se nota que cierto resultado de la investigación de Freud es aceptado como útil, y su modo más general de comprender tal resultado debe ser “abandonado” para que se pueda obtener buen provecho de ella. Resta preguntar: si entender el psicoanálisis como sistema “monista”, que no pretende serlo, constituye un error metodológico, ¿no sería también un equívoco intentar concebirlo sin la “interpretación energética”? ¿Sin esto no dejaría de ser “psicoanálisis”, en los términos en que Freud lo concebía?

17 Ver nota “14” de este trabajo.

Cabe destacar que “Psicología del arte” es el resultado de una investigación basada en el método “objetivo-analítico” y trata de la objetividad de las relaciones contradictorias entre contenido y forma organizadas por el autor en la estructura de la propia obra literaria (ver VIGOTSKI, 1925/1999), con base en una tradición estética dada, social e históricamente constituida. Por lo tanto, tal método niega el psicologismo, que vería las explicaciones de la obra en el psiquismo individual del autor o de quien viera su trabajo. Psicologismo que, a su vez, se constituye en el principal modo de interpretación por el cual el psicoanálisis ve el arte: una forma de “sublimación” de tendencias individuales reprimidas que deben realizarse de algún modo “socialmente aceptado”. Ya que, como veremos en seguida, Vygotskiy se acerca a algunas ideas de Freud por cuanto a la función de la catarsis en la reacción estética, creo que las raíces de ese punto en común pueden ser buscadas en fuentes anteriores, compartidas por ambos. Pues no constituyen, en absoluto, un hallazgo original de Freud, ni precisan ser abordadas de acuerdo con su visión del mundo y del hombre, radicalmente opuestas a las de Vygotskiy.

PARTE II

ALGUNAS POSICIONES PERIFÉRICAS FAVORABLES DE VYGOTSKIY CON RELACIÓN A FREUD

Llamaré a tales posiciones favorables como “periféricas”, no por que no sean válidas o aprovechables, sino porque no parecen alterar el núcleo teórico y epistemológico de la contribución de Vygotskiy. Son periféricas con relación al antagonismo nuclear y de principios entre este autor y el psicoanálisis, cuyas pistas expusimos en la parte I. Como los lectores de Vygotskiy saben, hay un elogio hecho a Freud con relación a su intuición sobre la importancia de la muerte en la definición de la propia vida humana –a lo que éste responde con la noción, bastante metafísica, de “pulsión de muerte”. Ya destaqué tal elogio en otros lugares (DELARI JR., 2001; 2009b). Con todo, cabe no verlo de modo ingenuo, como una concesión al eclecticismo típico del freudo-marxismo. Aquí lo que se coloca como elogio en ese mismo momento se constituye como crítica en una ironía sutil: “la ciencia también tiene necesidad de esos libros: libros que no descubren la verdad pero que enseñan a buscarla, aunque no la hallan encontrado” (VIGOTSKI, 1927/1991 – p. 303). Claramente, Vygotskiy sólo asume que Freud hace una buena pregunta, no que presente respuesta satisfactoria. Por tanto, el interés no está, de modo alguno, en la concepción psicoanalítica como tal, sino en el objeto con el cual ella tantea ciegamente. Tal elogio a la pregunta de Freud sobre la importancia de la muerte para la vida aparece tanto en el texto de la “Crisis en la psicología” como en la publicación anterior firmada con Luria –un “Prefacio a la edición rusa de ‘Más allá del principio del placer’” (18) (VIGOTSKI y LURIA, 1925/1994). Cabe destacar también que, en 1927, la importancia dada a la intuición de Freud está relacionada con el rescate de la afirmación dialéctica de Marx y Engels de que “vivir es morir” (apud VIGOTSKI 1927/1991 – p. 303). Pero, al menos en las obras aquí presentadas, tampoco vimos a Vygotskiy calificar el abordaje freudiano exactamente como “dialéctico”.

18 Texto de 1925 bastante curioso, en el que los autores relatan que “una nueva y original tendencia psicoanalítica está comenzando a formarse en Rusia, la cual, con ayuda de la teoría de los reflejos condicionados, tiende a sintetizar la psicología freudiana y el marxismo y a desarrollar un sistema de psicología reflejológica freudiana en el espíritu del materialismo dialéctico”. (VIGOTSKI e LURIA, 1925/1994 – p. 11). Con todo, estas mismas tentativas de fusión entre psicoanálisis y marxismo serán criticadas en 1927, inclusive las del propio Luria. Así también, la idea vaga de que “Más allá del principio del placer” tenía “enorme potencial para una comprensión monista del mundo” (idem –p. 17) no fue suficiente para evitar que Vygotskiy en 1927 argumentara contra tal supuesto “monismo”. Posiblemente, en el prefacio de un libro por publicarse en la URSS bolchevique, con probable éxito editorial, no podría tacharlo abiertamente de “metafísico” o “dualista”. Con todo, más allá de la duda sobre las condiciones editoriales de la producción del texto, es también difícil saber de qué modo intervino cada autor en su redacción, por lo que cabe a cada uno de ellos.

Otra aparente aproximación entre estos autores también ocurre en la “Psicología del arte”. Se trata de la mención a la noción asumida por Vygotskiy, también aceptada parcialmente por Freud, de que las emociones son procesos conscientes para el ser humano. Sin embargo, tal vez debieran hacerse dos consideraciones frente a eso. La primera es que el modo por el cual Vygotskiy concibe las emociones, sean sus aspectos conscientes o no, es bastante diferente del de Freud, como vemos en su capítulo 18 de “Teoría de las emociones” (comentado en la parte I). La segunda es que las relaciones entre consciencia y afectos, en lo que respecta por ejemplo al “carácter afectivo de la consciencia”, no es algo originalmente propuesto por Freud, sino antes bien por Lipps (ver VIGOTSKI, 1927/1991). Por tanto, más de una vez, esto no vendría a ser una semejanza profunda, ni un criterio de aproximación efectiva entre los abordajes específicos de los dos autores. Algo así también ocurre en lo que dice respecto al tema de la “catarsis”, tratado por Vygotsky en el capítulo 9 de su “Psicología del Arte” (VIGOTSKI, 1925/1999). Con todo, antes de decir algo categórico sobre tal asunto, cabría recordar que ese concepto remite también a la tradición ancestral de la dramaturgia griega, sobre todo sistematizada por Aristóteles. En esta tradición, la catarsis ya es vista como proceso de purificación promovido por el disfrute de la obra de arte, notablemente la tragedia (19), cuyas estructuras formales son descritas en el libro “Arte poética”, escrito hace más de 300 años antes de nuestra era (ARISTÓTELES, 1979). Cabe recordar además que en el capítulo 9 de “Psicología del arte” dedicado al “Arte como catarsis”, Vygotskiy también dialoga con otros autores además de Freud (20), muchos de ellos citados de forma elogiosa, no destacando en especial el psicoanalista. Pero ahí hay algo de contradictorio en el propio argumento de Vygotskiy al intentar ver la catarsis como “descarga energética”, lo que no coincide con lo que dirá en el capítulo 10 al negar la “interpretación energética” de Freud sobre el chiste. Vygotskiy avanza más cuando busca lo que hay de específicamente humano en el arte. La búsqueda de lo “que hay de humano en el hombre” (21) será la vocación de todo su proyecto posterior en psicología y su principal legado a las generaciones futuras. Así como la “purificación” promovida por la catarsis pudiese ser, en parte, una descarga de energía nerviosa (que no dice ser “sexual”), seguiría siendo fundamental comprender la especificidad/singularidad de las relaciones forma-contenido que pueden conducir a tal transformación social de los sentimientos del lector. Sea en el entendimiento de lo que diferencia la fábula, el cuento y la tragedia; sea en la diferencia entre una tragedia de Sófocles y una de Shakespeare. De modo que, otra vez, la supuesta semejanza entre Freud y Vygotskiy se presenta por vía secundaria, no por identidad epistemológica radical. Hay un tema, un objeto de estudio en común, pero no exactamente el mismo modo general de situarlo y tratarlo teóricamente.

19 Augusto Boal, en su análisis crítico de la dramaturgia clásica griega, señala el carácter ideológico doctrinario de ese proceso de “purificación”... Porque las emociones a ser transformadas en “más puras”, “superiores”, eran justamente aquellas que contradecían los patrones morales dominantes, propios de las castas aristocráticas de la polis griega (ver BOAL, 1975/1988). Lo cual no se diferencia de la evaluación de Bajtín de los llamados “géneros serios” como la lírica y la tragedia, portavoces de una cosmovisión aristocrática, sesuda, que tiende más a lo monológico que a lo polifónico, cuya raíz está más en los géneros serio-cómicos propios de la cosmovisión carnavalesca de origen popular (BAKHTIN 1929/1997). Algo a lo que Vygotskiy no puso atención. Otra distinción de las preferencias literarias de Vygotskiy y Bajtín, sobre todo del papel de lo cómico y de la caricatura, podría ser ventilada pero no es el momento.
20 Pude contar 40 nombres, además de Freud, cuyas contribuciones son citadas: Aristóteles; Avenarius; Christiansen; Darwin; Dessoir; Diderot; Fischer; Goethe; Gross; Hamann; Hennequin; Herder; Iakubinski; James; Kornílov; Kulikóvski; Leman; Lessing; Lipps; Maier; Meinong; Meumann; Müller; Müller-Freienfels; Münstenberg; Orchanski; Ovsiániko-Kulikovski; Pietrajitski; Platão; Potiebniá; Ribot; Shiller; Sócrates; Spencer; Tichener; Viessielovski; Witasek; Wundt; Zeller; y Zienkovski. En un capítulo de 24 páginas, el nombre de Freud aparece apenas en las páginas 251, 252 y 256. Cabría estudiar la especificidad de estas “otras voces”, rescatando la pluralidad de contribuciones sobre “catarsis” en este capítulo, que se apagan por el resalte desproporcionado al (con)sagrado Freud.
21 Para Andrey Puzyriey, esta búsqueda de las “finalidades y los valores fundamentales está presente en todo el pensamiento de Vygotskiy” (PUZIREI, 1989, p. 16 –grifos en la fuente). Se entiende que hay en su obra una fuerte “orientación a lo ‘supremo’ del hombre o, para decirlo con palabras de Dostoiévskiy, al ‘hombre en el hombre’, a su organización psíquica y espiritual, desde el punto de vista de lo que puede ser, en general, el hombre y los caminos que existen para este estado posible, de los caminos que abre, en particular, al arte y a la psicología del arte”. (idem). Evidentemente, Vygotski jamás podría definir todo lo que compone el sentimiento de leer a Shakespeare, Dostoiévskiy, Bunin, en un genérico y mudo concepto de “descarga de energía nerviosa”; no habría sido ese el objetivo principal de su “Psicología del arte”.

Por último, cabe destacar que existe, es verdad, una serie de alusiones elogiosas a Freud en la “Psicología pedagógica” (VIGOTSKI, 1926/2003; 1926/2004). Valsiner y Van der Veer (1991/1996) ya levantaron la duda sobre si eso se debe o no al hecho de que el libro solo es un manual didáctico para estudiantes de enseñanza media, debiendo, por tanto, presentar más una lógica interna de cada teoría que discutirlas críticamente. A pesar de no ser esta la única hipótesis, suena como la más plausible, ya que en el mismo libro también Pávlov es bastante citado y de modo tan elogioso como Freud. En realidad no se toma hoy la adhesión de Vygotskiy a Pávlov como tan importante al punto de necesitar rescatarlo para desarrollar mejor la perspectiva histórico-cultural en general, o su teoría de las emociones en particular. No asumiré la misma postura de Kozulin (1990) en cuanto a este libro, ya que tal autor demuestra “desconfiar” con más desdén por la necesidad de Vygotskiy de adherirse a las ideas de Trotskiy en aquel momento, que por la ausencia de críticas a Pávlov y Freud. De todos modos, concuerdo con aquel estudioso en la evaluación de que es una obra sui generis en la trayectoria intelectual de Vygotski. Es un libro que tiene ideas interesantes para la práctica pedagógica aún hoy, como los temas del “desarrollo moral” y de la “educación estética”, y un valor histórico para la comprensión del pensamiento reflejológico de Vygotski en esa época. Pero no es una obra en la cual se encuentre una profunda alianza teórica entre él y Freud en psicología general, tampoco en la teoría de las emociones.

PARTE III

LA POSICIÓN EXPLÍCITA DE VYGOTSKIY EN CUANTO AL PENSAMIENTO
A-HISTÓRICO DE FREUD

Lo que expuse en las dos partes anteriores constituye el cuerpo de las principales referencias de Vygotskiy a Freud que pude encontrar a lo largo de los últimos años. Citar otros textos importantes de Vygotskiy en que Freud apenas es mencionado no es mi objetivo aquí. Para avalar el alcance de la bibliografía citada el lector deberá pesar la dificultad de adquirir las obras esenciales de Vygotski en Brasil –lo que nunca ocurre con las de Freud, ampliamente traducidas, publicadas y, sobre todo, vendidas en todo el país, igual en tiempos de dictadura. Además de tales referencias, sólo podría hacer dos menciones más a título de recuerdo.

Una es acerca de la referencia eventual de Vygotskiy a la idea de que lo inconsciente puede ser visto no solo como proceso “apartado de la consciencia”, sino también como una “grandeza derivada del desarrollo y de la diferenciación de la consciencia” (VIGOTSKI, 1934/2001 –p. 288). Nada que sugiera estar en profunda alianza con el psicoanálisis. Y, por último, la discusión epistemológica hecha por Vygotskiy al problema de lo inconsciente relativa a la definición del objeto de la propia psicología. Algo que aparece en el texto “La psique, la consciencia y lo inconsciente” (VIGOTSKI, 1930/1991), mas no está en función de una adhesión directa a las contribuciones de Freud, sino de un análisis del problema en diferentes autores, inclusive en el propio Lipps, cuya posición metafísica es destacada en “La crisis en la psicología”. Además, como se sabe, el objeto por excelencia de la psicología para Vygotskiy, hasta el final de su vida, seguirá siendo la “consciencia” –lo que hay de específicamente humano en nuestro psiquismo, el macrocosmos de la palabra significativa.

De este modo, hasta constatar lo contrario, mantengo mis dudas en cuanto a que hubiera algún papel especial para Freud en la teoría de las emociones de Vygotskiy, en cuanto a que fuera relevante o necesario para la formulación de su proyecto de investigación en este campo. Por el contrario, el propio Vygotskiy es quien contesta la posibilidad de tener el psicoanálisis una visión compatible con el proyecto general de la psicología marxista, indicando que la idea ventilada de que la simpatía vygotskiana por el psicoanálisis residiría en el carácter histórico del mismo, carece de fundamento documental, cuando no de fundamento lógico. Asimismo sabemos que el modo de pensar de Vygotskiy se transforma a lo largo de los años, y en los hechos no constatamos cambio alguno por lo que respecta a la posición de este autor sobre el psicoanálisis en el período de 1927 a 1934. En 1927, en el libro ya citado sobre la crisis en la psicología, él ya afirmaba que “el psicoanálisis muestra sus tendencias profundamente estáticas y no dinámicas, conservadoras, anti-dialécticas y anti-históricas” (VIGOTSKI, 1927/1991 –p. 299). En 1934, por motivo a seminarios internos y evaluación de los trabajos de su grupo, Vygotskiy vuelve a decir, de modo abreviado: “la psicología profunda (22) afirma que las cosas son lo que eran. Lo inconsciente no evoluciona –este es un descubrimiento extraordinario. Los sueños resplandecen con luz refleja, a semejanza de la Luna. Esto se desprende de cómo interpretamos la evolución. ¿Como transformación de lo que ha sido desd e un principio? (23) ¿Como nueva formación? Entonces lo más importante será lo último” (VIGOTSKI, 1934/1991 –p. 130).

22 Como se puede ver en el capítulo 18 de “Teoría de las emociones”, “psicología profunda” es un término usado por Vygotskiy para referirse al psicoanálisis freudiano (ver VIGOTSKI, 1931-33/2004 –p. 215).
23 Véase la cuestión del infantilismo ya discutida en la parte II de este trabajo. Y también la nota 15, sobre el tratamiento dado por ese autor al tema de la religión.

Difícil entender que el “descubrimiento extraordinario” no sea una ironía, pero no tan “socrática”, ya que toda la base metodológica de Vygotskiy consiste en estudiar los procesos en su génesis, su desarrollo, su transformación, su historia. ¿Cómo sería “descubrimiento extraordinario” una visión de algo que en nosotros continúa siempre siendo lo que ya era antes, en su naturaleza más profunda y universal? En aquellas discusiones de su grupo, Vygotskiy hablaba de la “psicología de cumbres (que no determina la “profundidad”, sino la “cumbre” de la personalidad)” (1934/1991 –p. 130). En ese sentido criticaba tanto la “psicología superficial” (fenomenológica) como la “psicología profunda” (psicoanalítica), que quiere explicar al hombre por sus profundidades, su naturaleza subterránea. La psicología de “cumbres”, “alturas”, busca comprender al ser humano a partir de él mismo. Como en Marx: “ser radical es tomar las cosas por la raíz, mas la raíz para el hombre es el propio hombre” (apud CHASIN, 1999 -p. 9). Se define al “propio hombre” como ser social, simbólico e histórico por excelencia –lo que la psicología profunda no demuestra priorizar. Como dice Jerome Bruner (2005), al confrontar a Freud y Vygotskiy tenemos en aquél una hermenéutica enfocada en el pasado, y en éste una concepción del desarrollo dirigida al futuro, a las formaciones más avanzadas que emergen y se constituyen mediante el lenguaje en las relaciones sociales. Apenas resta preguntar: ¿retroceder al paradigma freudiano contribuirá a desarrollar una teoría que desea situar las emociones en sus relaciones constitutivas con la consciencia, la historia, la ideología, la cultura y toda la génesis social de la personalidad humana?

* * *

REFERENCIAS

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