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sábado, 27 de diciembre de 2008

Vygotski


El problema del desarrollo y la desintegración de las funciones psíquicas superiores*
L. S. Vygotski

*Conferencia dictada en el Instituto de Medicina Experimental de la Unión el 28 de abril de 1934 y publicada por vez primera en Razvítie vuísshij psijícheskij fúnktziy (Desarrollo de las funciones psíquicas superiores), Moskvá: Akad. Pedag. Naúk RSFSR, 1960: 364-383. La presente traducción del italiano es del libro La psicologia sovietica 1917-1935, de Luciano Mecacci (Compilador). Roma: Editori Riuniti, 1976: 330-347.

Traducción: Efraín Aguilar

El problema de las funciones psíquicas superiores es el problema central de toda la psicología del hombre. En la psicología moderna no se han establecido aún suficientes aportaciones al respecto, ni siguiera los principios teóricos fundamentales sobre los cuales debe construirse la psicología humana como sistema; y la elaboración del problema de las funciones psíquicas superiores debe tener una importancia central para su solución.
En la psicología extranjera moderna existen dos principios fundamentales, según los cuales se elabora la psicología del hombre.
El primero es el principio naturalista, el cual considera la psicología del hombre y sus procesos psíquicos superiores partiendo de los mismos fundamentos en los cuales se construye la teoría del comportamiento de los animales. Tal es, por ejemplo, el principio estructural que parte de la idea que en la psicología humana no hay nada nuevo, en principio, que la distinga radicalmente de la psicología de los animales. Toda la idea de la teoría estructural está en su universalidad y en su aplicabilidad general. Como es de notar, los estructuralistas afirman que la estructura es la forma primordial de toda la vida. Volkelt en sus experimentos busca demostrar que la percepción de la araña está subordinada a las mismas leyes estructurales que la percepción del hombre. En el análisis de la estructura del comportamiento de los simios antropomorfos se obtienen las mismas leyes estructurales. Todos los fenómenos, desde la reacción de la araña hasta la percepción humana, están comprendidos en este principio único.
Esta universalidad de la teoría estructural responde a la tendencia de toda la psicología naturalista moderna, a propósito de la cual Thorndike ha dicho irónicamente, pero con justicia, que el ideal de la psicología científica es crear una línea única de desarrollo, desde la lombriz hasta el estudiante norteamericano. A este ideal responde el principio estructural. Ya que se trata de una ley tan general, la lombriz y el estudiante norteamericano se colocan plenamente a la luz de la ley estructural. Es verdad que al interior de estas leyes estructurales comunes, en el curso del experimento y de la investigación clínica es necesario distinguir la estructura "buena" (como le llaman los representantes de esta psicología) y la estructura "mala", la estructura "fuerte" y la "débil", la estructura diferenciada y la indiferenciada. Pero todas estas son diferencias cuantitativas; por ello resulta que los principios estructurales pueden aplicarse igualmente a las estructuras superiores y a las inferiores, al hombre y a los animales.
Lo infundado de este principio se revela en los campos de la psicología clínica y de la genética, por cuanto concierne al desarrollo y la disgregación de las funciones psíquicas. Los fundadores de la psicología de la Gestalt, Köhler y Wertheimer, habían guardado muchas esperanzas en el principio estructural. Con base en este principio, las investigaciones fueron efectuadas en gallinas y monos. Pero resulta que desde el punto de vista de la psicología comparada estas investigaciones no tienen ninguna perspectiva, pues Köhler obtuvo los mismos resultados en ambas especies animales. En el consenso de los principios estructurales generales, él no ha podido establecer diferencias entre gallinas y monos.
Cuando Köhler, en París, se confronta al problema de la percepción humana, responde con datos colectados en animales. Después de haber expuesto todas las leyes fundamentales contenidas en los animales -en el mono y en la gallina- dice que también la percepción humana está subordinada a estas leyes. Y este es su punto débil. Además él no está dispuesto a liberarse de la impresión que los animales están sujetos a las leyes de la estructura del campo sensorial mucho más que el hombre, en el cual estas leyes determinan en menor grado los procesos sensoriales. Los animales dependen estrechamente de los datos objetivos, de la iluminación, de la disposición de las cosas, etcétera, de la fuerza relativa del estímulo que viene a formar parte de esta situación, demostrando una mayor subordinación que el hombre a las leyes de la estructura.
Datos análogos se obtienen cuando se ha intentado aplicar el principio estructural a los fenómenos del desarrollo infantil. Cuanto más descendía el investigador, tanto más numerosos eran los datos demostrando que la estructura de los procesos psíquicos en el niño tienen la misma forma que en el adulto. K. Koffka hizo un intento de aplicar el principio estructural a la explicación del desarrollo. Él mostró que el desarrollo de la estructura es "fuerte" y "débil", "buena" y "mala", diferenciada e indiferenciada y que todo el desarrollo desde la alfa a la omega tiene una estructura en cuanto tal. Esta imposición del problema del desarrollo en el campo de la psicología comparada e infantil es un resultado muy poco fecundo del punto de vista del principio estructural. Todas las formas superiores de la percepción humana han perdido su carácter específico.
Indicaré cuáles son las dificultades en que se mete la psicología estructural cuando se trata de las disciplinas clínicas. Me referiré a los trabajos de Pötzl dedicados a la agnosia, en la cual establece una diferencia sutil entre la esfera visual inferior y la visual superior cuya alteración acompaña a la agnosia. Cuando Pötzl pasa de la descripción al análisis, resulta que todo se reduce a la estructuración, y entre las funciones superiores sólo dos no emergen: la del impulso y la de prohibición. Según la expresión de Shchedrin, sólo se puede "arrastrar y no dejar" los centros inferiores, pues no son capaces de crear lo nuevo, de aportar elementos nuevos a la actividad de los centros superiores.
Me detengo particularmente en este aspecto de la cuestión para mostrar que la teoría estructural, dominante en la psicología moderna, no es adecuada al problema que constituye el principal objeto de estudio del hombre, el problema de los procesos psíquicos superiores, ya que la respuesta que da la psicología estructural es que las funciones psíquicas superiores se reducen a las inferiores; sólo son más complejas y más ricas respecto a las funciones psíquicas inferiores, pero esto no resuelve el problema.
La segunda tendencia de la psicología humana está representada por la llamada psicología descriptiva, es decir la psicología como ciencia del espíritu que, en contraposición a los principios naturalistas que reducen las formaciones superiores específicamente humanas a las leyes propias de las formaciones inferiores, declara a las funciones psíquicas superiores formas de naturaleza puramente espiritual, que no se apegan a la explicación causal y no tienen necesidad de un análisis genérico. Esta particularidad de la vida psíquica se puede entender, pero no explicar. Se puede sentir, pero no incluir en una relación de dependencia causal con los procesos cerebrales, los procesos de la evolución, etcétera. El callejón sin salida al cual lleva esta concepción idealista es evidente, sin necesidad de explicaciones ulteriores.
He trazado esquemáticamente estos grupos de concepciones, pero en general me parece exacto este cuadro del estado de la psicología humana en la ciencia extranjera de nuestro tiempo. Si se la pudiera resumir, se tiene la siguiente impresión: no obstante el enorme material obtenido en el estudio del hombre, desde el punto de vista teórico la psicología del hombre no sólo no se ha formado ni siguiera como germen de una verdadera ciencia, sino más bien parece del todo excluida en tanto la psicología continúe siguiendo estas dos tendencias fundamentales: la espiritualista por una parte, y la naturalista por la otra.
Ahora quisiera pasar al contenido de los principios fundamentales y de los hechos que caracterizan el desarrollo y la disgregación de las funciones psíquicas superiores. Me parece que lo más importante para establecer este problema es la justa comprensión de la naturaleza de las funciones psíquicas superiores. Se podría pensar que, al examinar el problema de tales funciones superiores, se deba comenzar dando una clara definición de ellas e indicar cuáles criterios permiten separarlas de las funciones elementales. Sin embargo, creo que la definición exacta no surge por el principio del conocimiento científico. Pienso limitarme inicialmente a definiciones empíricas y heurísticas.
Las funciones psíquicas superiores están desarrolladas como formas superiores de actividad que presentan una serie de diferencias respecto a las formas elementales de la actividad correspondiente. Así puede hablarse de una atención voluntaria diferente a la atención espontánea, de memoria lógica a diferencia de la memoria mecánica, de una concepción general diferente a concepciones particulares, de imaginación creativa a diferencia de imaginación reproductiva, de acciones voluntarias diferentes a las involuntarias, de procesos efectivos simples a diferencia de las formas complejas de los procesos emocionales.
Para esclarecer la naturaleza de las funciones psíquicas superiores, de su desarrollo y su disgregación, aparece un principio central, que deviene claro si se confronta la psicología comparada con la psicología humana. En la psicología comparada se ha introducido hace tiempo un concepto que se ha desarrollado en el último decenio, en particular en las obras del desaparecido V.A. Vagner: el concepto de evolución según líneas puras o mixtas.
Al estudiar el desarrollo de una u otra de las funciones psíquicas en el mundo animal, los investigadores han comenzado a distinguir la aparición de nuevas funciones de acuerdo a líneas puras (la aparición de un nuevo instinto, de una variedad del instinto que deja fundamentalmente sin cambio todo el sistema de funciones precedentemente formadas) y el desarrollo de las funciones de acuerdo a líneas mixtas, donde se tiene no tanto la aparición de algo nuevo, sino la modificación de la estructura de todo el sistema psicológico previamente formado en el animal.
Tal como lo muestran las investigaciones en el campo de la psicología comparada, la ley fundamental de la evolución del mundo animal es la ley del desarrollo psíquico según líneas puras; mientras el desarrollo según líneas mixtas es más la excepción que la regla y tiene representación mínima en el campo del desarrollo animal.
Es preciso decir que el no haber tenido en su debida cuenta esta ley explica una serie de errores cometidos por los psicólogos que han trabajado con animales, en particular el error de Köhler, quien admitía que los simios podrían manifestar una inteligencia similar a la del hombre y servirse de instrumentos. El no consideró que si se confronta una simple operación en el hombre y en el simio, la afinidad es grande, pero si se confronta toda la estructura del comportamiento del animal y el lugar que ocupa en la conciencia del mismo, el uso de instrumentos en el hombre y en los simios se diferencia netamente, como lo han demostrado Koffka, Gelb y otros autores que sometieron a crítica las principales tesis de Köhler (Guillaume y Meyerson).
El instrumento existe verdaderamente en el animal sólo en el momento de cumplir una determinada operación; la cosa por fuera de una determinada situación para el animal no existe. Las más completas formas de su comportamiento son el resultado del desarrollo de las funciones "según líneas puras".
Para la consciencia humana y su desarrollo, como lo muestran las investigaciones en el hombre y sus funciones psíquicas superiores, la situación es en efecto inversa. En el primer plano del desarrollo de las funciones psíquicas superiores no es tanto el desarrollo de cada función psíquica ("desarrollo según líneas puras") la interdependencia dominante de la actividad psíquica del niño en cada nivel de la edad, sino la modificación de los nexos interfuncionales.
Es necesario comprender que la consciencia no se forma por la suma del desarrollo de funciones simples, sino al contrario: cada función simple se desarrolla en dependencia del desarrollo de la consciencia como un todo. El desarrollo de la consciencia consiste en la transformación de la relación entre las partes únicas y la forma de actividad; en la modificación de la relación entre el todo y las partes. Esta modificación de los nexos y sus relaciones funcionales está en primer plano y permite acercarse a la solución del problema fundamental.
Citaré un solo ejemplo. Si uno se dirige al análisis de las funciones psíquicas del niño en la primera infancia, entre uno y tres años, la psicología se encuentra con una serie de dificultades. Es difícil confrontar en esta edad la memoria del niño, su pensamiento y su atención con el pensamiento y la atención de un niño más grande, y esta dificultad se basa en que lo enfrentamos con un sistema particular de relaciones funcionales, con un sistema particular de consciencia en el cual la función dominante es la percepción, y todas las demás funciones operan sólo como resultado de la percepción y a través de la percepción.
¿Quién no sabe que la memoria del niño a esa edad se manifiesta principalmente en el reconocimiento, ya que el niño recuerda solamente en relación con lo que percibe en ese momento? El pensamiento del niño de esta edad se cumple sólo en el acto de la percepción. Ello puede ser dirigido solamente a lo que al momento se encuentra en la esfera de su percepción. Para distraer de la percepción al niño debemos cumplir un esfuerzo extremada- mente difícil de lograr.
¿Qué cosa es esencial para la memoria y para el pensamiento del niño entre uno y tres años de edad? Es esencial no sólo el desarrollo de la memoria y del pensamiento, sino también el hecho que todas estas funciones no son absolutamente autónomas, son indiferenciadas, y dependen directamente de la percepción; no operan sino como un sistema de percepciones. Las investigaciones muestran que la construcción de las funciones psíquicas superiores es un proceso de formación de sistemas psíquicos. En otras palabras, en el curso del desarrollo infantil cambia en su complejidad la estructura interna de la consciencia, cambian las relaciones de las funciones simples y de las formas simples de actividad, sobre esta base surgen nuevos sistemas dinámicos que integran serie de tipos simples y elementos de la actividad psíquica del niño.
Si es cierto que en el curso del desarrollo infantil las relaciones entre las funciones cambian, es propio del proceso de cambio de estas relaciones interfuncionales que se ponga en marcha aquella integración de funciones simples elementales que llevan a la formación de la función psíquica superior, que toma el puesto de la función psíquica inferior. Aquí nos topamos con diversas formas de actividad. Las investigaciones han demostrado que todas las funciones psíquicas superiores -la memoria lógica, la atención voluntaria, el pensamiento- tienen una base psicológica común, de manera que podemos hablar de memoria voluntaria así como hablamos de atención voluntaria; podremos también llamar a esta última atención lógica, así como la llamamos voluntaria.
Las investigaciones han mostrado también que existe una elevada correlación entre la memoria voluntaria y la atención voluntaria. En otras palabras, las funciones psíquicas superiores están correlacionadas entre sí más de cuanto lo están con las respectivas funciones psíquicas inferiores. Todo parece indicar cierta naturaleza común de las funciones psíquicas superiores, una vía común que recorren en su desarrollo.
El estudio sobre la memoria voluntaria hecho hace algunos años por nuestros colaboradores A.N. Leóntiev y L.V. Zankov, y el análisis de otras funciones psíquicas superiores, ha demostrado que esta vía de la integración es la vía de la formación de determinados sistemas psíquicos. En todos estos casos tenemos sistemas funcionales particulares que no son la continuación directa y el desarrollo de una función elemental, sino que constituyen un todo, en el cual las funciones psíquicas elementales existen como una de las instancias que son parte del todo.
Tal como lo demuestran las investigaciones, en la formación de las funciones psíquicas superiores el lenguaje y el pensamiento verbal tienen un papel central, funciones sin duda específicamente humanas que, por lo visto, deben ser indiscutiblemente registradas entre los productos del desarrollo histórico del hombre.
¿Qué lleva en la consciencia del niño la primera palabra sensata? El estudio de este problema me parece muy importante para entender la naturaleza del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. La psicología asociacionista suponía que la palabra era legada al significado, como una cosa es legada a otra cosa; como decían los clásicos de la psicología asociacionista, la palabra recuerda el significado como el capote de una persona conocida nos recuerda a su dueño.
Desde el punto de vista de la psicología estructuralista las palabras están enlazadas como una cosa a otra, pero no asociativamente, sino estructuralmente. En otros términos, la palabra es una estructura en una serie de otras y, como tal, no introduce un nuevo modus operandi en nuestra consciencia. Sin embargo, los datos de la evolución del lenguaje, el análisis de su funcionamiento en la consciencia desarrollada y los datos clínicos del campo de la patología del lenguaje, muestran que las cosas son de otro modo; que junto a la palabra entra en la consciencia un nuevo modus operandi, un nuevo modo de proceder.
¿En qué consiste este nuevo elemento? A su tiempo nuestras modestas investigaciones experimentales llevaron a la conclusión que, desde el punto de vista psicológico, lo esencial para la palabra es la generalización, el hecho que cada significado de la palabra no designa un objeto único, sino un grupo de cosas. El estudio de las formas precoces de estas generalizaciones o de las palabras infantiles, ha conducido a una conclusión que comienza a introducirse en la moderna teoría del pensamiento y del lenguaje. Esta conclusión es que el significado de las palabras infantiles se desarrolla; que el niño, al inicio del desarrollo del lenguaje, generaliza la cosa en la palabra de modo diferente a los adultos.
Nuestros niveles de desarrollo de los significados de las palabras infantiles muestran diversos tipos, diferentes métodos de generalización. Junto con las generalizaciones me parece que se introduce también un nuevo principio en la actividad de la consciencia. Pienso que en este caso los psicólogos se basan enteramente en la tesis que no sólo el paso de la materia inanimada a la materia viviente sea un salto dialéctico; también el paso de la sensación al pensamiento es un salto dialéctico.
Ello significa que existen leyes particulares del pensamiento que no se agotan en las leyes existentes de la sensación. Esto quiere decir que, aunque la consciencia refleja siempre la realidad, no la refleja de un solo modo, sino en varios. Este modo generalizado de reflejar la realidad es, me parece, un modo de pensar específicamente humano.
Me lo sugieren tres grupos de hechos. El primer grupo es el siguiente. Todos saben que lo esencial para la consciencia humana es su carácter social. La vida psíquica no es una mónada cerrada, sin entrada y sin salida. Todos saben que no puede haber comunicación directa entre las almas, pero que nos comunicamos por medio del lenguaje, por medio de las señas correspondientes. Sin embargo es importante la comunicación no sólo por medio de señas, sino también por medio de señas generalizadas. Si la señal no es generalizada, sólo tiene significado para mí, tiene solamente el significado de un hecho único. A manera de ejemplo tomaré aquel indicado por el estudioso americano Edward Sapir.
Por ejemplo, alguien debe comunicar a otro que tiene frío. ¿Cómo demostrar este hecho? Puedo comenzar a temblar, y verán que tengo frío. Puedo hacer como ustedes cuando tienen frío y mostrar de tal forma que tengo frío. Sin embargo, para la comunicación humana es característica la generalización y la transmisión de un estado a otro mediante la palabra. Cuando yo digo “frío” hago una generalización ligada a una emoción. Como consecuencia, el problema donde exista una relación inmediata entre comunicación y generalización merece la máxima atención.
Después de una serie de investigaciones, en la psicología se ha establecido un problema (expuesto por Piaget en su momento) que permanece, sin embargo, a nivel teórico: el problema de cómo el niño comprende al niño, cómo el niño comprende al adulto, cómo los niños de diversa edad se entienden mutuamente. Estamos aptos para establecer que la comprensión en el sentido de la profundidad y de la adecuación, en el sentido de la esfera de la comprensión posible, es decir los procesos de generalización, colocan siempre a la luz una rigurosa correspondencia con el nivel de desarrollo de la generalización del niño. El desarrollo de la comunicación y el de la generalización van al mismo paso. Este primer grupo de hechos permite pensar que el modo generalizado del reflejo de la realidad en la consciencia, introducido por la palabra en la actividad del cerebro, sea la otra faceta del hecho que la consciencia del hombre es consciencia social, consciencia que se forma en la comunicación.
Otro grupo de hechos que permite pensar lo mismo se refiere al campo de las observaciones clínicas.
Si se extiende el estudio de la disgregación de las generalizaciones al campo de la patología del aspecto semántico del lenguaje, se puede afirmar que en estas alteraciones tenemos un trastorno más o menos global de todos los aspectos específicos de las funciones humanas. Éstas sufren todas las modificaciones patológicas en el campo de las generalizaciones, en el campo de la modificación de los significados de la palabra. Daré enseguida, al hablar de las investigaciones en afasias, ejemplos concretos que se refieren a este campo.
Von Monakow, en uno de sus últimos artículos, ha puesto énfasis en las alteraciones específicas de la atención voluntaria que manifiesta el afásico e, indicando el problema sin resolverlo, nos dice porqué una función psíquica superior como la atención voluntaria, aparentemente no ligada al lenguaje en cuanto tal, resulta fuertemente alterada en todos los casos típicos de afasia. Ello muestra el nexo existente entre la disgregación de las generalizaciones y toda la actividad psíquica, la integridad de las representaciones, la integridad de todas las funciones psíquicas en su complejidad.
Paso ahora al problema de la disgregación de las funciones psíquicas superiores que hoy expondré bajo el aspecto de la localización de las funciones psíquicas superiores.
El problema de la localización, en resumen, es el problema de las unidades estructurales en la actividad del cerebro. Por ello no puede ser indiferente la concepción general a partir de la cual se busca resolver los problemas fundamentales. En los tiempos de la psicología asociacionista existía una teoría que localizaba las representaciones simples en centros simples. La teoría estructural en psicología ha inducido a la doctrina de la localización a renunciar a la localización de las representaciones simples. Es notorio que la teoría estructural ha abierto algunas vías a la solución del problema de la relación entre funciones y cerebro. Todo ello para demostrar que cada teoría psicológica exige necesariamente un avance en el campo del problema de la localización, y desde este punto de vista los datos del experimento psicológico deben ser confrontados con los datos de la clínica, en el sentido amplio de la palabra.
La moderna teoría localizacionista ha concluido una de las tareas que tenía por delante. Mediante el principio estructural, ha buscado superar sus viejas concepciones falsas. El principio estructural sólo es el resultado positivo para la superación de las deficiencias en la teoría de la localización. Las construcciones típicas de la moderna teoría localizacionista no van más allá de la tesis de la existencia de dos momentos funcionales en el trabajo de los centros cerebrales: las llamadas funciones específicas y no específicas del cerebro. Es Lashley quien ha desarrollado del modo más puntual esta teoría.
Desde el punto de vista de Lashley, cada región de la corteza cerebral tiene una función específica, de las cuales él ha observado varios ejemplos en el análisis de la estructura visual diferenciada de la corteza. Pero estas mismas zonas tienen también funciones no específicas. A la participación de estas zonas está ligada no sólo la formación de los hábitos visuales, sino también los hábitos que no tienen ninguna relación con los visuales. De ahí Lashley deduce que cada centro tiene dos funciones: una función específica, por una parte, y una función inespecífico, ligada a toda la masa del cerebro, por la otra. En lo que se refiere a la función específica, según la teoría de Lashley, cada centro es insustituible. Si ello sufre una gran lesión o trauma, la función específica viene a menos. Respecto a las funciones inespecíficas, cada sector de la corteza es equivalente a otro sector de la misma.
La teoría de Goldstein sobre la localización cerebral tiene caracteres análogos, pero es de contenido más fino. Según Goldstein un determinado centro del cerebro, cuya disgregación lleva clínicamente al deterioro o alteración de ciertas funciones, no está ligado solamente a la función de un determinado tipo, sino también a la formación de un "fondo" para aquella función dada. Si ello sufre, eso es más importante para el cerebro no sólo porque este "centro" está ligado a una determinada "figura" dinámica, sino también porque el "fondo", que es condición imprescindible para la formación de la "figura" correspondiente, está alterado, pues las funciones del "fondo" han sufrido por la misma causa que ha lesionado aquel centro dado.
La idea de Goldstein, que cada centro tiene las funciones específicas de la "figura" y la función general del "fondo", es una concepción más sutil que continúa lógicamente la idea de Lashley sobre las funciones específicas e inespecíficas de cada uno de los centros.
Me parece que el análisis teórico de esta tesis muestra que la teoría de la doble función de cada centro cerebral representa la unión de dos viejos puntos de vista. Por una parte retornamos a la teoría de los centros especializados: reconocemos que la estructura de un determinado género está localizada en determinado centro. Por la otra, las funciones del centro resultan difusamente equivalentes en el sentido que el "fondo" dinámico, formado con la contribución de aquel centro, también está localizado en el cerebro. De tal modo, nos encontramos ante la unión del viejo punto de vista localizacionista y del punto de vista antilocalizacionista. Pero unir estas teorías no significa resolver el problema.
Con base en las investigaciones del mismo Goldstein y de otros clínicos que han seguido este principio, es fácil demostrar que tal concepción lleva, en el campo de la localización, a tesis análogas a las de la psicología genética que se basa en el principio estructural. Goldstein, estudiando la afasia amnésica, encuentra que el trastorno fundamental en este caso es el trastorno del pensamiento categórico. Pero cuando después busca establecer cuál mecanismo está en la base de la alteración del pensamiento categórico, regresa a la "figura" y al "fondo". Resulta que el pensamiento categórico sufre en la misma medida en la cual ha sufrido la función fundamental del cerebro, la formación de la "figura" y del "fondo". Pero la formación de la "figura" y del "fondo" es común a todas las funciones y a Goldstein no resta más que elevar este principio a ley general.
Goldstein defiende un punto de vista similar al expuesto por Wernicke, el cual había suscitado una justa crítica. Wernicke avanzó la idea que las funciones psíquicas superiores, por cuanto al nexo con el cerebro, se construyen como las funciones no psíquicas y este argumento según Goldstein, está vigente. Su punto de partida en la teoría de la localización es que principio de la "figura" y del "fondo" es igual para cada acción del sistema nervioso central; ello se manifiesta del mismo modo en la alteración del reflejo de la rodilla o en la alteración del pensamiento categórico. En otras palabras, este principio puede caracterizarse ya sea en forma de actividad elemental o en aquellas superiores.
Así viene a crearse un sistema único, con base en el cual se puede interpretar y explicar casi cualquier lesión del sistema nervioso central: trastornos de la sensibilidad, de los centros motores, disminución general de la consciencia, alteración del pensamiento categórico, etcétera. La relación entre “figura” y “fondo” deviene un principio de explicación universal, aplicable al desarrollo de los procesos psíquicos y a su localización. Las funciones psíquicas superiores resultan no sólo iguales a las funciones psíquicas elementales por su estructura, sino también por su localización en la corteza cerebral, donde no se distinguen de las funciones no psíquicas.
Me parece que todas estas dificultades derivan de la falta de un análisis adecuado de las funciones psíquicas superiores en la psicología moderna. En la psicología estructural, el análisis lleva al principio general de la estructura, que abarca tanto las funciones psíquicas superiores como las inferiores y resulta aplicable a ambas. Así se demuestra que las alteraciones de varios géneros son iguales. A causa de lo inadecuado del análisis psicológico entran en un callejón sin salida también los mejores investigadores, algunos de los cuales resbalan hacia el espiritualismo, y otros hacia un burdo naturalismo.
Hay algunos ejemplos en la obra de Van Verkom, de Head y de otros investigadores. A causa de esta falsa posición muchos de ellos comenzaron a repetir la tesis de Bergson, quien considera el cerebro como un medio de manifestación del espíritu, y entran así en aguda contradicción con el abordaje materialista del problema.
Así como el problema del desarrollo psíquico se funda en la necesidad de ir mas allá del principio estructural general, ellos dicen que no basta indicar el carácter “integral” de la vida psíquica, igualmente aplicable a la araña y al hombre, y también se basan en la teoría de la localización.
Y me parece que el inmenso material disponible en el campo de la investigación clínica permitirá, a clínicos y psicólogos, avanzar dos tesis sustancialmente diferentes de las concepciones fundamentales de la moderna teoría de la localización.
Por una parte, estamos convencidos del carácter específico de una serie de estructuras cerebrales y de la especificidad de las funciones psíquicas superiores respecto a una serie de sistemas de la corteza cerebral; esta tesis va contra las teorías de Lashley y Goldstein. Por otra parte, no podemos aceptar que la función inespecífica de cada centro sea equivalente para todos los sectores del cerebro. La concepción aquí presentada, de la estructura de las funciones psíquicas superiores, excluye la idea de la organización homogénea equivalente de la actividad de nuestra corteza, según la cual solamente la cantidad de la masa determina el carácter y el grado de la lesión del proceso psíquico superior. No estoy en posibilidad de aclarar aquí con cierta amplitud este problema, y me detendré solamente en un aspecto que considero, en principio, importante.
Se trata de una tesis que se ha formado a lo largo de muchos años al estudiar niños con defectos cerebrales, por un lado, y al estudiar los trastornos equivalentes en adultos, por el otro.
Cuando estudiamos al niño y al adulto con determinados trastornos cerebrales, salta a la vista que en la edad infantil este defecto muestra un cuadro completamente diferente, consecuencia distinta de los trastornos que surgen cuando se ha lesionado el mismo sector del cerebro maduro, desarrollado.
Tomemos el ejemplo más simple del campo en el cual he trabajado en los últimos años, el campo de la agnosia. La agnosia visual de los adultos en su forma pura, como en los casos de Goldstein y Pötzl, se expresa como un trastorno de una sola función: la de reconocimiento de objetos; el enfermo ve pero no sabe cuál objeto está delante de su vista, y se ve obligado a adivinarlo. Él no ve si se trata de una moneda o un reloj; una vez dirá que es una moneda, y otra que es un reloj; 40% de sus determinaciones es acertado, y 60% errado. También el niño afectado de agnosia congénita tiene alterada la función de identificación de objetos; el niño no reconoce la misma cosa en situaciones diversas.
Pero si nos referimos a las consecuencias que surgen de uno y otro caso, veremos que son diametralmente opuestas.
¿Qué le sucede al enfermo de agnosia? Los clínicos aquí presentes no rehusarán confirmar lo siguiente: se afecta de manera directa y gruesa la función de la percepción de objetos y con ello también sufre la función de la esfera visual. A grandes rasgos, en la lesión de la esfera visual se sufre de agnosia visual, se afecta la función de la percepción visual. En esto insiste Goldstein, aquí habla Pötzl, y cualquiera que haya trabajado experimentalmente con agnósicos puede convencerse de la exactitud de la tesis enunciada. Pero en este caso, ¿se afectan los conceptos superiores? ¿El enfermo puede razonar los objetos que no reconoce? Sí, él conserva esta capacidad de razonamiento.
Los clínicos pueden confirmar que el concepto de los objetos no se altera. Yo he estudiado los conceptos de estos enfermos sobre los objetos que ellos no reconocen y he podido establecer que estos conceptos resultan en sí notablemente modificados; pero el concepto se conserva más allá de la percepción y, si no se demencia el enfermo, el concepto de los objetos puede ser sin más el medio fundamental de compensación del defecto. Cuando los agnósicos no ven que un objeto es un reloj, ellos recurren a la ayuda de mecanismos más complejos. Proceden como los jueces de primera instancia: por las señales, ellos comienzan a tener sospechas y, cumpliendo un complejo trabajo de pensamiento, concluyen que esto es un reloj.
Basta con remitirme al trabajo de Goldstein para mostrar que un enfermo era a tal punto dueño de su percepción, que reconocía un cuadrado recorriendo con los ojos los cuatro lados; este enfermo vivía en Berlín y trabajó 15 años, conservando todas las posibilidades de vida práctica y desplazamiento en tranvía y por la calle, sólo porque la interpretación de las señas permanece íntegra, lo que le indicaba el número de cierto tranvía, o le sugería el camino a recorrer para llegar a un determinado lugar. Para los agnósicos adultos la regla fundamental es la alteración del funcionamiento de los centros visuales inferiores respecto al centro lesionado, y la integridad de los centros superiores respecto al lesionado, los cuales asumen las funciones de compensación en los casos de agnosia.
Es preciso decir que en los casos de agnosia infantil las cosas no son así. Hallamos niños con afasia sensorial y motora innatas pero, no sabíamos porqué no hallábamos niños con agnosia congénita. Hasta hace poco tiempo no teníamos casos de este género. Pero cuando aprendimos a reconocerlos ya no fueron tan raros. ¿Por qué en los niños no se diagnosticaba esta enfermedad? Porque el niño con agnosia congénita queda casi siempre como idiota. En él no está lesionada solamente la vista, sino también por lo general el lenguaje, que no se desarrolla plenamente; aunque casi siempre la posibilidad sensoriomotora de desarrollo del lenguaje permanece íntegra.
Si se pone atención a esto, salta a la vista la siguiente ley. Cuando un mismo centro o sector está lesionado en un adulto, se resiente más el centro inferior que el superior. En los casos de agnosia en el adulto tenemos más trastornos de la visión simple que del concepto mental de los objetos. En los niños, en cambio, con una lesión análoga, el centro superior se afecta más que el inferior. La interdependencia de los centros simples resulta inversa en los dos casos.
Todo esto se puede explicar desde el punto de vista teórico. Es difícil imaginar una relación diferente de lo que observamos. Es evidente la ley del paso de las funciones hacia lo superior. Está claro que en los primeros meses de vida del niño podemos observar el funcionamiento autónomo de aquellos centros que, en el adulto, funcionan autónomamente sólo en los estados patológicos. El paso de las funciones hacia lo superior muestra que se establece una determinada dependencia del centro inferior al superior. En el niño, sin el desarrollo de la percepción no puede desarrollarse el lenguaje, porque en el funcionamiento normal de la percepción está la premisa del desarrollo normal de los sistemas superiores.
Me referiré a un problema que me ha interesado siempre: ¿existe la ceguera central innata? La sordera central existe. Existen la alexia, la agnosia. ¿Cómo se puede admitir, con base en la teoría de la probabilidad, que no veamos casos de desarrollo imperfecto de los centros visuales? En las publicaciones que he leído sobre este argumento se indica una sola vez que los ciegos con ceguera central innata son idiotas por lo común. La lesión de los lóbulos occipitales, de los centros visuales en el adulto, provoca solamente una "ceguera espiritual".
Goldstein dedica algunos de sus trabajos a esclarecer las consecuencias de la lesión de los lóbulos occipitales en los adultos y constata que, en los casos de lesión de los lóbulos occipital y temporal, las funciones superiores -pensamiento y lenguaje- están poco afectadas. ¿Quién no ha visto la ceguera central como la describen, por ejemplo, Pötzl y otros, como un trastorno elemental, en presencia del cuál se conservan las funciones psíquicas superiores? En estos casos se afecta solamente el centro inferior; la lesión de la zona cortical visual en el adulto es un mal relativamente ligero.
Si en su lugar tenemos esta lesión en un niño pequeño, el niño queda idiota. Sucede una cosa sorprendente: el niño afectado de ceguera central permanece definitivamente idiota, mientras el adulto afectado de la misma ceguera conserva casi íntegramente sus funciones superiores. Me parece que este hecho se explica mediante las conexiones ya dichas. Por lo tanto, como lo ha mostrado Goldstein, la lesión específica de la percepción visual en el adulto repercute sobre otras funciones, pero sólo bajo un aspecto, y es precisamente sobre la formación de la estructura simultánea. Todo lo demás permanece. Por eso el enfermo de Goldstein percibe el cuadrado como nosotros percibimos un complejo sistema de números.
Imaginen ahora un niño en el cual no puede surgir ninguna estructura simultánea. Será un hombre que no sabrá establecer relaciones espaciales. Este niño debe necesariamente quedar idiota.
Podría citar ahora una serie de datos del campo de otras alteraciones, pero en los pocos minutos que me quedan quisiera sacar las conclusiones de lo que he dicho.
Lo que he mencionado, ¿tiene alguna relación con la teoría de las dos funciones de los centros? Me parece que hay una relación directa. Resulta que además del trastorno específico en la lesión de las zonas centrales, también se manifiesta un trastorno de las funciones inespecíficas, no inmediatamente ligadas a esta zona. Es de preguntarse si las funciones específicas y las inespecíficas resienten, en la misma medida, la disfunción de algún centro. Si un niño nace con ceguera congénita, si un adulto sufre una lesión que le provoca la ceguera central, las funciones centrales se afectan de la misma forma, mientras las funciones inespecíficas resienten de modo completamente diferente.
En cada caso, en el desarrollo y en la disgregación, podemos tener fenómenos inversos de la relación entre un centro y el otro, consecuencia remota de la lesión opuesta. Se excluye así cualquier concepción que afirma que el centro está ligado sólo de manera inespecífica con las otras funciones, y que la lesión de un determinado centro no da un efecto equivalente en su confrontación con los otros centros. Vemos que la lesión tiene una relación específica con determinados centros y esta relación se establece en el curso del desarrollo, y ya que estas relaciones se establecen en el curso del desarrollo, también los trastornos que surgen después de la lesión del respectivo centro pueden tener caracteres diferentes.
También de aquí resulta claro que la teoría de las funciones específicas constantes de cada centro es infundada. Si cada centro cumple determinadas funciones sólo y por cada función psíquica superior, no ocurriría la completa actividad diferenciada y unificada de un sistema íntegro de centros; en caso de alteración de un centro no podría jamás verificarse una situación en la cual los otros centros se afectasen de un modo específico, pero sucedería siempre que en presencia de un trastorno en determinados centros, todos los centros resentirían de la misma forma.
Voy a dedicar los pocos minutos que me quedan a algunas brevísimas palabras de conclusión.
Me parece que el problema de la localización, como línea fundamental, admite en sí ya sea aquello que está ligado al estudio del desarrollo de las funciones psíquicas superiores, o aquello que está ligado al estudio de su disgregación; ello permite surgir un problema de gran importancia: el problema de la localización cronogénica. Este problema, propuesto ya por von Monakow, no puede ser absolutamente resuelto por cuanto concierne a las funciones psíquicas superiores tal como lo hace él, por la simple razón que en sus últimas obras acepta enteramente el punto de vista de la base instintiva de cada actividad psíquica, incluidas las funciones psíquicas superiores.
Para von Monakow la agnosia es una enfermedad del instinto. De ahí que su interpretación concreta del problema de las funciones psíquicas superiores no responda ni a la tarea de crear un sistema de análisis adecuado de la función lesionada, ni al problema de la localización de las funciones psíquicas superiores en zonas nuevas del cerebro. Pero la idea que la localización de las funciones psíquicas superiores no puede ser entendida sino como cronogénica, siendo el resultado del desarrollo histórico; que las relaciones características de las partes únicas del cerebro se forman en el curso de la evolución y, una vez formadas en cierto modo, operan en el tiempo, y que ello excluye la posibilidad de hacer derivar un proceso complejo de un solo sector; esta idea, es justa. Me parece, sin embargo, que se la debe completar con la siguiente consideración.
Hay muchas razones para admitir que el cerebro humano posee nuevos principios de localización respecto al cerebro de los animales. La tesis propuesta por Lashley según la cual, como regla máxima, la organización de la actividad psíquica de la rata es análoga a la organización de las funciones psíquicas superiores del hombre, es falsa. No se puede admitir que el nacimiento de funciones psíquicas específicamente humanas sea la simple aparición de nuevas funciones, junto a aquellas que ya existían en el cerebro pre-humano. No es posible imaginarse que las nuevas funciones, respecto a la localización y a la complejidad de su relación con las zonas cerebrales, tengan la misma estructura, la misma organización del todo y de la parte, que tiene, por ejemplo, la función del reflejo de la rodilla.
Estas son, por lo tanto, las razones para creer que un ámbito de investigación fecunda se vuelve original en el campo de estas relaciones específicas; dinámicas muy complejas que permiten construir, ya sea a grandes líneas, algunas ideas sobre la efectiva complejidad y originalidad de las funciones psíquicas superiores. Si ahora no podemos ofrecer una solución definitiva a este propósito, ello no debe asustar, ya que se trata de un problema de gran complejidad. Pero el inmenso material que tenemos, una serie de conexiones y ejemplos que he citado y que podrían multiplicarse, viene a indicar en qué dirección es necesario moverse. En cada caso, me parece fecunda la hipótesis que el cerebro humano tenga principios de localización nuevos respecto a aquellos que encontramos en el cerebro de los animales, y que le han permitido convertirse en el órgano de la consciencia humana, el cerebro del hombre.

Vygotski

El pensamiento en la esquizofrenia*
L. S. Vygotski

* Trabajo publicado en los Archives of Neurology and Psychiatry 1934, 31(5):1063-77, con una nota de J. Kasanin, quien tradujo el artículo del ruso y que al pie de página dice: "Durante los últimos cinco años Vygotski, junto con el profesor Luria, ha venido haciendo un trabajo interesante sobre la psicología de la esquizofrenia, al utilizar la técnica experimental de la psicología Gestalt. El artículo fue escrito debido a mi solicitud hace unos tres años, y desde entonces han realizado bastante más investigación".
 

Traducción: Efraín Aguilar

Sin duda el desarrollo más significativo en psicología es la tendencia reciente de hacer investigaciones conjuntas en varios campos, para descubrir los principios comunes involucrados en esas investigaciones. Esto es cierto especialmente para la psicopatología y la psicología genética o infantil. Ellas se han desarrollado de manera independiente, y sólo hasta hoy los resultados obtenidos han sido elaborados ocasionalmente para su comparación.
     Mientras tanto, cada vez más investigadores piensan que las leyes psicológicas son las mismas y no importa dónde sean observadas. Como ejemplo de la creciente integración de los distintos campos de la investigación psicológica, y del creciente sentimiento de unidad de las leyes psicológicas a pesar de la variedad de sus manifestaciones, uno puede referirse al estudio comparativo de la escisión del pensamiento, al fenómeno de la hipobulia1 en psicopatología, y al fenómeno del pensamiento sincrético en psicología infantil. En la hipobulia existen fenómenos que antes fueron considerados como resultado de la esquizofrenia o de la histeria; ahora, a la luz de los resultados de nuevas investigaciones, tales fenómenos aparecen presentes en los estadios de realidad de la organización normal de la consciencia, como un paso ontogenético necesario en el desarrollo de la personalidad normal. Tales observaciones indudablemente son verdaderas: los fenómenos del pensamiento en desarrollo del adolescente están en general relacionados evidentemente con ciertos aspectos del pensamiento patológico.
     Es más, existe una tendencia creciente a investigar los procesos psicológicos mediante la observación y comparación de sus diferentes periodos en desarrollo, siendo usado este procedimiento como un medio para llegar a las leyes que determinan las características de tales procesos. Esta aproximación la he encontrado muy útil en el trabajo clínico y experimental. Mientras que previamente la elaboración conjunta en psicología genética y psicopatología consistía solamente de una comparación de las conclusiones alcanzadas, ahora he intentado desde el inicio introducir el método comparativo de estudio en mi propio trabajo experimental. No llevó mucho tiempo encontrar que bastantes problemas, concebidos así, aparecían con una claridad totalmente diferente.
     Existe un añejo intento de unir la psicología de la adolescencia con ciertos síntomas de la esquizofrenia. Esta unión está implícita en el término "dementia praecox", lo cual ha impulsado muchos estudios del adolescente y a comparar la vida mental del niño con la de pacientes con esquizofrenia. Kretschmer en Alemania y Blonski (2) en Rusia, insistieron que hay una asociación entre ambos. Ellos basaron su juicio en el hecho que a veces resulta imposible diferenciar un periodo tormentoso de adaptación sexual entre la adolescencia y la esquizofrenia incipiente. Mis investigaciones, sobre las que haré comentarios más adelante y que dieron origen a ciertas ideas sobre la naturaleza de los procesos psicológicos en la esquizofrenia, me llevaron a conclusiones bastante diferentes. El punto crucial en mi análisis comparativo ha sido el proceso de formación del concepto tal como se observa en el niño y en el paciente con esquizofrenia.

Objetivo de la investigación

Mis investigaciones han sido bilaterales. Han abarcado el desarrollo del pensamiento en el niño hasta la edad de la pubertad, por un lado, y el deterioro del pensamiento en la esquizofrenia por el otro. También las conclusiones han sido bilaterales. He visto que el desarrollo más importante del pensamiento en la adolescencia es el cambio de los tipos "complejos" (3) del pensamiento a los tipos conceptuales -un cambio que no sólo revoluciona el proceso intelectual sino que determina la estructura dinámica de la personalidad-, es decir, la consciencia del sí mismo y del medio ambiente. También he hallado, por el contrario, que el deterioro más importante del pensamiento en la esquizofrenia es un trastorno, un deterioro, en la función de la formación de los conceptos. La fragmentación y la ruptura de aquella parte de la psique involucrada en el proceso de la formación de los conceptos es justamente una característica de la esquizofrenia, así como el desarrollo de la función de la formación de conceptos es característico de la adolescencia. De ahí es obvio que tanto en la esquizofrenia como en la adolescencia puedan encontrarse ciertas similitudes, especialmente en la transición del pensamiento complejo (4) o asociativo al pensamiento conceptual.
     Cuando ambos son abordados de una manera formal, estática, durante los estadios transicionales puede encontrarse un gran número de puntos en común. Pero al utilizar un método de aproximación más dinámico se verá que los procesos psicológicos en la esquizofrenia y la adolescencia se relacionan de manera inversa y se asocian más por sus diferencias que por similitudes. Esto es verdad porque en la adolescencia uno tiene que ver con fenómenos del crecimiento y el desarrollo, mientras que en la esquizofrenia uno trata con la desintegración y el decaimiento de la vida psíquica. Tales principios prevalecen para los procesos mentales generales de la persona, pero son especialmente aplicables en la función de la formación de conceptos. Estudiando esta función, uno se convence de que la psicología de la adolescencia da una clave para entender la esquizofrenia, y al contrario, que el pensamiento esquizofrénico ayuda a entender la psicología de la adolescencia. En ambos, lo más importante es el entendimiento apropiado de la función de la formación de conceptos.

Método

Mis experimentos consistieron en ofrecer a los pacientes una situación que requiere de la formación de conceptos artificiales. Esto se acompañó de dar al enfermo lo que al principio parecían ser palabras sin sentido y escogidas al azar. La formación de los conceptos debía basarse en elementos especialmente seleccionados y relacionados. Así, en la serie de experimentos, los pacientes tenían que aprender a asociar sílabas sin sentido con ciertos conceptos definidos, por ejemplo, "bik", significando grueso y pequeño; "lag", grueso y alto, etcétera. Es decir, el enfermo era confrontado con el problema de la formación de un concepto nuevo, que no encontraría en ninguna parte excepto en el diseño de un experimento de laboratorio.
     Debo establecer, entre paréntesis, que este método de la formación experimental de conceptos mediante palabras especialmente seleccionadas, tiene una larga historia en la cual no me detendré por el momento. Basta con decir que tal método ha sido muy utilizado por Ach (4) y colaboradores. Mi método de investigación se basó en los principios desarrollados por Ach, pero como yo los he utilizado para propósitos diferentes han debido ser modificados considerablemente.
     Con los métodos desarrollados por mi colaborador L. S. Sájarov (5) pudimos observar el deterioro en la facultad de formación de conceptos, no sólo cuando el trastorno del pensamiento era bastante aparente, sino también en los casos donde no se podía demostrar un trastorno formal del pensamiento. El hecho importante aquí no es que el paciente con esquizofrenia, confrontado al problema experimental, no sea capaz de resolverlo sino que, en el intento de hacerlo, exhibe formas de pensamiento características y significativas.

Observaciones

Sin considerar a quienes se rehusaron o cooperaron a medias durante los experimentos, observaciones, en todos los casos donde los resultados fueron definidos y claros, ciertas formas características de asociación que resultaron en la formación de cierto tipo de ideas que tomaron el lugar de los conceptos. Podríamos aducir una gran variedad de esas formas de asociación, pero creemos esencial por el momento describir las características comunes de tales procesos asociativos. Enumeraré las estructuras asociativas más frecuentemente encontradas: 1) pensamiento colectivo, en el cual varios objetos son agrupados como si formaran una colección compuesta de objetos diferentes unidos unos a otros por ciertas relaciones -tales como una colección de cosas u objetos de varios colores o varias formas; 2) pensamiento complejo en cadena; 3) pensamiento complejo asociativo; 4) pensamiento en cadena pseudocomplejo. Los tres últimos serán explicados más adelante. Estos cuatro tipos de pensamiento implican un todo constituido por partes unidas orgánicamente, siendo la diferencia entre tales asociaciones y conceptos que, en las asociaciones, la unión es concreta y mecánica, mientras que en el concepto hay un principio general y abstracto con base en el cual se forma la asociación conceptual.
     Un complejo es más parecido a una gran familia en la cual se agrupan, bajo el mismo nombre familiar, un gran número de gente por completo diferente. Un paciente con esquizofrenia mira la palabra estímulo común nombre familiar para un grupo de objetos con base en la proximidad física, a la similitud concreta de ciertas partes o alguna otra relación no abstracta entre ellos. Un ejemplo típico serían las llamadas asociaciones en cadena de los pacientes con esquizofrenia. El paciente responde a una palabra estímulo, que denota cierto objeto, nombrando igual a otro objeto similar sólo en un rasgo; entonces nombra un tercer objeto escogido con base en alguna similitud con el segundo objeto, después de modo similar agrega un cuarto al tercero, etcétera.
     El resultado es un número de objetos muy heterogéneos conectados remotamente unos con otros. La cadena asociativa se construye con tales asociaciones de modo tal que hay una conexión entre nexos separados pero sin un simple principio que unifique todas las conexiones. Así, en mis experimentos el sujeto debe seleccionar un grupo de objetos, todos los cuales tienen un nombre común, siendo guiados en el principio de agrupamiento mediante un ejemplo que se les muestra. El ejemplo puede consistir en un pequeño triángulo azul, después una gran figura circular verde, luego un paralelogramo verde, etcétera (la cadena del complejo de colores); o se le puede mostrar el mismo triángulo y puede escoger otro triángulo bastante diferente del primero en color y tamaño (complejo asociativo). Surge así un agregado de varios objetos que semeja una gran familia en la cual el lazo es de un carácter, grado y principio de lo más heterogéneo. Tal método de asociación es común a los niños antes de la adolescencia. A pesar de todas las diferencias del proceso de pensamiento en el niño y en el paciente con esquizofrenia, hay una similitud fundamental en las características más esenciales. Así, en personas con esquizofrenia el pensamiento es realmente regresivo.
     Surge así un agregado de varios objetos que semeja una gran familia en la cual el lazo es de un carácter, grado y principio de lo más heterogéneo. Tal método de asociación es común a los niños antes de la adolescencia. A pesar de todas las diferencias del proceso de pensamiento en el niño y en el paciente con esquizofrenia, hay una similitud fundamental en las características más esenciales. Así, en personas con esquizofrenia el pensamiento es realmente regresivo.

Comentario

El deterioro en la formación de conceptos nos remite al pensamiento complejo, y aunque los conceptos que fueron formados previamente sean bien usados y de manera bastante automática, la formación de nuevos conceptos se vuelve extremadamente difícil. Hay una conclusión importante derivada de tales observaciones. La comparación del pensamiento en esquizofrénicos con los varios estadios genéticos del pensamiento complejo establece un criterio psicológico, un medio para evaluar el grado de escisión y regresión del paciente con esquizofrenia. La desintegración de los conceptos y la regresión a las formas concretas, factuales, complejas del pensamiento, han sido observadas por otros investigadores sin apreciar los factores genéticos involucrados en la diferenciación entre el pensamiento complejo y el abstracto. Esta deficiencia encuentra su expresión en el hecho que la comparación del pensamiento alterado con las formas filogenéticamente tempranas del pensamiento, es usualmente hecha con base en criterios negativos más que positivos, sobre todo en cuanto a la ausencia de conceptos en el pensamiento. Esta comparación, basada en un criterio negativo, es errónea porque trata como aproximadamente equivalentes a formas de pensamiento que desde el lado positivo no tienen nada en común, las cuales están, en efecto, separadas por muchos millones de años en el desarrollo genético. El siguiente ejemplo explicará esto.
     Algunos autores comparan el pensamiento complejo de personas esquizofrénicas con el pensamiento de poblaciones primitivas, con el pensamiento en los sueños, y finalmente con los procesos intelectuales de animales inferiores, especialmente con los procesos de pensamiento en arañas tal como ha sido demostrado por Volkelt. Este ha descrito que la araña efectúa movimientos precisos cuando trata de llevar su presa de la red al nido, pero estos se pierden cuando la misma presa es retirada de la red -esto es, de la situación compleja total a la cual está acostumbrada la araña- y situada directamente en el nido. La consciencia selectiva de una araña no percibe tanto las sensaciones aisladas como percibe la totalidad de las situaciones emocionales condicionadas. En estas condiciones la transición al pensamiento asociativo está representada como un paso al pensamiento visual, pictórico. Aunque hay una tendencia evidente, todas estas comparaciones padecen de menospreciar los grados del desarrollo psicogenético gobernante. Entre el pensamiento abstracto en la forma de conceptos y el pensamiento como es exhibido por la araña, hay una gran cantidad de pasos en desarrollo, difiriendo unos de otros no menos que el pensamiento asociativo de los esquizofrénicos difiere del pensamiento de una persona normal.
     Y así como no es admisible hacer una comparación genética del pensamiento tal como ocurre en los sueños, con el pensamiento como ocurre en el hombre primitivo o en las arañas -simplemente porque tales formas de pensamiento están debajo del estadio de pensamiento conceptual- tampoco tiene uno el derecho de asumir que el pensamiento del paciente con esquizofrenia inmediatamente cae al abismo de millones de años o que para su entendimiento necesita de analogías con la araña, la que no reconoce a su presa cuando esta ha sido removida de la red y ubicada en el nido.
     Mis observaciones muestran que el pensamiento complejo observado en pacientes con esquizofrenia es el paso más cercano al pensamiento conceptual y de inmediato le precede genéticamente. Por lo tanto hay alguna similitud, aunque de ninguna manera una identidad, entre el pensamiento del paciente con esquizofrenia y el pensamiento de un niño. La base común que permite una comparación directa entre los dos tipos diferentes de pensamiento es que el proceso de pensamiento del niño y el de un esquizofrénico en los estadios iniciales de la enfermedad, son meramente pasos en el desarrollo genético del pensamiento; esto es, ellos representan el peldaño que precede inmediatamente al estadio de la formación del concepto, y no pueden ser comparados con el proceso de pensamiento de la araña del cual están separados por millones de años de desarrollo. Uno sabe que incluso en la edad adulta persiste una tendencia al pensamiento complejo en ciertas áreas. Un examen superficial no revelará la transición desde un modo de pensamiento a otro, a menos que se empleen métodos de investigación especiales.
     Una segunda conclusión importante, derivada de los experimentos, se relaciona con el hecho que en la esquizofrenia existe una destrucción de los sistemas psicológicos que subyacen a la base de los conceptos. Expresando esta idea de otro modo, podemos decir que en la esquizofrenia temprana el significado de las palabras cambia. Estos cambios algunas veces son difíciles de observar a menos que uno utilice métodos especiales, pero pueden ser demostrados. La vía para entender este fenómeno se apoya en el estudio del pensamiento del niño. Un niño piensa diferente del adulto; en consecuencia las palabras para él tienen también diferentes connotaciones en su estructura psicológica. La pregunta que naturalmente surge es: ¿Si las palabras tienen diferente significado, cómo se entienden un niño y un adulto? A manera de ejemplo citaré el hecho paradójico establecido por Piaget que los niños con la misma edad y desarrollo no se entienden unos a otros tan bien como los adultos. Así el pensamiento de los adultos es gobernado por leyes bastante diferentes de aquellas que determinan el pensamiento de los niños. Esto, como se verá, involucro el problema que describí al inicio de este artículo. Si, como dije, el significado de las palabras comienza a cambiar tempranamente en el curso del proceso esquizofrénico, ¿cómo permanece el hecho sin ser observado, y cómo es posible que una persona normal y una esquizofrénica se entiendan?
     La respuesta a tales preguntas, como lo indican mis investigaciones, se apoya en el hecho que los "complejos" pueden coincidir, y en ocasiones lo hacen, con los conceptos en su referencia a los objetos, pero no necesariamente en su significado. Cuando uno habla de Napoleón como el vencedor de Jena y el perdedor de Waterloo, las dos frases coinciden en su referencia a Napoleón, pero son muy diferentes en el significado. Así, cuando un concepto y un complejo se refieren al mismo objeto, puede hablarse del complejo como un pseudoconcepto. Los pseudoconceptos, que son elementos básicos en el pensamiento de un niño, pueden coincidir con los conceptos del adulto, pero esto no significa que necesariamente coincidan con otras particularidades. Cuando un niño dice "casa" o "perro", puede estar hablando de las mismas cosas que un adulto, pero piensa en ellas de otra forma. El niño las agrupa y combina de una manera bastante diferente a los adultos.
     El hecho que, en su referencia a los objetos, el lenguaje de un niño coincida con el lenguaje del adulto puede ser explicado por el desarrollo del lenguaje del niño. El lenguaje infantil no se desarrolla libre y espontáneamente; el niño no crea las palabras y su significado. El niño las encuentra hechas en su medio ambiente, y adquiere algo que ha sido preparado para él. En su medio ambiente ciertos nombres están definitivamente relacionados con ciertos objetos. Cada objeto tiene su nombre distintivo y el niño, adquiriendo estos nombres, los agrupa mediante el único método que conoce, es decir, por asociaciones. La asociación consiste no de objetos escogidos libremente por el niño, sino que se hace con base en conexiones y relaciones existentes entre los objetos, relaciones en parte establecidas previamente por el adulto. Tan pronto como se elimina esta presión externa, las asociaciones del niño y los conceptos del adulto comienzan a diferir, no sólo en sus connotaciones sino también en sus relaciones con los objetos. Mi estudio del pensamiento de los sordomudos muestra que ellos tienen pensamiento asociativo e incluso recurren a más tempranas formas de pensamiento -las formas sincréticas de hacer conexiones.
     Así, en el lenguaje mimético del sordomudo el gesto que denota dientes también puede significar "blanco", "piedra", y "hablar", dependiendo de la oración completa. Los gestos adicionales, tales como señalar el labio superior, o la indicación de rechazar el señalamiento, hacen posible la diferenciación de varios significados unidos todos con base en el complejo asociativo, del cual ya he dado ejemplos. Pero como su lenguaje mímico se desarrolla sin el sistema fijo de las limitantes rígidas asociadas con el lenguaje verbal, sus asociaciones no coinciden, en relación a los objetos, con los conceptos de los adultos normales. Esta misma situación se da en la esquizofrenia. Las palabras del paciente esquizofrénico coinciden con las nuestras en sus relaciones de objeto, pero no en su significado.

El proceso del pensamiento en la esquizofrenia

Dos influencias determinan tal fenómeno. El primero es que (con la excepción de los neologismos) el paciente con esquizofrenia usa en su lenguaje el sistema de los nombres fijados que aprendió en la infancia. Cuando comienza la desintegración, él retrocede hacia los complejos en lugar de los conceptos, y no libremente, sino predeterminado por la adhesión previa de ciertos nombres a ciertas situaciones y objetos. Una mesa es una mesa para nosotros y para un esquizofrénico, pero de manera diferente pensamos acerca de ella. Él coloca todas las mesas diferentes dentro de un complejo, y la palabra mesa sólo es un nombre familiar para esta asociación. Nosotros usamos un concepto general, y el nombre sólo es mencionado como un símbolo de este concepto. En otras palabras, el esquizofrénico posee un sistema de palabras confeccionado que permanece en relación definida con los objetos denotados. En consecuencia, como no ve el principio que forma las bases de esta asociación, su asociación es invariablemente un pseudoconcepto.
     La otra influencia, involucrada en el hecho que las palabras del paciente con esquizofrenia coinciden con las de la persona normal en su referencia de objeto, pero no en su significado, surge de la vía en la cual se desarrolla el pensamiento conceptual. He dicho antes que un niño escolar atraviesa el estadio de pensamiento complejo como un periodo en su desarrollo que precede inmediatamente al pensamiento conceptual. En consecuencia, durante la ontogénesis, los complejos preceden a los conceptos y forman realmente la capa interna o la subestructura antigua bajo la nueva capa de los conceptos, si utilizamos la expresión gráfica de Kretschmer para las más viejas y nuevas formas de pensamiento.
     Hay razones para creer que el desarrollo de los conceptos, en tanto apariencia de otras funciones psicológicas superiores, se acompaña de la formación de nuevas capas sobre las antiguas, con la preservación de la vieja capa de pensamiento a manera de función subordinada. Esta ley, recientemente descubierta en el desarrollo del sistema nervioso central, también es cierta para el desarrollo de varias funciones psicológicas, así motoras como centrales. Kretschmer ha demostrado que la hipobulia, esto es, el estadio temprano en ciertas ejecuciones motoras, se preserva en todas las actividades del organismo asociadas con la ejecución de impulsos volitivos. La hipobulia se preserva de una manera latente, subordinada, y ocasionalmente es exteriorizada y se expresa independientemente cuando los procesos superiores del deseo están deteriorados o alterados.
     Algo parecido debe tener lugar en la esquizofrenia. Las asociaciones, como una forma primitiva del pensamiento, son retenidas como una subestructura en el desarrollo de las formas superiores del pensamiento, pero son exteriorizadas y comienzan a actuar independientemente de acuerdo con sus propias leyes cuando la personalidad total, por algún motivo, se altera. Hay razón para creer que el pensamiento complejo no es un producto específico de la esquizofrenia, sino simplemente una manifestación de las antiguas formas de pensamiento, que siempre están presentes de manera latente en la psique del paciente y sólo se hacen aparentes cuando los procesos intelectuales superiores se alteran por la enfermedad.
También la regresión a formas antiguas de pensamiento se observa en otras enfermedades donde hay interferencia con el pensamiento conceptual. Entonces el proceso de pensamiento deviene bastante similar al pensamiento de la esquizofrenia, y esto quizá suceda con la reacción esquizofrénica en el curso de enfermedades físicas. La otra prueba de que se trata de formas tempranas del pensamiento puede hallarse en el hecho que el pensamiento asociativo está latente en todos nosotros, y sale a la superficie en conexión con los choques emocionales súbitos y en circunstancias de fatiga, sueño y ensoñaciones.
     No es nada imposible, entonces, asumir que la regresión de los pacientes con esquizofrenia al pensamiento complejo sólo es un retroceso a formas tempranas del pensamiento. Cada uno de nosotros lleva la esquizofrenia de manera latente, esto es, en los mecanismos de pensamiento que cuando se descubren devienen la figura central en el drama del pensamiento esquizofrénico. Así, la historia del desarrollo del pensamiento debe usarse como un medio para alcanzar el entendimiento de las peculiaridades del pensamiento complejo en la esquizofrenia.

Alteraciones en el significado de las palabras

Cualquiera que sea la causa, y lo paradójico que pueda parecer, el hecho justamente bien establecido es, no obstante, que los significados de las palabras están patológicamente alterados en la esquizofrenia, aunque tales alteraciones no son aparentes durante mucho tiempo. Los complejos que reemplazan a los conceptos en el pensamiento esquizofrénico sin embargo coinciden en sus relaciones de objeto con los conceptos que ellos reemplazan. Son así pseudoconceptos, pero la transición total hacia formas de pensamiento más primitivas no es aparente porque el paciente retiene su capacidad para la comunicación verbal, aun cuando las palabras no tienen el mismo significado para él, como lo tienen para nosotros. Como ilustración concreta, puedo citar mis investigaciones experimentales acerca del grado en que los pacientes con esquizofrenia, en el mismo estadio de la enfermedad y con el mismo tipo de pensamiento, se entienden unos a otros en comparación al grado del entendimiento mutuo entre un esquizofrénico y una persona normal. Como era de esperarse, los experimentos indicaron un mejor entendimiento entre pacientes con esquizofrenia y personas normales, que entre personas esquizofrénicas. Una situación análoga se ve en los niños, quienes se entienden mejor con los adultos que entre sí. La solución a este problema se presenta más adelante.
     Una cuestión importante, que para mí es un problema central de la esquizofrenia, surge en esta conexión. Si en realidad es cierto, como lo propongo, que en la esquizofrenia hay una desintegración de los conceptos con cambios en el significado de las palabras, aun cuando esto no sea aparente superficialmente, debe haber algunas pruebas de que esos fenómenos realmente suceden. La prueba es simple. Si las palabras tienen diferente significado para un esquizofrénico del que tienen para nosotros, entonces tal diferencia debe expresarse funcionalmente, esto es, en la conducta del paciente. Aun cuando exteriormente un complejo puede parecer un concepto, tiene no obstante sus propias leyes de funcionamiento. Así como el pensamiento asociativo de un niño se expresa en varias direcciones, así el pensamiento de un esquizofrénico debe revelar sus características distinguibles cuando se sujeta a prueba, esto es, en la conducta real. Esta fue la base de mis experimentos, y encontré que en su función real estas asociaciones revelan los cambios en el significado de las palabras que postulé previamente.
     A partir de diferentes métodos he seleccionado las pruebas relacionadas con la capacidad para la expresión metafórica, esto es, la transferencia de términos que originalmente denotan una cosa para expresar otra (Un barco surca el mar). Primero utilicé tal prueba en casos de afasia asociados con pérdida de memoria, en los cuales pueden verse trastornos tanto del pensamiento categórico (Gelb y Goldstein) como del pensamiento conceptual. (En esta relación puede notarse que el trastorno del pensamiento categórico, que Gelb y Goldstein encontraron como un síntoma cardinal de la afasia amnésica, también lo encontraron en un paciente que presentaba amnesia para varios colores. Cuando le pedían igualara los colores de objetos, este paciente en vez de hacerlo de acuerdo al color designado, los pareaba de acuerdo con el tamaño, o de acuerdo a la brillantez de la pintura, y sólo ocasionalmente de acuerdo al color, manifestando así el tipo complejo de pensamiento previamente descrito.)
     En mis pacientes encontré un marcado trastorno análogo tanto en la capacidad de usar palabras en sentido metafórico, como para entender las palabras utilizadas. Ellos no podían comprender el significado de las palabras más simples a menos que fueran usadas en sentido directo y literal. Tampoco podían contender con la prueba de Piaget que requiere del sujeto parear un proverbio específico a otro de similar significado. Para mi sorpresa tales fallas ocurrían a pesar de una preservación aparente del lenguaje y otras funciones intelectuales. Después descubrí que Kurt Schneider también había encontrado trastornos en la capacidad de entender palabras usadas en sentido metafórico, como una característica frecuente de la esquizofrenia. Fue más notorio el hecho que yo encontrara trastornos en el entendimiento de palabras usadas en sentido figurativo, aun cuando no había un aparente trastorno de la vida intelectual en general. Esta dificultad era más obvia cuando se usaban palabras o conceptos especiales. Mientras que la mente normal no tiene dificultad en usar palabras dadas en sentido metafórico o figurativo, el mismo problema parece una insorteable dificultad para el esquizofrénico a pesar de haber retenido desde la infancia el hábito de usar figuras de palabras, proverbios, etcétera.
     Así, muchos de mis pacientes no tenían dificultad en ver las múltiples ramificaciones y generalizaciones cuando se les daba el proverbio ruso "Si vas despacio al final llegas mejor", pero no podían dar un significado general cuando se les daba la traducción rusa del proverbio francés "Cuando no está el gato juega el ratón". Este último fue interpretado en sentido limitado, y solo podían ver literalmente que el ratón juega cuando no está el gato. Esto es, no podían ver en una situación descrita concretamente, otros significados más abstractos que aquellos directamente significados por las palabras usadas para describirla. Este hecho sirve como una diferenciación importante entre el pensamiento simbólico visual de los sueños, y el pensamiento simbólico metafórico basado en los conceptos. La identificación de unos con otros carece de una sólida base psicológica.

Formación de nuevos conceptos

Hallé también otro hecho que ilustra un deterioro en el significado de las palabras usadas por los pacientes con esquizofrenia. Mis experimentos no pararon en el estadio del desarrollo de los conceptos experimentales. Estudié cómo esos nuevos conceptos se expresan a sí mismos. Los incluí como parte de las pruebas de asociación en las cuales las respuestas fueron cuidadosamente delineadas. A los sujetos se les pidió hacer juicios que incluían tanto los conceptos antiguos como los formados recientemente, y se les animó a extender la aplicación de los nuevos conceptos y llevarlos del laboratorio a la vida diaria. En otras palabras, quise rastrear tanto como fuera posible el curso de los conceptos recientes en el pensamiento de los pacientes. Sin caer en detalles, puedo establecer que se observó una desintegración latente de los conceptos. También observé que los pseudoconceptos ubicados en el lugar de los verdaderos conceptos eran bastante diferentes de estos en conducta y expresión. Como ejemplo de pseudoconcepto expondré el concepto de causalidad en el niño. Como el lector recordará, un niño comienza bastante temprano a usar palabras que denotan relaciones causases, tales como la palabra "porque"; pero tal como lo demostró Piaget, el significado que los niños dan a esas palabras difiere del que le dan los adultos.
     Un niño conectará causalmente las ideas más inconsecuentes, hecho que condujo a Piaget hablar de cierto estadio en el desarrollo del niño como estadio precausal. Uno precisa de métodos especiales para demostrar tales pseudoconceptos porque pueden parecer verdaderos conceptos en su apariencia externa. Los pseudoconceptos son lobos con piel de cordero. Son asociaciones que parecen conceptos. Cualquiera que trabaje con ellos encuentra rápidamente cómo trastornan las formas del pensamiento conceptual. Para demostrarlo, sin embargo, uno debe considerar otras funciones psicológicas. Como ejemplo de las consecuencias más remotas que resultan del trastorno de la función de la formación del concepto, me referiré a experimentos de percepción y respuestas afectivas en la esquizofrenia. El estudio de las percepciones de un paciente con esquizofrenia indica que para tal paciente varios objetos perceptuales comunes pierden fácilmente sus características. Las variaciones ligeras en la luz o en la posición del objeto descubren respuestas del paciente, similares a las de una persona normal ante las manchas de tinta sin sentido de la prueba de Rorschach. Tal como un sujeto normal ve personas, paisajes, caras, duendes y hasta lo que no, así un esquizofrénico, en su percepción de objetos, les adjudica los más extraordinarios significados si hay un cambio mínimo en su habitual apariencia.
     La clave para entender el fenómeno recae en la psicología genética, la cual enseña que las percepciones categóricas se adquieren a través de un proceso complicado, en el cual los perceptos y conceptos son coordinados dentro de nuevas formas de pensamiento visual, al jugar los perceptos un papel subordinado y dependiente. Como ejemplo de tal fusión de concepción y percepción, en el sentido estrecho de la palabra, me referiré a las ilusiones, de las cuales no se puede separar el significado de el objeto (fantasma, por ejemplo). Se sabe también a partir de la psicología experimental que es imposible, bajo condiciones normales, captar percepciones absolutas sin asociarías con significados, entendimientos y apercepciones.
     Es por eso tan difícil captar la percepción en la cultura pura; también por ello los objetos no pueden servirnos como lo hacen las manchas de tinta de la prueba de Rorschach. La percepción es una parte integral del pensamiento visual y está íntimamente ligada con los conceptos que la acompañan. Por eso cada percepción es realmente una apercepción. Pero esto no es cierto para el pensamiento complejo. Con la desintegración de los conceptos y su regresión a las más primitivas formas de pensamiento, la relación total entre percepción y apercepción viene alterada de una manera que es típica de la esquizofrenia. Tal cambio está emparentado estrechamente al fenómeno que aparece en la vida afectiva de los pacientes con esquizofrenia.
     Aquí los factores significativos no son la torpeza emocional ni la desaparición de la riqueza y variedad de la expresión emocional, sino la separación de estas expresiones emocionales de los conceptos con los cuales ellas están estrechamente asociadas. Desde luego, esos hechos son bien conocidos clínicamente. Mi contribución está en demostrar que la alteración de la vida emocional sólo es parte del más amplio y fundamental trastorno, esto es, del trastorno en el campo de la formación de conceptos. Mi postulado es que la alteración intelectual, así como las alteraciones en los campos de las percepciones, emociones y otras funciones psicológicas, está en relación causal directa con el trastorno de las funciones de la formación de conceptos. Esta hipótesis se basa en los resultados del estudio del desarrollo individual, esto es, en datos ontogenéticos.

Comentario general

El estudio sobre el desarrollo de las funciones psicológicas de la infancia y adolescencia brinda una oportunidad para observar el nexo entre el desarrollo de la capacidad para la formación de conceptos y el desarrollo de la personalidad. En la adolescencia uno encuentra un reagrupamiento fundamental de esas variadas funciones, un cambio completo de sus interrelaciones, llevando a la aparición de sistemas psicológicos totalmente diferentes de mucha mayor complejidad y orden. Una desintegración de esos nuevos sistemas, una escisión de esas funciones superiores, es lo que encontrarnos en la esquizofrenia.
     Pero las investigaciones aportan otras conclusiones. La capacidad para la formación de conceptos es en realidad el tercero de tres estadios en el crecimiento intelectual del niño. El primero involucro el desarrollo de ideas de causalidad física. El segundo consiste de cambios secundarios en otras funciones psicológicas. El tercero, íntimamente relacionado con la formación de conceptos, también involucro el desarrollo de la personalidad y una perspectiva del mundo, esto es, la cognición de sí mismo y su medio ambiente. La aparición de una personalidad formada con una perspectiva del mundo, en la adolescencia, es el resultado del más alto desarrollo intelectual en ese periodo de la vida. El proceso ha sido discutido en otra parte de mi trabajo sobre la psicología de la adolescencia. Al observar el trastorno de la percepción de sí mismo y del medio ambiente por el paciente con esquizofrenia, no puedo dejar de creer que hay cierta participación del tercer estadio en el desarrollo de la personalidad, asociado con la función de la formación de conceptos. Y en verdad, una percepción de sí mismo y del mundo exterior está íntimamente relacionada con los conceptos por medio de los cuales son representados. Uno sabe que los conceptos de los niños acerca de sí mismos y de su medio ambiente son bastante diferentes de aquellos del adulto. Sabemos qué tan cambiadas están las percepciones de sí mismo y del ambiente durante los sueños, y es razonable suponer que los cambios en la personalidad y en la percepción del mundo exterior observados en la esquizofrenia, están causados por el desplome del intelecto a partir del nivel conceptual hacia el nivel de las asociaciones.
     Ésta sólo es una hipótesis, pero es una hipótesis tentadora, no sólo porque toma en cuenta los hechos del desarrollo de aquellas funciones que están fuertemente afectadas en la esquizofrenia, sino también porque le permite a uno reducir los datos a un denominador común y estudiar la esquizofrenia a la luz del desarrollo psicológico de la personalidad.
     Hay un mal entendido que invariablemente aparece en cualquier discusión sobre la esquizofrenia, y que me gustaría aclarar aquí. Utilizando la función de la formación de conceptos como un punto de partida en la investigación, y encontrando también que es el centro psicológico o núcleo del drama total de la enfermedad, uno ve sin embargo que nada tiene que ver con la etiología de la esquizofrenia. Los trastornos en la función de la formación del concepto son el resultado inmediato de la esquizofrenia, pero no su causa. No estoy del todo inclinado en tratar la esquizofrenia como un trastorno psicogénico.
Cualquiera que sea la causa orgánica de la enfermedad, sin embargo, la psicología tiene el derecho de estudiar el fenómeno asociado con los cambios de la personalidad desde un punto de vista psicológico. La desintegración de la personalidad sigue ciertas leyes psicológicas, aun cuando las causas directas de este proceso puedan no ser psicológicas por naturaleza.
     Aún más, las observaciones clínicas y fisiológicas forman un puente hacia la especulación psicológica. Me refiero particularmente a las observaciones clínicas que llevan a concluir que en la base de la esquizofrenia hay una pérdida de la energía psíquica. Jung fue el primero en deducir el paralelismo entre los sueños y la esquizofrenia. Él estableció con perfección que si una persona pudiera caminar y hablar en sus sueños, su conducta total de ningún modo sería diferente a la de un paciente con esquizofrenia. El habitus asténico ha sido enfatizado como un factor constitucional. Recientemente tuve la oportunidad de estudiar en niños la esquizofrenia dentro de un marco de fatiga y sueño acentuados. Se observó que uno de mis pacientes caía frecuentemente en sueño. Estaba dormido casi toda la tarde, y en el estadio agudo de la enfermedad la tendencia a quedar dormido era más acentuada. Siento que debe haber algún germen de verdad en la vieja observación clínica al comparar el estupor con el sueño. Aunque el sueño y la esquizofrenia no son idénticos, tienen algunos puntos en común.
     Este punto de vista encontró más tarde su expresión en el trabajo de Pávlov "La excursión de un fisiólogo en el campo de la psiquiatría", donde estableció la idea de que la más probable causa fisiológica de la esquizofrenia es el sobredesarrollo del proceso de las inhibiciones internas, las cuales también están sobredesarrolladas en la hipnosis y el sueño (6). Hace algún tiempo Pávlov pensaba que las inhibiciones corticales y el sueño eran idénticos; ahora cree que las inhibiciones internas y la esquizofrenia tienen mucho en común. Desde luego es una teoría fascinante. Lo que a mí me interesa en esta teoría es que une la brecha entre la hipótesis psicológica y los datos fisiológicos en la esquizofrenia. Si uno dirige su atención a que la función biológica y el propósito de las inhibiciones internas, incluido el sueño, consiste en el cese de los contactos con el mundo exterior, resulta claro que el autismo, el retiro y el cerrarse uno mismo ante la realidad son resultado directo del estado especial del sistema nervioso central de los pacientes con esquizofrenia. La pérdida de contacto con el mundo exterior asume un significado biológico. No es un resultado de la esquizofrenia, sino una expresión de las fuerzas protectoras del organismo que reaccionan mediante las inhibiciones internas ante la debilidad del sistema nervioso central. Si esto es así, y parece haber toda la razón para creer que esto es un hecho, pueden obtenerse conclusiones importantes.
     Todas las funciones psicológicas superiores, incluidas el habla y el pensamiento conceptual, son de origen social. Surgen como medios para brindar ayuda mutua, y gradualmente devienen parte de la conducta diaria de la persona. Es significativo que en los sueños haya un cese de los contactos con el sí mismo social que forma la base de la personalidad normal. Esto aparentemente viene a ser también la causa del deterioro del intelecto en el campo de los conceptos; todos los demás síntomas de la esquizofrenia, como he demostrado, provienen de este origen. De cualquier modo, mis datos experimentales, interpretados a la luz de la psicología genética, permiten formular algunas teorías que aquí he presentado.

Notas

1. "El tipo hipobúlico de la volición es el estadio inferior ontogenético y filogenético, de la volición propositiva" (Kretschmer, E. Hysteria. Washington D. C.: Nervous and Mental Disease Publishing Co., 1926).
2. Blonski, P. Pedologuia. Moskvá: Rabotnik Prosveschenie, 1926.
3. Por pensamiento complejo Vygotsky entiende no el significado usual del término "complejo" en psicopatología, sino un tipo de generalización elemental simple observado en los procesos del pensamiento de un niño, un hombre primitivo o de un paciente psicótico. Este tipo de pensamiento quizá pueda expresarse en términos de la psicología inglesa corno pensamiento asociativo o "pensamiento de grupo", significando por "grupo" una unidad cuyos miembros son diferentes, esto es, un tipo de pensamiento en el cual los grupos de diferentes elementos son relacionados unos con otros (Domarus).
4. Ach, N. Ueber die Begriffsbildung. Untersuchungen zur Psychologie und Philosophie. Barnberg, Ach, 1921, vol. 3.
5. Sajarov, L. S. The methods for study of concepts. Psychologia 1930, 3: 1
6. Kasanin, J. Pavlov's theory of schizophrenia. Arch Neurol Psychíat 1932, 28: 210.